Orden de alejamiento
Peeters es un dibujante de cómic que conoce a Cati, una chica vitalista en extremo, en una fiesta nocturna. Pasan algunos años y ellos vuelven a encontrarse, en diferentes contextos y ocasiones. La química entre ellos es innegable. Ella se casa, tiene un hijo y se divorcia. Peeters aprovecha este momento para acercarse a ella, intimar, no dejar pasar ese tren otra vez. Cuando todo parece ir sobre ruedas para los tres –el hijo es un elemento clave en este trío-, Cati le revela que tanto ella como su hijo son seropositivos.
¡Boom! La bomba ha caído. Y la pregunta que Peeters se plantea es cómo cambiará su vida y su relación con Cati a raíz de esa revelación. ¿Y el sexo? ¿Y el amor? ¿Y, por qué no, la muerte? Todos esos personajes de la tragedia griega se manifiestan de forma sutil en los silencios de los dos amantes, en las atenciones que exige el pequeño de Cati, en la sociedad y la familia cuando la pareja se plantee revelar el hecho.
Diagnosticar una cama
El trazo del autor es simple y limpio. El detalle es escaso. Pero este minimalismo ayuda a la asimilación de lo que se cuenta, un tema bastante duro y complicado. Por momentos, uno se ríe por las situaciones que esta pareja vive, como si pudieran ser por momentos felices. Y lo peor de todo es que es el prejuicio del lector ante el desconocimiento absoluto de la enfermad el que le hace sorprenderse y luego sentirse mal por haberse sorprendido. Al menos, éste ha sido mi caso.
Ellos practican sexo en preciosas escenas de camas. Usan siempre preservativo. Piden consejos a los médicos. Nada dramático. Estamos viendo a una pareja que se quiere. No busquemos giros truculentos, porque si levantamos la alfombra sólo encontraremos grandes conversaciones post coito, largas miradas que pueden sanar a cualquiera.
Mi cuerpo no te ignora
Uno sonríe. Después del sexo, cuando la conexión entre los dos se asemeja a la fibra óptica. Uno tiembla, cuando la sombra de una enfermedad tan separatista se cobija dentro del ser amado. Uno se pierde, otro lo encuentra, los cuerpos dejan de buscar y la manos apagan los radares. Queremos a pesar de los defectos del otro. Queremos con toda la carga que puedan traer. Abrimos la puerta y decimos bienvenidos, sin saber, muchas veces todo lo que entra en ese inocente y esperanzador acto de amor. Pero nos salvamos la mayor parte del tiempo, por no decir siempre. Y estas Píldoras Azules es un claro ejemplo de cómo lo que sentimos nos hace noble, de cómo la duda nos ayuda a entender al otro. Viñeta a viñeta uno se asoma a la ventana de sí mismo, a ese patio interior lleno de maleza, y se pregunta si estaría a la altura.
Justo es eso lo que hace grande a esta novela gráfica. Te enfrenta a lo importante, le quita gravedad y mientras estás flotando dices “te quiero” para poder volver a pisar el suelo. Justo lo contrario a lo que dicen las películas ñoñas.
Frederik: Pero no se puede vivir siempre como un mortal consciente… Yo no puedo querer mientras me digo que veré morir a la persona que amo.
Mamut: Ahí te proyectas. No vayas tan lejos. Confórmate con apreciar a tiempo las cosas que tienen un final.
Frederik: ¿Es esa la elección? ¿Es esa la suerte?
Mamut: No te lo puedo decir. Creo que la suerte es eso que te obliga a seguir buscando.
Frederik: ¡Bah! ¿Para qué? Busco, busco… Doy vueltas y más vueltas… ¡A la larga me arriesgo a perderme yo mismo! Eso es todo.
Mamut: A veces hay que perderse antes de encontrar algo.
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ResponderEliminarAunque me gustó bastante, la misma semana me leí "Blankets" de Craig Thomson y, si bien es más ñoño, me tocó más. Eso me hace pensar que a veces los libros nos impactan más o menos no sólo dependiendo del momento de nuestra vida en el que los leamos, sino de el orden en el que lo hacemos.
ResponderEliminarTiene muy buena pinta, me lo apunto. Me suena de algo, será de verlo en algún otro blog, pero no caigo. A ver si hay suerte y lo tienen en la biblioteca.
ResponderEliminar@saliendodemi: Estoy de acuerdo contigo en que la elección de un libro en función del momento vital que se vive es clave. Y puede hacer que un libro sea aburridísimo o que te cambie algo dentro. Me apunto ese "Blankets".
ResponderEliminar@Atram14: si puedes, échale un ojo, es fácil, bonito y deja muy buen sabor de boca!
Lo tengo apuntado, lo he visto varias veces en la librería y tiene muy buena pinta.
ResponderEliminarbsos!
Hola! Soy de Bolivia y aquí no llegan los tebeos de Peeters ni de Thompson ni de Baudoin. Alguien podría enviarme un link para descargarlos? Por cierto, les recomiendo Píldoras Azules, es un libro bastante maduro, de esos que tocan y te dicen algo y hacen que veas el mundo con otros ojos... Ah! Y también lean a Alex Robinson, está en Astiberri. Un abrazo.
ResponderEliminarMe gusto mucho el viaje onirico al mundo de emociones de Frederik y su mamut imaginario de los consejos.
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