lunes, 8 de julio de 2013

¿Qué amar?




 Mary Ann Wakeley, Peacing the Precipice



Marathe: ¿No es esta una opción de la máxima importancia? ¿Quién enseña a vuestros niños estadounidenses a elegir su templo, a qué amar lo suficiente como para no pensárselo dos veces?

Steeply: Y esto lo dice un hombre que...

Marathe: Porque esta decisión lo determina todo. ¿O no? Todo lo que vosotros denomináis libre elección depende de cuál es vuestro templo. ¿Y qué es el templo para Estados Unidos? [...]

Steeply: Tú supones que siempre se trata de una opción, de una decisión consciente. ¿No es algo ingenuo? ¿Acaso tú te sientas junto al libro mayor de tu contable y entonces decides sobriamente qué amar? ¿Siempre?

Marathe: Las alternativas son...

Steeply: ¿Y qué pasa cuando a veces no hay opción sobre lo que amar? ¿Y si el templo va a Mahoma? ¿Y si simplemente amas? ¿Sin decidirlo? Lo haces simplemente: la ves y en ese instante te olvidas de la contabilidad y lo único que puedes elegir es amarla...

Marathe: Entonces y en un caso semejante, tu templo es el ser y los sentimientos. Entonces no eres más que un fanático del deseo, un esclavo de tus estrechos y subjetivos sentimientos individuales, un ciudadano de la nada. Te conviertes en un ciudadano de la nada. Estás a solas y de rodillas ante tu ser. En un caso como este, te conviertes en un esclavo que se cree libre. Es la esclavitud más patética. Nada de tragedia. Nada de canciones. Crees que morirías dos veces por un tercero, pero en verdad sólo morirías por ti mismo, por los sentimientos de tu ser. 


La Broma Infinita - David Foster Wallace