viernes, 1 de mayo de 2015

Las lecciones peligrosas

Alissa Nutting ha revolucionado el término ‘incómodo’ llevándolo a otro nivel. Ha cruzado todas las líneas, se ha pasado de la raya y ha puesto el listón tan imposiblemente alto que nadie podrá llegar con un librito propio y provocarnos cortocircuitos en la tripa. Después de esto, no. Son infinitas las referencias que podrían arrojar algo de luz a la creación del monstruo que acampa a sus anchas en esta novela. Pero no estoy por la labor. No haré comparaciones que me hagan domesticar el miedo. Porque al miedo hay que mirarlo de frente para saber cuánto mide, qué está masticando y cómo nos has encontrado. Sin duda, Las lecciones peligrosas es un tratado sobre el deseo entendido cómo la capacidad humana para autoinmolarse, para encender la mecha sin dejar de sonreír aún sabiendo que ese trocito insignificante de cuerda desemboca en nosotros. Nunca he leído nada igual. Y espero no volver a hacerlo en mucho tiempo. De hecho, no pienso leer nada más hasta que Nutting vuelva a publicar algo, lo que sea.



Efebofagia para principiantes

Celeste Price ha conseguido hacer su sueño realidad: convertirse en profesora de instituto. Pero este deseo no nace de un alma en constante expansión, sino de una entrepierna eternamente humedecida. En realidad no creo ni que exista algo como el alma en esta novela. Porque a la Señora Price lo único que le interesa es deshuesar a pequeños adolescentes carentes de musculatura. Y de este acto de gula sexual nace una historia terrorífica y en la mayor parte de su recorrido, divertidísima, volviéndolo todo más horrible si cabe. Y es que el acto depredador de nuestra protagonista busca la mímesis con su presa con la intención de que, en un lenguaje por ambas partes comprensible, la cópula llegue a buen puerto.

Alissa Nutting no se anda con rodeos a la hora de plantear al detalle planes de ataques, consecuencias posteriores y regodeos varios sobre un asunto ciertamente comprometedor: si una víctima de abusos sexuales no se siente como tal, ¿sigue siendo un delito? ¿Confundir al objeto de tus deseos es pertinente cuando el sujeto torturado sigue pidiendo más? Llevar una lacra con orgullo es un acto depravado cuando muchos otros se cambiarían por ti sin lugar a dudas. Y es que el deseo y todos sus demonios tienen un papel diametralmente opuestos según el género del verdugo, de la víctima y de aquel que observa el delito. 


Déjame que te explique cómo

En la tercera línea de la novela hay una masturbación femenina silenciosa para no despertar al hombre que duerme al lado de aquella que la lleva a cabo. Tan sólo es el principio, pero es un buen entrante para hacerse una idea de lo que va a suceder en las siguientes 300 páginas. Habrá sexo. Habrá cosas que ocultar. Y habrá una exploración de lo femenino sin criba ni timidez. ¿Es porno o sinceridad? No sé cómo adjetivar el estilo de la autora. O, al menos, la fresca gracia a la hora de describir cada acto sexual y cada fantasía sin miedo a reducir la población de mojigatos por infartos de miocardio.

No puedo negar, sin embargo, el ejercicio de género que realiza la autora. Sólo me sale extrapolar la historia a un cambio de sexo y ver las consecuencias de esa ucronía metaliteraria. Porque para lo que ha hecho Nutting no hay precedentes. Ha alzado el papel de la mujer igualándola por abajo, ha cercenado las ideas de bondad o maternidad, para darnos a un sujeto digno de exploración, creando un arquetipo que no es la madre, ni la virgen, ni la puta. Sino, una idea mucho más compleja y estratificada que difícilmente pueda clasificarse con un palabra. No, el personaje de Nutting está lejos de nuestra zona de confort. Y las palabras delitos, pederastia, sexualidad o trastorno no son capaces de acotar a un personaje que roza la maldad y la excelencia. Un personaje que representa toda las pesadillas del primer mundo y que, pese a todo, sigue sin ser explicable por ideas preconcebidas dentro de un patriarcado que no dará nunca voz o nombre a alguien como Celeste Price.

Nutting ha escrito la novela feminista definitiva. Ha arrancado todos los roles femeninos que uno puede esperar como si se tratasen de malas hierbas. Y el resultado es una nueva dimensión de lo terrible que, casualmente, tiene voz de mujer.


La mujer del tiempo

El deseo suele ser la precuela de una catástrofe con nombre propio. Todo comienza cruzando una línea, saliéndose del plano teórico. Es dejarlo suelto y ver al instante cómo el aire caliente empieza a violentarse, a girar en la dirección necesaria para acumular densidad. Y para desbordarse (cualquier metáfora basada en líquidos es pertinente). Los zapatos brillantes y la educación ayudan a disimular que estamos incubando una tormenta. Que la mentira de la templanza está siendo aceptada por todos aquellos que confiarán en nosotros, dejándonos margen de maniobra. Dejando la puerta cerrada al salir.

Sí, esta novela es una clase sobre meteorología aplicada. Sirve para entender que hay borrascas que se llevan por delante vacas, granjas y nuestro cómodo sistema de valores bienintencionados. Alissa Nutting explica sonriendo a cámara cómo un conjunto de isobaras y anticiclones no serán defensa alguna para lo que llega. Ni siquiera nos aconseja que busquemos cobijo, porque el deseo tiene una copia de la llave. Y un disfraz tan creíble que nadie creerá que estamos siendo arrastrados por la tormenta perfecta. Porque sólo hay una cosa peor que sentir un deseo incontrolable: ser aquel que lo provoca.



4 comentarios:

  1. Tiene una pinta estupenda, no conocía a la autora pero parece una historia bastante brutal. Así a priori creo que nunca he leído nada parecido. Me lo llevo ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Hache,

      Lo cierto es que yo tampoco conocía a la autora hasta la publicación de esta primera novela. Luego descubrí que también cuenta con un libro de relatos y poco más. Y vaya primera novela! Sin duda, es digna de tener en cuenta cuando se realicen las listas de lo mejor del año.

      Gracias por pasarte!

      Eliminar
  2. Puaaafff, a riesgo de preguntar una tontería y antes de seguir... ¿este libro es Tampa? Lo tengo pero mi portada es, digamos, mmmm, algo distinta.

    El párrafo introductorio sí que es un jarro de agua sobre los cortocircuitos viscerales, es un ¿a que no hay huevos? Una provocación absoluta a medirse . No es la idea que tenía del libro pero una idea es una idea, aquí has metido el brazo hasta el hombro y lo has sacado impoluto, sabemos cómo es, no sabemos qué es... ese "qué" lo voy a descubrir muy pronto y seré valiente, leeré el libro con mi portada en el trasnporte público. La reseña es soberbia. Una brazo, Sergio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola José,

      Me da miedo tender a la exageración, pero lo cierto es que el detalle de lo cuenta hace que incomode hasta la saciedad. En serio, todo se vuelve turbio y sucio, y eso que no creo que peque de mojigato.

      Léelo, tú que tienes más bagajes, tú que has leído 'A little life' y me dices si fui demasiado lejos en mi fascinación al rechazo que me provocaba este libro.

      Gracias por pasarte!

      Eliminar