jueves, 27 de marzo de 2014

Tierra desacostumbrada


Mi mejor amigo es indio. Es un tipo que se ríe de mis lecturas. La mitad no las entiende, la otra mitad no le interesa. En mis intentos por convencerle de la larga tradición de narradores provenientes de la India, he investigado qué podría llegar a interesarle. ¿El realismo mágico de Arundhati Roy? ¿Las claves políticas más reciente de su país a través de Salman Rushdie? ¿Naipaul? Y de pronto di con Jhumpa Lahiri y sus indios transoceánicos. Aquellos que dejan atrás una historia repleta de invasores y leyendas mitológicas para definirse a través de una nueva cultura con la que interactuar. Hay miedo y hay expectación. Estas son las historias triunfadoras de Lahiri. Historias que empecé buscando para él y que, finalmente, decidieron quedarse conmigo.

Krishna ya no vive solo

Estados Unidos es ese nuevo mapamundi donde todas las culturas, historias e identidades van a parar. Eso sí, trastocadas bajo el axioma irrevocable de Que lo tuyo conviva con lo nuestro aunque nadie tenga claro exactamente qué es lo nuestro. Señálame un país y te diré qué escritor de dicho origen ha contado sus andanzas en el nuevo mundo. Podríamos decir que estamos ante un nuevo género literario en expasión. Rusos, japoneses, chinos, coreanos, dominicanos, nigerianos… Todos cuentan la historia poliédrica de Estados Unidos insertando su propio idioma, sus propias costumbres, sus propios dioses. Y de esta retroalimentación han surgido un sinfín de magníficas novelas y una aproximación fácil a la difícil pregunta de quién soy yo cuando nada de lo que me rodea me pertenece.

lunes, 17 de marzo de 2014

Perdida


Lo cierto es que no pensaba ponerle ni un dedo encima a este libro. La conjunción entre best seller y novela negra me atraía tanto como un spray de pimienta sobre mi mirada casta e inocente. Sin embargo, el murmullo constante que se oía hacía meses y que aún vibra en torno a la historia de los Dunne tenía validez. Nada es lo que parece. Nada nos gusta más que creernos un prejuicio. El mundo se vuelve cognoscible ante el mínimo esfuerzo. Y no estoy seguro de que, como dice la campaña de marketing, no haya leído nada igual. Pero puedo asegurar, aunque a estas alturas mi palabra no valga mucho, que ni yo ni esta novela somos lo que un principio parecíamos ser.

Lo nuestro está perdido

Amy y Nick Dunne son un matrimonio ejemplar. Brillan, destacan, son guapos y triunfadores. Hasta que dejan de serlo. Y su maravillosa vida neoyorquina da lugar a una vida más modesta en el Medio Oeste. Lo anodino de sus nuevas vidas se trastoca cuando Amy desaparece dejando indicios claros de un asalto violento. Vale, estas cuatro líneas definen el argumento de las primeras cuarenta páginas. Y a partir de ahí todo se vuelve laberíntico, retorcido y entrópico. La impaciencia, las dobles intenciones, los conocidos y los espontáneos empiezan a mover las piezas de sitio. Los indicios se convierten en cortinas de humo. La verdad carece de importancia. Y las mentiras, como en toda buena historia de amor, cobran el tamaño de mascotas sobrealimentadas. Perdida es una novela mentirosa. Pero no por omisión, sino por ser todo lo que se espera de ella al mismo tiempo y no darte cuenta hasta mucho más tarde.