miércoles, 24 de septiembre de 2014

Diez de Diciembre

No, en serio. George Saunders juega en otra liga. Este tipo que dice haber llegado tarde a la literatura es una rara avis que subsiste en su propio ecosistema. Me cuesta compararlo con otra gente. Quizás con un Coupland con facilidad para los medicamentos. Quizás con un Foster Wallace con un coeficiente menor pero compensado con un sentido de la escena francamente apoteósico. No sé, todo lo que digo de este señor me sabe poco. Imaginad por un momento a todos esos teóricos definiendo qué es la literatura posmodernista. Pues bien, Saunders es el que se está acostando con sus esposas. 


Diez cuentos con moralija

O con estaño por costuras. Busca cualquier material que levante la primera capa de piel o de pintura y vierte encima tinta fresca diluida con ácido lisérgico. Es así como Saunders se saca sus cuentos de la manga. Hay más aquí de biblioterrorismo que de manual de escritura creativa. En las diez historias que nos presenta, los personajes, las situaciones y las enseñanzas tienen un doble filo que acaba cortando al menor gesto de duda. Aquí tienes que saltar con los dos pies sin saber cuán profunda es la masa de agua. Y disfruta de la zambullida. Porque es probable que para la recta final de cada cuento te quedes sin aire.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Bajo la piel

Reconozco que fue Glazer el que me presentó a Isserley. La película me hizo preguntarme por la novela y, curiosamente, la novela me ha hecho olvidar la película totalmente. A veces cuando crees que has encontrado algo, sólo estás ante la puerta hacia otro algo más auténtico, más necesario. Hay aquí una historia de ciencia ficción atípica, cuyos elementos no muestran más que las orejas y a través de las cuales uno tiene que imaginar el resto. Un 5 por ciento de extraterrestres y naves y un aplastante 95 en el que se nos pregunta cuántas veces tiene uno que romperse a sí mismo (física y emocionalmente) para estar a la altura de lo que se espera de nosotros. Sí, hay algo en la otra punta de la galaxia que se parece ligeramente a nosotros.


En mi casa no soy raro

Isserley es la protagonista indiscutible de la historia. Una mujer cuya misión es recoger autoestopistas sano y fuertes. Cada día se levanta, hace sus estiramientos, se mira al espejo sin reconocerse y sale de casa. A cazar. Excepto algún que otro contratiempo, sus recorridos por las carreteras del norte de Escocia suponen el grueso de la novela. Pero lejos de volverse monótona o previsible, la historia se enriquece desde dentro de esta extranjera. Su visión del mundo. Su amplitud de miras y la capacidad para adaptarse a sus presas convierten estos viajes en una masa compacta de vivencias extrañas. Porque cuando el desencanto de Isserley parece tocar fondo, Faber nos suelta una de sus perlas milagrosas y todo se vuelve más raro si cabe. Cada vez que el autor nos deja entrever un atisbo de la verdadera identidad de Isserley, el mundo se vuelve más opaco. La capacidad de asombro aumenta. Y la realidad se convierte en una pieza cárnica de exquisita calidad preparada para forzar a un vegano a alimentarse.

lunes, 1 de septiembre de 2014

IMM #13 - Verano 2014


El verano en la ciudad es terrible. Todo ese rebaño de ñus apropiándose de calles deshabitadas. Todos esos obreros reforzando el alquitrán para volver a dejarlo gris antes de las próximas lluvias. Todos esos turistas deslocalizados que disimulan sus quemaduras de segundo grado con un filtro de Instagram. Sí, el verano está lleno de monstruos y niños con cuadernillos de actividades. Y como no tengo conciencia del tiempo y el orden, he adquirido malos hábitos y algunos libros.

Escribo poco y duermo mucho. Confraternizar me parece terrible. Leo sólo cosas que tengan dibujos. Sufro trastornos alimenticios porque únicamente me alimento de agua. Y mi humor pasa por todas las etapas evolutivas de la raza humana. La buena noticia es que hoy es septiembre. Y empiezo a ser otra vez algo que puedo controlar. Algo que sé cómo funciona. Atrás se quedan las historias inconclusas. La sensación horrible de demasiado almidón en la ropa de cama.


Junio, Julio, Agosto y Septiembre. Aquí están mis cuatro Jinetes del Apocalipsis. Los miedos personificados en la autorreligión que me profeso. Pero será pronto cuando vuelva a saber leer. Cuando me siente con un libro sin miedo a morir abrasado. Cuando Octubre llegue y me pregunte en qué ando y yo responda con un título y un autor.