viernes, 27 de febrero de 2015

Cada día

He vuelto al instituto. He guardado en mi taquilla los libros de química y la he cerrado con un golpe. Sí, mis hormonas también han vuelto. Me he sentido invisible. Otra vez. Y me he convertido en la reina del baile, otra vez. He acosado a los blandengues. Y se han reído de mí al tartamudear. He odiado a mis padres. Me he odiado a mí mismo. He visto cómo mi cuerpo se despertaba ante los estímulos más inesperados. Y me he enamorado de todas las personas incorrectas. Sólo he pasado una semana con el libro de David Levithan, pero Cada día me ha hecho sentir como el chico de intercambio que no entiende nada, pero que asimila las nuevas reglas a la velocidad del sonido. He conocido a muchas personas. Y todas eran yo. Es una novela rara. Quizás algo intensa. Pero ¿quién no es raro e intenso con dieciséis años?


domingo, 22 de febrero de 2015

La escuela de la carne

Admito que he entrado por la portada. Sé que es Mishima, sé que su historia truculenta de pasiones mal direccionadas me ha hecho quedarme. Pero un día entré en la librería y fui consciente de esta edición de bolsillo de portada maravillosa y decidí que se venía conmigo. Da igual lo que fuese a buscar ese día. A efectos prácticos, ya ni importa. Fue esa nuca inesperada, fueron las ondas irreales del pelo de alguien que parece dormir. La tranquilidad de un muerto sin nada que decir. La calma inexacta de tener cerca y no tener acierto alguno a conocer a la persona que duerme a nuestro lado.

Sí, la portada me arrastró sin saber que esa imagen extraña ya era parte de la historia que Mishima me estaba contando. La historia de cómo podemos forzar a otro humano a compartir con nosotros nuestra propia red de mentiras.

miércoles, 11 de febrero de 2015

El atlas de ceniza

La narrativa postapocalíptica está de moda. Hay cientos de referencias invadiendo las librerías. Curiosamente, el título más demoledor, el hijo no reconocido del género, no lo vas a encontrar junto a los demás.

A finales de 2013 Alpha Decay publicó la colección de relatos más extraña que he tenido el acierto de leer. Y digo ‘relatos’ porque no sé dónde meter todo lo que sale del texto de Blake Butler, pero lo cierto es que no es una narrativa que pueda ser clasificada. El libro es una fisura extraña dentro de la ciencia ficción donde se instala la alegoría entendida en términos bíblicos. Algo así como la precuela espiritual de La carretera de Cormac McCarthy. Un híbrido entre dos especies destinadas a cazarse mutuamente. Una abominación que respira y que sobrevive contra todo pronóstico.


sábado, 7 de febrero de 2015

Autorretrato


Alguien que sabe de qué pozos literarios puedo sacar agua me recomendó Autorretrato de Édouard Levé. Estoy en un punto de mi vida en el que si sigo aceptando recomendaciones literarias, tendré que renunciar a mi trabajo. No existe tiempo posible para hacer frente a la suma de lo que debería leer, lo que tengo que leer y lo que quiero leer. Sin embargo, me ofreció una frase. Quizás dos. Y paré todas las lecturas del momento porque me estaba mostrando un material ineludible. 

Hace un tiempo convertí Autorretrato con radiador del francés Christian Bobin en uno de mis libros de cabecera. Y, de pronto, llega a mi vida otro francés que se mira a sí mismo y se va quitando la ropa ante un lector que pide más. Y yo, que tengo una tenia en el ojo, no puedo parar de observar o de leer o lo que sea que haga cuando me enfrento a este tipo de autores. No, no es casualidad que no pueda apartar la mirada del país que inventó el término voyeur.

domingo, 1 de febrero de 2015

Book Haul - Enero 2015


He ido a grupos de autoayuda. Ya sabes, eso de sentarnos en círculo para que la mierda de cada uno nos salpique a todos. He dicho mi nombre en voz alta. He comido galletas caseras en el descanso reglamentario de diez minutos. Y casi llega a interesarme todos esas historias confidenciales y previsibles. Me he portado bien. Me he mantenido alejado de las librerías. De la blogosfera. Cuando alguien, en alguna fiesta, ha nombrado a Houellebecq, me he puesto mi abrigo y me he marchado. Sin importar el frío que hiciese fuera. Sin importar lo literario que pudiese ser volver a casa en metro a partir de ciertas horas. Renuncié a todos esos elementos satélites que van con mi objeto nocivo favorito. Le dije adiós a las camisas de cuadros, a las gafas de pasta, a la leche de soja, a las pelis que salían victoriosas de Sundance. Intenté simplificarlo todo. Que Nobel fuese una marca de tabaco. Que Donna Tartt fuese sólo una señora con un corte de pelo bonito. Alpha Decay, una fraternidad universitaria de segunda que no puede permitirse tres letras griegas. Juro que he hecho todos mis ejercicios de respiración. De autocontrol. De mediocridad. He llevado una chapa que decía UN MES LIBRE DE LIBROS. Luego otra que decía DOS MESES LIBRE DE LIBROS. Y aquí estoy. No tengo remedio. He echado tanto de menos la sensación de que todo se me iba de las manos. Tanto de menos saber que estabas esperando esto. Soy nocivo. Y compro libros.