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martes, 10 de marzo de 2015

Claus y Lucas

He acabado siendo víctima de un libro. Sí, un libro me ha hecho bullying, o boolyng, o como se diga cuando un libro te destroza por el simple hecho de ser un ingenuo.  Y es que nada es tan simple como parece. Ni tan superficial como para no ahogarte en el proceso. Sí, el libro de Agota Kristof que publicó allá por 1986, cuando yo acababa de nacer, no es trigo limpio. Es duro en todas las acepciones del término. Y juega contigo. Con la idea de literatura. Y con la multiplicidad de narradores. Este libro ha visto más países que yo. Se ha acostado con más mujeres. Y escupe mucho más lejos. Me siento como Kate Winslet asomada a la baranda del Titanic y manchada por completo con su propia saliva. Tres niveles de realidad. Tres historias contenidas unas en otras. Juegos mentales e identidades solapadas. No, no estoy reseñando la última de Christopher Nolan. Este libro ya estaba en el mundo mucho antes de que este señor hiciese cine.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Mortal y rosa


Uno siempre le tiene un miedo y una risa a las cosas que no conoce o que conoce mal.  Rescatar a Francisco Umbral de la categoría de cosas a evitar ha sido todo un acierto. A cuántos lugares no estaré yendo por culpa de lo pesadas que se están volviendo estas alforjas llenas de prejuicios. Como sea, aquí estoy, herido de muerte, agonizando de alegría ante la tristeza gamberra de Mortal y rosa. Un libro que es muchas cosas. Implacable como género literario. Bienvenidos a la mala hostia documentada de Umbral.

La historia poetizada de cómo me siento

Si este libro no está en ninguna lista de lecturas obligatorias no es  porque no tenga méritos propios para, no ya forma parte de ella, sino para encabezarla. Creo que en sus escasas 250 páginas se esconde uno de nuestros buques insignias en cuanto a literatura autóctona se refiere. Pero no es un libro al uso. Al menos no en el sentido narrativo del término. Estamos ante un examen emocional del hombre de nuestro tiempo. Un elegía al niño perdido –en un sentido metafórico y en un sentido literal-. Una carta de amor hacia la persona cuya mano agarrar antes de rompernos. No, no para de reinventarse constantemente.

miércoles, 27 de marzo de 2013

¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?



Escribir en 2013 sobre ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? es, cuanto menos, redundante. ¿No está todo dicho ya sobre la obra más mediatizada de Philip K. Dick a.k.a. Dueño y Señor de la Paranoia Metafísica? Quizás sí. O quizás es su adaptación cinematográfica, Blade Runner, la que se ha llevado el gran trozo de ese pastel que es el conflicto hombre – maquina. Deckard versus Nexus-6. No, no voy a escribir sobre las eternas comparaciones entre libro y película, porque cada uno ha sabido encontrar su hueco en la ciencia ficción. No se pisan. No se agreden porque orbitan en sistemas diferentes.

Entrar en Dick es, ante todo, una prueba de fe. No de esa fe televisada que destiñe, sino fe de la de antes, de la de no saber siquiera si vas a disfrutar del aprendizaje. Si la retribución por dicha entrega será, ya no satisfactoria, sino mínimamente útil. Y aunque la novela que nos ocupa no sea turbulenta en la mayor parte de su recorrido, sí que nos encontramos pasajes marca Dick®. Momentos de no entender nada, de cambiar de arriba abajo las reglas del juego, de dudar de si lo que creíamos que era cierto no lo era en absoluto. Citando al autor: 

"La Realidad es aquello que, incluso aunque dejes de creer en ello, sigue existiendo y no desaparece."

martes, 21 de agosto de 2012

Vida de Pi


Zoofilia corporativa

Pi Patel es un chico peculiar en más de un sentido. Su nombre es un homenaje a una gran piscina pública francesa. Sus amplias creencias religiosas le han hecho profesar su fe al hinduismo, al cristianismo y al Islam a partes iguales. Por último  su familia gestiona un zoo.  Estos tres rasgos han definido por completo la formación de este joven indio que verá cómo la vida le da la vuelta por completo a su mundo cuando se hunde el barco en el que viaja con su familia a Canadá. Como únicos supervivientes, una cebra, una hiena, un orangután, un tigre de bengala y Pi.

Empieza así el verdadero núcleo narrativo de esta historia. Aquí es donde se da la carnaza y donde se aplicarán con una extraña lógica las leyes del darwinismo. La búsqueda de alimento para este arca de Noé de dimensiones reducidas, la crisis de fe para alguien con tres grandes religiones a sus espaldas y el establecimiento de las dinámica de poder serán los tres pilares sobre los que zozobre este libro.

Cuando no te queda atadura alguna con tu propia especie, tirar de la cadena alimenticia puede ser una pésima decisión.