sábado, 29 de noviembre de 2014

Los viajeros de la noche

El frío vuelve a los humanos narrativos. Los reúne en torno a una hoguera o cualquier otra fuente de calor a contar historias. Propias o ajenas, estas narraciones siempre acaban hilándose con el sentido de la supervivencia. Alguna enseñanza para el joven que empieza o alguna confesión final para el viejo que se despide. Hay algo de conocimiento esencial, de sabiduría explícita en la historia que contamos a los demás o a nosotros mismos cuando llega el frío. Y no puedo desligarme de esta idea al leer la novela de Helene Wecker. Porque lejos de ser un libro al uso, la historia que nos ofrece Wecker va marcada con esas notas de oralidad propia de los cuentos. Hay elementos fantásticos, proezas increíbles, amores no correspondidos, villanos y mártires. Sí, y sin embargo no es esta una fábula para niños. Es la historia que alguien creyó oportuno guardar para justo este momento. Para que, ya de adultos, tuviésemos que mirar atrás entendiendo que aún sigue llegando el frío y aún nos queda un par de cosas por aprender.