martes, 10 de marzo de 2015

Claus y Lucas

He acabado siendo víctima de un libro. Sí, un libro me ha hecho bullying, o boolyng, o como se diga cuando un libro te destroza por el simple hecho de ser un ingenuo.  Y es que nada es tan simple como parece. Ni tan superficial como para no ahogarte en el proceso. Sí, el libro de Agota Kristof que publicó allá por 1986, cuando yo acababa de nacer, no es trigo limpio. Es duro en todas las acepciones del término. Y juega contigo. Con la idea de literatura. Y con la multiplicidad de narradores. Este libro ha visto más países que yo. Se ha acostado con más mujeres. Y escupe mucho más lejos. Me siento como Kate Winslet asomada a la baranda del Titanic y manchada por completo con su propia saliva. Tres niveles de realidad. Tres historias contenidas unas en otras. Juegos mentales e identidades solapadas. No, no estoy reseñando la última de Christopher Nolan. Este libro ya estaba en el mundo mucho antes de que este señor hiciese cine.

miércoles, 4 de marzo de 2015

Book Haul - Febrero 2015

He llegado a la conclusión de que no puedo responsabilizarme de los libros de los que hablo. Y esto lo digo en pleno uso de mis facultades, que no son muchas. No existe elección por mi parte. Y si no soy el que elige, no puedo ser el que asume. Puede que parezca todo lo contrario. Puede que me veas en algún mercadillo de segunda mano o en alguna Central cometiendo el pernicioso acto de intercambiar oro por especias. Y claro, eso podría llevar a cualquiera a una interpretación errónea. No hay nadie más en mi cama, pero igualmente voy a decirlo. ¡No es lo que parece! Para empezar hay libros que no entran en mi campo de visión. Libros que pasan por mi lado y que dejan la misma huella que toda esa gente que va en el metro en hora punta. En segundo lugar están aquellos libros que mi cuerpo rechaza. La arcada bibliográfica. Libros que me hacen mirar a otro lado. Después están los libros que no me eligen a mí, libros con los que intento tener algo pero que no se presentan al encuentro, libros para los que no soy lo suficientemente inteligente o divertido. Libros que no quieren aparecer conmigo en Instagram. Libros-filtro que miran desde arriba a humanos bajitos como yo.  Y por último están los libros que aún no sé que existen. Libros que me esperan. Libros con los que quiero cruzarme, pero con los que nunca llego a colisionar. Éstos son los peores. Éstos me dejan con la sensación hueca de que ahí fuera hay una historia para mí que está siendo escuchada por cualquier otro. Una narrativa a la que también le gustan los domingos pero que todavía no sabe cómo me llamo. Al final, sólo quedan los que son. Estos que traigo. Estos que existen e insisten. A mí ya me valen. Yo no me responsabilizo de ellos. Pero ellos asumen el riesgo.