viernes, 18 de octubre de 2013

La Broma Infinita (70 cosas que he jurado no olvidar)

¿En serio? ¿De verdad alguien se ha atrevido a reseñar el buque insignia de Wallace y no ha perdido la cabeza en el intento? Lo máximo que puedo dar de mí es este cuaderno de bitácora, un paseo de lo que ha sido, de lo que nunca fue y de lo que pudo haber sucedido si otro que no fuese yo hubiese leído La Broma Infinita. Si otro que no hubiese sido Wallace hubiese escrito una carta de despedida, dando instrucciones pormenorizadas de cómo hacer arder todos los ejemplares de la maldita obra. Y es que La Broma Infinita puede acabar con cualquiera. Y lo peor de este libro, quizá lo más llamativo, es que no te mata como lo haría una bala al perforarte, sino que asume el rol de esa falta de reflejos que te impide esquivarla. 


1. Empecé la novela el 1 de julio y la acabé el 7 de septiembre. Un total de 69 días. Empecé en Barcelona y acabé en Sevilla. Supongo que he superado todos los parámetros de tiempo y distancia que un lector debería llevar a cabo con este libro. Nunca fui muy rápido. 



2. El libro en formato papel -y en edición de bolsillo- pesa tanto que vulnera todas las normas ergonómicas escritas hasta la fecha. No puedes salir de casa con él. No es fácil leerlo en la cama. Es incómodo para interactuar durante todo el recorrido. Es el libro, y no tú, quien decide cómo, cuándo y dónde será leído. Mi venganza personal fue meterlo en un avión contra su voluntad.

3. La historia tiene tantas bifurcaciones y llega a volverse tan retorcida que difícilmente la contraportada del libro o este párrafo pueda englobar todo lo que sucede. Sintetizar la novela de Wallace es reírse de uno mismo por soberbio. Sin embargo, ahí va: James O. Incandenza, joven promesa frustrada del tenis, inventor, cineasta tardío, fundador de la Academia de Tenis Enfield, padre de tres hijos varones, alcohólico en sus últimos años y suicida victorioso, es la figura sobre la que todo gira. Una de sus última películas, 'La Broma Infinita', está causando estragos debido a la fascinación paralizante que ejerce en aquellos que la visionan. Se comienza una investigación con el fin de frenar esta amenaza de dimensiones escalofriantes. Sin embargo, lo cierto es que muchos de sus personajes principales ignoran por completo esta trama y acaban sin implicarse en este presunto argumento alfa. 

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5. Los tres hijos de James son Orin, Mario y Hal. Cada uno tiene su propio bagaje errático, su propia historia traumática personal. Orin, un jugador de fútbol americano y seductor nato, incapaz de hablar con su madre y resentido con su padre por líos de faldas. Mario, el hijo deforme cuyo talento para ver lo que sucede a su alrededor es más certero que el de cualquier otro. Y por último, Hal, quien puede definir cualquier palabra, devolver cualquier saque, pero no sabe decir cómo se siente porque posiblemente no sienta nada.

6. Avril Incandenza, madre de la camada y lingüista ortodoxa. Detrás de ella, se esconde mucho de los secretos que arraigan en lo más profundo de sus hijos. Una mujer altísima, canadiense y de principios exquisitos. Incapaz de ser real.

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8. En la Academia Enfield de Tenis, los personajes, en su mayoría alumnos, abundan por doquier. Todos tienen algo que decir, todos tienen un juego particular, todos tienen un minitrauma que explotar. La mayor parte de ellos tiene el conocimiento de quinces licenciados y la adicción de un yonqui octogenario. Los nombres, nacionalidades y registros formales acampan a sus anchas en los pasillos de la academia. Perderse es obligatorio.

9. Uno de los momentos claves en la Academia Enfield es la partida de Escatón. Juego inventando, mezcla de tenis y Risk que acabará volviendo loco a cualquier lector sin nociones avanzadas de geopolítica y matemáticas aplicadas. Una pasada, una tomadura de pelo, una simple muestra de las revoluciones a la que funcionaba la cabeza de Wallace.

10. El grupo The Decemberist, usó la partida de Escatón que se narra en la novela para ponerle imagen audiovisual a su canción Calamity Song. Hasta la fecha única adaptación sacada del papel hecha de La Broma Infinita 


11. Uno de los consejos que puedo darle a los futuros lectores es que se apunten a unas jornadas de farmacología antes de sumergirse en esta novela. Si bien, más avanzada la trama el autor se relaja un poco, en las primeras 200 páginas aparecen citados tantísimos medicamentos que uno empieza a sufrir un colapso irrefrenable de información. Creo recordar que uno de los medicamentos citados sirve para los colapasos de información.

12.


13. Frente a la trama -y subtramas- que tienen lugar en la Academia Enfield, tenemos por otro lado la Ennet House, centro de desintoxicación que también asume gran parte del recorrido de la novela. En este caso, frente al joven Hal, tenemos a Don Gately como personaje alfa de este escenario. Un expresidiario que participa de forma activa en la gestión del centro, pero cuya dureza le impide comulgar con los preceptos y filosofía del centro. Al menos, en un principio. Como nota añadir que pesa más de 120 kilos. 

14. Igual que en la Academia de Tenis, son muchos los personajes que veremos pasar por la Ennet House, desde su directora Pat Montesian, adicta a los perros, hasta personajes claves a demasiados niveles como Kate Gompert o Joelle Van Dyne.

15. La tercera trama relevante, mencionada anteriormente, es la de la búsqueda y detención de la película que está dejando a medio mundo paralizado y catatónico tras su visionado. 'La Broma Infinita' como película es el objetivo que persiguen distintos bandos antagónicos cuya lucha tiene connotaciones políticas, revolucionarias, mucho de venganza y sometimiento. Y es que uno tiene que olvidar las nociones de Estados Unidos que tiene en su cabeza. Canada ha reconfigurado el mapa y las alianzas y apuñalamientos están servidos. 

16. Dos de estos personajes enfrentados son un hombre musculoso disfrazado de mujer y un señor en silla de ruedas (sin piernas) que guarda una metralleta bajo una manta. Ambos personajes, de importancia capital en la trama, mantienen una conversación en un acantilado durante más de 700 páginas de la novela. Con interrupciones, pero siempre volviendo al mismo desfiladero.

17. La conversación, no hace falta decir, es maravillosa de principio a fin. Aquí, una muestra [1]

18. 
19. El factor común de todo lo que sucede en La Broma Infinita, es James O. Incandenza. Por eso, cuando las conexiones menos obvias salen a la luz, cuando personajes alejados en el tiempo y la distancia se encuentran, uno no puedo más que ayudarse a sí mismo a cerrar la boca. Porque los juegos superficiales que Wallace nos ofrece no tienen ni punto de comparación con las pequeñas perlas que están sucediendo bajo la superficie para aquellos que hunden un poco más el pescuezo en el charco. 

20. Llegados a este punto, puedo entender por qué la gente no quiere hacer reseñas o por qué éstas siempre se quedan a medias o no reflejan ni por asomo lo que uno ha vivido durante todo el proceso de lectura. He querido dejar la novela un par de veces. En otras ocasiones, he querido leer cualquier otra cosa. Por cada razón que Wallace me ha dado para mandar el libro a la mierda, me ha ofrecido otra para recomendarlo mil veces.

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22. Actualmente puedo enumerar las razones por las que toda persona atrevida debería leer la novela. También tengo en mi haber los motivos por los que cualquier persona en su sano juicio debería ahorrarse el tiempo que yo he invertido. A pesar de todo, le he dado 5 estrella en Goodreads.

23. Otros siete contactos míos en Goodreads también le han otorgado 5 estrellas. Me gustaría saber si ellos han escupido sobre si mismos como lo hice yo.

24. Cuando acabé la novela, esto fue lo que escribí [2]

25. Una de las reflexiones que más marcado me dejó fue la de la evolución del héroe. Entendida como un salto cualitativo entre la rudeza necesaria y la astucia burocrática. La divergencia de la figura arquetípica del héroe es una joya de la literatura más reciente. Y la nota final de gran humor con la que cierra su especulación es de quitarse el sombrero. Me dio suficiente mecha para leer cien páginas más.

26. 
27. Durante todo el trayecto de lectura, estuve de la mano de Brenda. Esto fue lo que ella rescató tan sólo hasta la página 200 [3]

28. La Broma Infinita es el único libro que necesita dos puntos de libro. Por un lado para la historia, por otro, para las notas -todas ubicadas al final del libro y que atesoran más de cien páginas a fuente 7-. Las notas son una de las grandes tomaduras de pelo de Wallace en esta novela. Aclaran términos científicos o farmacológicos, recogen entrevistas, terminan frases, explican siglas, desarrollan fórmulas matemáticas y trasladan la acción a otros lugares que NADA tienen que ver con el texto que te llevó a esa nota. Hay notas extensísimas. Hay notas ridículas. Hay notas sin conexión. Y luego está la nota 24.

29. Secundarios apoteósicos I. John Wayne, el número 1 de la Academia Enfield, canadiense, callado y rescatado de una familia estricta por James O. Incandenza durante el rodaje de una de sus películas. Un tipo cuya colofón final ha sido uno de los momentos más wtf de toda la novela.

30. 
31. Considero que durante muchas -demasiadas- partes de la trama, Foster Wallace mete demasiada paja, aluvión de datos innecesarios que lejos de agilizar la lectura, la entorpecen sin llevarte a ninguna parte. Grandes tramos carentes de sus reflexiones más soberbias, sin los personajes que conocemos, sólo dando brillo a una parte en la que jamás nos fijaríamos si él no hubiera puesto el foco apuntando a esa dirección. 

32. Por otro lado, la capacidad para trabajar las relaciones entre personajes es tan certera, que se trasciende el apartado de ficción para llegar a un punto en el que uno se mira a sí mismo. Lo que sienten los personajes desborda las páginas. Y en más de una ocasión me he visto con los pies mojados, en medio del salón, perdido, incapaz de huir de todo lo que esas letras juntitas estaban ofreciéndome como si tuvieran voces humanas, como si fueran capaces de ladrar.

33. Ahí va un momento que me dejó ligeramente trastocado [4]

34. Lo cierto es que todo lo que tenga que ver con Mario Incandenza me deja en estado de hermoso estupor. Su capacidad para lo humano, para trascender el monstruo en el que está inserto, para ver con aquello que no requiere agudeza visual. Sólo él sigue los pasos cinematográficos de su padre. Maneja marionetas y lentes con un destreza endiablada. 

35. 

36. Triunfar es terrible. Triunfar es el bloqueo máximo. Es el cólico nefrítico del ego. Así se nos explica en esta novela. El triunfo y la adicción son el revés y el envés de la misma guillotina. La sensación de que sólo desde arriba uno puede caer desde lo más alto. Todos se esfuerzan en ser alguien que pueda ocupar una portada, aunque dicha portada acabe sosteniendo tazas de café demasiado calientes. 

37. Hay una extraña relación en hacer ruido mediático y que te quieran. En esta Academia Enfield, no sólo se enseña a manejar una raqueta. También anulan la fragilidad humana del jugador. Y todos pagan el precio. Hay algo inhumano, frío, robótico en la mayoría de personajes que ya no saben cómo deberían sentirse. Pero, cuando las luces se apagan, cuando nadie mira, las camas se mueven de sitio por pura pena, por la propia dinámica de los cuerpos gravemente heridos.

38. En cambio, en la Ennet House, el tema es el de la templanza. El aguantar imposible, impasible, al que todo adicto debe hacer frente. Y son tantas las posibilidades de la adicción que la cola de espera para ser tratado es larguísima. Muchos son los personajes que necesitan que les digan en qué deben creer cuando la fe propia se ha convertido en una desagradecida sin miramientos.

39. Hay una patina religiosa potente a la hora de hacer frente a los problemas. No en el sentido católico, o no exclusivamente. Pero hay que hablar de noche, mirando al infinito. De rodillas. Usando los términos que mejor ayuden a explicar cuánta ayuda necesitan aquellos que no han sabido hacerlo bien a la primera, ni a la segunda. Una necesidad de verbalizar lo de dentro. De creer que alguien está escuchando nuestras plegarias aunque, como veremos durante la novela, esa entidad que oye todo el tiempo en numerosas ocasiones tiene un NO como respuesta.

40. 
41. Secundarios Apoteósicos II. Joelle Van Dyne. O LCMBDTLT. O Jo Ellen. O Madame Psicosis. O La Muerte. O la chica del velo. Todos han conseguido ver ella lo que han necesitado. Todos han convertido a Joelle en una gran excusa para hablar de ellos mismos. Nadie sabe si esconde una belleza que acaba destrozando a aquellos que la observan o si, en cambio, sufre una deformación atroz consecuencia de un accidente doméstico. Lo cierto es que Joelle es un personaje cuyo magnetismo traspasa el papel y acabas enganchado como todos los que han estado anteriormente ante ella.

42. Como curiosidad, Joelle es el único personaje junto con James O. Incandenza que tiene relación con las tres tramas principales de la historia. 

43. Una de las locuras más difíciles de digerir de la novela es el aluvión de anécdotas y personajes interconectados que tienen su espacio. Foster Wallace no escatima en detalles y le presta atención a todo bicho viviente que tenga algo, lo que sea, que ver con la trama. Así uno acumula minihistorias por doquier y si no está atento, nunca entenderá del todo qué influencia ejerce en algunas de las tramas principales. Tipos despiertos durante 1200 páginas. Confieso que yo no lo he sido, y que muchas veces me he perdido. 

44. La riqueza de detalles que Wallace es capaz de ofrecer da miedo. El ojo que todo lo engloba. Todo lo llena, lo sintetiza y lo traduce en sintaxis. Da miedo, pero nada queda ambiguo a un nivel fotográfico, todo paisaje, toda puesta en escena es tan jodidamente rica en detalles que ni siquiera puedes elegir no estar dentro de lo narrado.

45.
46. Pienso en los bocetos, esquemas de personajes y cuadernos de notas de La Broma Infinita. Y me río. Y me tengo que agarrar a algún mueble. Y pienso por qué yo. 

47. Esas relaciones que acaban siendo importantísimas. Que no puedes desligarte de ellas. Que no importa cuánto jabón uses porque, tras la ducha, la piel te sigue oliendo a otra persona. Esas relaciones que nos diluyen. La Broma Infinita es la versión encuadernada de este tipo de relaciones.

48. Que nadie se confunda. No estoy diciendo que sea mi nuevo libro favorito. Ni mi libro de cabecera. Ni que me lo haya pasado bomba. Aún no he vuelto a recuperar el don de la lectura. La alegría insensata de la palabra escrita. 

49. Podría abrir un nuevo blog y hablar sólo del punto 47 durante años. 

50. La Broma Infinita tiene el final más insatisfactorio que he leído nunca en una novela.

51.
52. Hay un capítulo en torno a la publicidad, a la evolución de los productos y a la docilidad de los consumidores que exigen que exista alguien que dirija sus necesidades y sus deseos. Escalofriante pero muy cercano a la realidad. Antes de Wallace no sabía que existieran los raspadores de lengua.

53. Hay un capítulo en el que el mundo de las videollamadas trastoca por completo la conciencia física que cada uno tiene de si mismo. A tales niveles que ni siquiera el interlocutor sabe que la persona que le responde es justo la persona a la que quería llamar.

54. Hay un capítulo que trata el marketing político en situaciones de crisis, un capítulo escalofriante en el que se intenta poner a niños desnutridos andando descalzos y mirando a cámara mientras lloran para poner a favor de los intereses de uno a la Opinión Pública.


55.
56. Va, me lanzo a la piscina. Yo diría que a grandes rasgos esto es una novela sobre la tiranía del entretenimiento. Sobre cómo el hecho de ser adulto se ha vuelto tan divertido que ya no tenemos tiempo para hacer otra cosa que pasárnoslo bien. Y de este panorama utópico hemos creado un infierno lúdico que nos hace arder con facilidad.

57. La oda a la distracción está servida. Los estímulos nos rodean. Nadie se concentra, nadie permite a que su mirada se pose en algo más allá de dos, tres minutos. La generación de la prisa fácil. Los personajes de Wallace funcionan dentro de esta dinámica.

58. Secundarios Apoteósicos III. Kate Gompert. Ella y el ello. La depresiva crónica que nos intenta explicar dónde ha ido a parar la antigua versión de sí misma. La paciente cero. El personaje hipertextual. La excusa de Wallace. Puede que esté cayendo en la interpretación fácil, que la realidad sea, incluso, más compleja que este libro. Pero cuando escuchamos las explicaciones de Kate sobre por qué la gente se suicida, uno sólo puede ponerle la voz de un escritor americano incapaz de convivir con su momento. Kate no es Kate. Ya no es ella. Y, ahora que no siente nada, es mucho más significativa que antes.

59.

60.  No cabe la posibilidad. No hay espacio para la probabilidad. Todo lo que sucede con este libro, sólo te va a suceder a ti. Para ti habrá partes que brillen. Para ti habrá líneas y líneas que Wallace podría haberse ahorrado. Para ti será un reloj cuyo tiempo interno marcará la relación única e intransferible que mantegas con tu ejemplar. No existen modelos de lectura parecidos en un libro como este. Y, aunque los hubiera, acabarían siendo inútiles a partir de la página 200, cuando te das cuenta de que sólo estás tú y el maldito libro. Y que la salida va a parecer ante ti si te dejas la piel. Sin ayuda de intermediarios.

61. La Cultura Pop convertida en un campo de minas. El postmodernismo y el ahora eterno permea toda la novela. Soy incapaz de imaginar esta lectura dentro de 200 años. No puedo presenciar a los hipotéticos lectores del futuro sin el bagaje exacto del tiempo que estamos viviendo y que entiendan la novela del modo en el que yo lo hago.

62. Y la pérdida. Lo que ya no está sujeto a nuestras deseos y lamentaciones. Lo que se ha ido. Durante toda la lectura tuve la sensación de que todos los personajes habían perdido algo. Lo confirmasen ellos mismos o no, podía ver como todos se esforzaban en convivir con sus agujeros.

63. El catálogo de las formas que se usa en la novela para expresar lo que ya no se tiene es de estudio antropológico. En algún momento, todo lector encuentra la forma adecuada. Un entiendo perfectamente lo que dices que ayuda a no soltar el libro.

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66. Otra de las ristras que Brenda salvó de su lectura [5]

67. Supongo que puedo acabar diciendo que la inmensidad aparente de la novela infinita es un fiel reflejo de la envergadura hecatómbica de su contenido. Las extensiones del páramo son acojonantes. Las desdichas y la mezquindad son las hierbas malas que nunca mueren en torno a personajes con un pie en el otro lado. 

68. Supongo que puedo acabar diciendo que la deconstrucción del lector no se había llevado antes a cabo como aquí. Que el lector, ingenuo, debe estar atento a las embestidas y a la confusión, saber consumir la droga implícita y la explícita, darle brillo al conocimiento autoadquirido y a los apuntes de la carrera, comulgar con las nociones de narrativa del siglo XIX, XX y XXI, y no morirse. El lector debe recordar no morirse en el intento.

69. Supongo que puedo acabar diciendo que David Foster Wallace está muerto, pero el muy cabrón ha hilado tan fino su propia astucia que nadie sabrá nunca qué paso con el cadáver. Las cenizas son mentira. El fin de la novela también. Y el hipertexto que lleva su nombre aún no ha acabado. De alguna forma, alguien dará con él otra vez a golpe de clics y cuando se descubra todo el pastel, nos otorgará una carcajada de intelectual americano y dirá: 

"Ahora sí, FIN."

Y en ese entonces tampoco deberíamos creerle.

70.
La persona llamada "psicóticamente deprimida" que trata de suicidarse no lo hace por "falta de esperanza " ni por una abstracta convicción de que el debe y el haber de la vida no cuadran. Y sin duda no lo hace porque de pronto la muerte le parezca fascinante. Una persona en la que la invisible agonía del Ello alcanza cierto nivel insufrible se mata del mismo modo que una persona atrapada salta en algún momento para escapar de las llamas. Que no haya dudas sobre la gente que salta al vacío. Su terror a lanzarse desde una gran altura es tan grande como el de otra persona que se asoma a esa ventana para ver el paisaje; es decir, el miedo es una constante. La variable aquí es el otro terror, las llamas del incendio: cuando las llamas se acercan lo suficiente, arrojarse al vacío se convierte en un terror ligeramente inferior al otro. No se trata de ningún deseo de dejarse caer; es el terror a las llamas. Y, sin embargo, nadie en la acera que observa y grita que no se tire, que aguante, puede entender el salto. Realmente no. Se tiene que haber estado personalmente atrapado por las llamas para comprender realmente que ese terror es muy superior al de la caída.

17 comentarios:

  1. Después de leerte (detenidamente, que conste) creo que voy a reconsiderar mi definición de "lectora atrevida".

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    1. Wow! Ana, fuiste rápida! He de decir que la novela te llamará. Te dirá "léeme ahora!" y será el momento perfecto para lanzarte a ella.

      Gracias por pasarte, Valiente!

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  2. .... y yo soy MUY fan de esta entrada. Porque se lee el tedio y el interés por el libro. Y que da la sensación de que es más que un libro, y no en el sentido hagiográfico que nos gusta encontrar en libros, si no pq te ha dado que pensar. Si no queda mal decirlo (aunque si)... joder que ganas.

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    1. Hola Nit!

      Tenía que hacerlo, dejar claro dónde me metí en su día. Dónde se confundió todo a tales niveles que ya no sabía la razón que me llevó a esta novela.

      ¿Acabarás entrando tú también en el juego de Wallace?

      Espero que sí.


      Gracias por pasarte!

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  3. Los fans reputados del libro, esos que lo leyeron cuando salió, cuando yo no era más que un adolescente asustado por el tamaño del libro, por la extensión y dificultad lo partían a trozos para poder transportarlo, llevaban pedazos de libro y siempre las notas :)

    Es imposible reseñar el libro si no es como lo has hecho tú, mi borrador es lo más extenso que he escrito en mi vida, no he sabido enfocar la reseña, las impresiones o lo que sea eso que he escrito por ahí. me ha encantado que destaques a Gompert. David Foster Wallace, c'est ELLE!!!

    Creo que también te comenté que Mario me pareció sublime, fuera de tono con el resto del libro simplemente por su forma de ser, alguien más básico, más simple, menos posmodernizado. La nota 24 es genial jajajaja, filmografía completa con referencias deformadas, aparecen también en el cuerpo del libro, buenísima.

    Y sí, es imposible a veces evitar reírse a carcajadas, Pemulis y sus tics y cierto capítulo que roza lo escatológico de manera muy absurda jajaja.

    El capítulo de las videollamadas es, para mí, de lo mejor del libro, lo peor la partida de Eschaton, una vez terminada y asimilada me alegré de no haber tirado el libro por la ventana pero hasta ese momento...

    Y un día que no haya riesgo de spoiler me gustaría saber por qué el final te ha parecido insatisfactorio, no coincidimos en ese punto auqnue puedo imaginar por qué lo dices.

    Un trabajo genial esta reseña, de obligatoria lectura para todo el que se aventure y sobre todo para el que termine escupiéndose encima. Un abrazo, Sergio.

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    1. Te confieso que no sé muy bien qué guardan estos 70 puntos. No sé si ha sido el yo lector, el yo bloguero o el yo despechado el que ha tomado el control de mi reseña. Pero aquí está. No puedo dar más de mí. Al menos no a estas alturas de mi vida.

      Es un mapa. Es una lista. Es una experiencia. Es la definición exacta de mi confusión a la hora de decidir qué he leído.

      Cuando quieras hablamos de ese final insatisfactorio. Y alabamos juntos a Gompert, el personaje oculto, lo real agazapado entre lo ficticio.

      Mucho, demasiado ha sido esta Broma Infinita. Y no se acaba. Sigue todo vivo. Sigue todo candente. Por eso aún no puedo dejarlo atrás del todo.

      Gracias por pasarte.

      Gracias por leerte los 70 puntos!

      Un saludo!

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  4. Aix! No eras tu que sufria una somnolencia cronica... ? Se precisa de muchas horas del sueno para recuperar el esfuerzo dela lectura de semejante libro-ballena. Ser engullido por el, devuelto a la orilla, medio ciego y lleno de magulladuras... No creo que los secundarios apoteosicos me tienten lo suficiente como para sucumbir a la tormenta infinita de su lectura... Por eso mismo te estoy agradecida por ese mapa personal de la obra de DFW... Eres mi hacedor de listas favorito :*

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    1. Exacto.

      Ha sido una ballena habitable. He vivido dentro del mamífero bibliográfico más grande del mundo durante meses. He esperado paciente que me alimentase con las cosas que iba engullendo. He dormido en las esquinas dobladas de cada página, en las costillas espinas de este cetáceo inconmensurable. Y al final, la hoguera que me sacó de él. El fuego interno que te empuja a salir al exterior. A taparte los ojos ante la luz del sol. Y no, sigo sin ser capaz de leer. Sigo sin la soltura de otros tiempos.

      Tendré que volver. Espero. Tendrás que volver. Sigo esperando.

      Gracias por pasarte.

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  5. A mi esta novela me llamo, me dijo léeme ahora y creo que lo esta haciendo de nuevo aunque comparto el tedio que puede causar la obra, también reconozco que te hacer querer seguir leyéndola.
    Muy buen blog, sigue escribiendo así.

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    1. Hola Pilar,

      Sí, lo cierto es que tengo sentimientos enfrentados con Wallace. Y por mucho que llegué a odiar el libro, ahora, con el tiempo, sólo recuerdos los pasajes sublimes que también contiene.

      Incluso quiero repetir con el autor. Ya ves!

      Gracias por pasarte!

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  6. Estaba a punto de apearme en una de sus numerosas salidas(página exit 110),pero tras leerte creo que voy a seguir a ver qué me depara el futuro más allá del horizonte 200,extraordinario mapa del tesoro wallaciano,gracias!

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    1. Hola Carlos. Sí, todos hemos mirado atentamente todas esas salidas y es una opción igual de válida como seguir adelante. Sólo diré que si avanzas, te acabas acostumbrando a ciertas irresponsabilidades narrativas y llegas a lugares a los que jamás pensarías que puede llevarte una novela. Claro que, todo tiene un precio. Ya me dirás qué decidiste.

      Un saludo y gracias por pasarte!

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  7. Bravo. Gracias. Las dos cosas. Y olé.

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  8. Hola! Gracias por esta pedazo entrada, muy muy interesante y necesaria para descifrar todo el universo que rodea a este gran libro... De momento estoy en la página 300 y siento como poco a poco el libro me va poseyendo de algún modo jeje aunque he de reconocer que ha habido momentos en los que tanto detalle y tramas secundarias acababan por desbordarme, pero bueno poco a poco...

    Te recomiendo un libro que acabo de terminar a la vez que sigo inmerso en este. A lo mejor lo conoces, mucho más ligero jeje 200 pag. aprox: "Como en otro mundo" de Russell Banks. Me ha impactado bastante el modo en el que aborda la brutalidad de la existencia a través de unos personajes aislados e indefensos de una pequeña comunidad. Muy interesante, al igual que su otro gran libro, "Aflicción", que tengo pendiente.

    Lo dicho, gracias una vez más por esta gran entrada. Seguiré pasándome por estos lares. Un saludo! :)

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  9. Hola.
    Hoy he terminado La broma. Hasta ahora no había querido leer nada sobre Ello. Esto tuyo es lo primero. Uf, pues nada, que gracias, ¿sabes? después de leerte siento como una especie de alivio por no sé muy bien qué. Tampoco sé muy bien qué voy a hacer ahora. Supongo que mañana volveré a empezar La broma. Ya no sé leer otra cosa. Aunque como que lo odio. Pero tampoco. En fin, todo eso que has dicho arriba.

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