Mostrando entradas con la etiqueta .David Foster Wallace. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta .David Foster Wallace. Mostrar todas las entradas

domingo, 26 de octubre de 2014

Conversaciones con David Foster Wallace




Conocí a David Foster Wallace en el otoño de 2005. Sin embargo, no llegamos a hablar hasta mucho tiempo después. Él publicaba en castellano Extinción y el ejecutivo exhausto y destrozado que se refugiaba en un baño público que coloniza la portada me fascinó. Yo era demasiado joven para hablar de anomia. Wallace demasiado viejo para hablar del Ello. Ya estaba todo dicho. Yo comenzaba. Y él se acercaba a desenlaces unilaterales. Fue cuando murió, ya bien enterrado, cuando empezamos entablar contacto. Siempre he tenido una tendencia insana a relaciones poco ventiladas.

Nunca hemos compartido una mesa. O un café. No lo he visto masticar tabaco. Ni él a mí tartamudear. Pero hemos coincidido en lugares. Espacios de mutuo tránsito. Referencias geográficas que no se pueden cartografiar.



viernes, 18 de octubre de 2013

La Broma Infinita (70 cosas que he jurado no olvidar)

¿En serio? ¿De verdad alguien se ha atrevido a reseñar el buque insignia de Wallace y no ha perdido la cabeza en el intento? Lo máximo que puedo dar de mí es este cuaderno de bitácora, un paseo de lo que ha sido, de lo que nunca fue y de lo que pudo haber sucedido si otro que no fuese yo hubiese leído La Broma Infinita. Si otro que no hubiese sido Wallace hubiese escrito una carta de despedida, dando instrucciones pormenorizadas de cómo hacer arder todos los ejemplares de la maldita obra. Y es que La Broma Infinita puede acabar con cualquiera. Y lo peor de este libro, quizá lo más llamativo, es que no te mata como lo haría una bala al perforarte, sino que asume el rol de esa falta de reflejos que te impide esquivarla. 


1. Empecé la novela el 1 de julio y la acabé el 7 de septiembre. Un total de 69 días. Empecé en Barcelona y acabé en Sevilla. Supongo que he superado todos los parámetros de tiempo y distancia que un lector debería llevar a cabo con este libro. Nunca fui muy rápido. 

domingo, 6 de enero de 2013

Entrevistas breves con hombres repulsivos



Y llegó el día señalado. El juicio, al final. David Foster Wallace y yo nos hemos cruzado. Una cita complicada por las expectativas depositadas el uno en el otro. Y es que no sé si he estado a la altura. Tampoco sé si la fama que le precede ha sido humo o fuego. Lo cierto es que tras leer estas Entrevistas breves con hombres repulsivos aún sigo sin tener claro del todo lo que ignoraba del encumbrado y difunto autor de La Broma Infinita.

A la caza del último hombre bueno

Las relaciones en estos tiempos que corren son, en muchos casos, análisis psicopatológicos de los miembros implicados. El amor requiere tratamiento. Y el sexo nunca, nunca es la cura de nada. Ellos y ellas se lanzan a batallas que saben de antemano que no pueden ganar. Y es ahí donde Foster Wallace muerde. Lo absorbe y lo suelta en esta colección de cuentos y otros textos difíciles de definir, a caballo entre muchas cosas.