lunes, 17 de marzo de 2014

Perdida


Lo cierto es que no pensaba ponerle ni un dedo encima a este libro. La conjunción entre best seller y novela negra me atraía tanto como un spray de pimienta sobre mi mirada casta e inocente. Sin embargo, el murmullo constante que se oía hacía meses y que aún vibra en torno a la historia de los Dunne tenía validez. Nada es lo que parece. Nada nos gusta más que creernos un prejuicio. El mundo se vuelve cognoscible ante el mínimo esfuerzo. Y no estoy seguro de que, como dice la campaña de marketing, no haya leído nada igual. Pero puedo asegurar, aunque a estas alturas mi palabra no valga mucho, que ni yo ni esta novela somos lo que un principio parecíamos ser.

Lo nuestro está perdido

Amy y Nick Dunne son un matrimonio ejemplar. Brillan, destacan, son guapos y triunfadores. Hasta que dejan de serlo. Y su maravillosa vida neoyorquina da lugar a una vida más modesta en el Medio Oeste. Lo anodino de sus nuevas vidas se trastoca cuando Amy desaparece dejando indicios claros de un asalto violento. Vale, estas cuatro líneas definen el argumento de las primeras cuarenta páginas. Y a partir de ahí todo se vuelve laberíntico, retorcido y entrópico. La impaciencia, las dobles intenciones, los conocidos y los espontáneos empiezan a mover las piezas de sitio. Los indicios se convierten en cortinas de humo. La verdad carece de importancia. Y las mentiras, como en toda buena historia de amor, cobran el tamaño de mascotas sobrealimentadas. Perdida es una novela mentirosa. Pero no por omisión, sino por ser todo lo que se espera de ella al mismo tiempo y no darte cuenta hasta mucho más tarde.


La falta de esperanzas de Nick, la voz distante de Amy y el fondo abisal sobre el que se sustenta el matrimonio Dunne tienen un objetivo claro: patada en la boca a las expectativas. Y es que cuando crees que sabes lo que te han dicho que debes saber, todo cambia y la risa está asegurada. A tu costa… No, no es una novela de humor si todas las bromas pesadas giran en torno a la persona que sostiene el libro.



A veces nos veo muertos

Lo primero que uno aprende en clase de escritura es que la primera persona es un narrador traicionero. La voz propia de aquel que quiere contar su versión de la historia, la única que interesa. El personaje que tergiversa desde una falsa honradez narrativa. Aquí hay dos de esta calaña. Cuidado. Y es que las dos realidades que construye Flynn para contarnos su historia no encajan en absoluto y no, no se debe a que estemos ante una escritora mediocre. Sino a un control perfecto de los hechos y las mentiras, las intenciones y los miedos. Aquí los personajes no son libros abiertos, sino moquetas abultadas por todo aquello que se ha metido debajo. Tantos secretos y tanto amor desvirtuado que apenas puede leerse bien el BIENVENIDO.


Cada capítulo narrado por Nick y Amy consecutivamente nos desvela ese Iraq que es todo matrimonio en fase de declive. Esas vicisitudes propias de enfrentarse a una crisis de estas características cuando hace tiempo que la distancia establecida entre dos personas es mucho más extensa que la prudencial. Pocos escritores como Flynn pueden hacer que te sientas identificado con una persona aliviada ante la desaparición de un ser querido. Y, párrafos después, meterte en la piel de una esposa llevada al culo del mundo con el fin de satisfacer el ego herido de un escritor sin mucho talento.




El amor lo puede todo

Hay algo encantador en decir te quiero como una amenaza. O en poner canciones de Zola Jesus el día de tu boda. O en visitar la tumba de la mujer de Polanski en el décimo aniversario de cualquier casamiento. Llamadme romántico. No puedo evitarlo. Abrazos que dejan sin aire más tiempo del necesario. Miradas irreconocibles en los ojos de tu cónyuge cuando no es consciente de que está siendo observado. El misterio de vincularse con otro humano. La contradicción socialmente aceptada de querer a alguien para siempre y hasta que la muerte nos separe.  Todo matrimonio es una novela negra cuya única meta narrativa es descubrir qué será el arma del crimen.


Creo que hago bien en estar soltero. Hay algo que encuentro satisfactorio en el final de Perdida. Algo que me hace sonreír de oreja a oreja. Una filosofía interna que funciona a la perfección con todo lo narrado. Un corpus teórico que respeta las reglas de lo humano y lo imperecedero. No sé si la autora le ha buscado un título para posibles ponencias. Yo le sugiero el aquí expuesto en la entradilla. Y es que no hace falta quererlo para conseguirlo. Aquí no hay márgenes desiderativos. Amy y Nick funcionan con la fuerza de la intención realizable. Buscar y encontrar. Conseguir. Sin importar el precio. Sin importar las mentiras. Sin dejar que los demás se interpongan. Sin tener que decir lo siento. Sin tener miedo. Nunca. Porque, en teoría, solemos casarnos con personas que conocemos profundamente, ¿no? Qué bonito es el amor, joder.

Gillian Flynn

No consigo recordar ni una sola cosa asombrosa que haya visto en persona que no me recordase de inmediato a una película o a un programa de televisión. A un puto anuncio[…]. Yo lo he visto literalmente todo. Y lo peor, lo que de verdad provoca que me entren ganas de saltarme la tapa de los sesos, es que la experiencia de segunda mano siempre es mejor. La imagen es más nítida, la visión más intensa, el ángulo de la cámara y la banda sonora manipulan mis emociones de un modo que ha dejado de estar al alcance de la realidad. No estoy seguro de que, llegados a este punto, sigamos siendo realmente humanos, al menos la mayoría de nosotros que somos como la mayoría de nosotros: los que crecimos con la televisión y el cine y ahora internet. Si alguien nos traiciona, sabemos qué palabras decir; cuando muere un ser amado, sabemos qué palabras decir;  si queremos hacernos el machote o el listillo o el loco, sabemos qué palabras decir. Todos seguimos el mismo patrón manoseado.

8 comentarios:

  1. "Creo que hago bien en estar soltero".

    Se abusa mucho del término 'hype'. De las comparaciones. Se dan más importancia a los fallos que a los aciertos. Y ese es el primer error que uno puede cometer al afrontar este libro. Porque su lectura proporciona un tipo de perversa satisfacción que no se basa en estándares. Sorprendente, corrosiva, delirante y muy, muy divertida. Tanto que te hace tener mala conciencia. O no tener conciencia en absoluto. Para mí, una de las mejores novelas del pasado año.

    Saludos!

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    1. Creo en la sublimación a través del arte. Creo que uno puede darse el capricho de identificarse con los villanos en la ficción para poder ser mejor persona en el mundo real. Y este libro es un manual de cómo hacer las cosas para tenerte entretenido como a un enano. Madrugar para coger el libro y ponerme con él. Reírme, maldecir y rezar para que no se le aplicara castigo alguno al malo de la película... Porque me caía tan sumamente bien que tuve que hacer acciones sociales para compensar mi desgarro moral.

      Ja!

      Gracias por pasarte Jesús!

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  2. Tengo que ganas de terminar este libro pero nunca encuentro el momento. Lo empecé hace meses pero lo aparqué porque otros me distrajeron y ahora no consigo hacerle un hueco. A ratos me gusta y lo leo obsesivamente pero es que a otros, me resulta imposible avanzar. Algún día, y espero que antes de que salga la película, lo terminaré. Por cierto, Fincher quiere cambia el final del libro.

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    1. Hola Letras!

      Sí, entiendo que en ciertas partes todo sea muy novela negra al uso. Quizás sean esas las partes que, como a mí, menos interesantes te parecieron. Pero la batalla psicológica que desencadenan los dos protagonistas bien merece llegar al final.

      Y no, no quiero otro final!!

      Gracias por pasarte!!

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  3. Pues si lo reseñas así habrá que leerlo. Esta esperando secretamente la película de Fincher. Ocurre que tampoco quiero ser el único que no lo haya leído. Hasta el 3 de octubre tengo tiempo. Siendo sincero siempre he mirado esta novela de reojo, me gusta según la ves tú, me da miedo de como voy a verla yo. ¡Bah! Me la leo. Un abrazo.

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    1. Hola José.

      Soy un lector sumamente lento. Esto te lo ventilas en dos días. No da más de sí. Pero qué dos días! Si te gusta el giro, si tienes sentido del humor y eres hijo de los guiones de Kaufman vas a adorar esta novela (o al menos, reírte de ti mismo por ingenuo).

      Sí, creo que merece la pena leerla.

      Gracias por pasarte!

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  4. He tenido, hasta ahora, los mismos prejuicios que has tenido tú sobre esta libro, antes de leerlo. Tras tu reseña, me estoy pensando seriamente el darle una oportunidad. Quizás lo haga.

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    1. Hola Bea!

      Sí, admito que soy un tipo con prejuicios a la hora de leer. Los tengo de muchos colores y adoptan formas inesperadas. Y, sin embargo, algo tiene este libro que se salva. Algo ha aprendido de todos esos best sellers vacíos que pululan por el mercado.

      Ya me dirás.

      Un saludo!

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