jueves, 14 de junio de 2012

Ready Player One


First Life

Wade Watts es un chico criado en un mundo roto y desmembrado. Un mundo que lo ha empujado a refugiarse en una realidad paralela donde aún puede encontrarse seguro, como en casa. Ese hogar es un videojuego online masivo llamado Oasis que ha trascendido el concepto de puro divertimento. Oasis se ha convertido en el primer mundo para millones de usuarios, que son capaces de ver en él mucho más que un simple juego.


Esta visión distorsionada, virtual, no hace más que intensificarse cuando en el 2044, Halliday, programador y fundador de Oasis muere dejando toda su herencia al vencedor de unas pruebas que él mismo ha establecido basándose en su vida personal y en torno a la icónica cultura de los 80, época en la que se crío.

El pistoletazo de salida ha sido disparado. Wade gastará todos sus recursos y energías en desentrañar el puzle planteado, pero no lo tendrá fácil por qué ¿quién no participaría si el premio que está en juego es convertirse en dueño y señor del opio más consumido y adictivo de la historia de la humanidad?


Ahora que Harold Bloom no mira…

No, no es una gran novela. Sus errores no pueden justificarse si quiera por ser la primera obra del autor. Es lineal. Sus personajes no crecen, ni disimulan bien su falta de crecimiento. Los diálogos están forzados. Los giros inesperados no son tan inesperados. Y los conflictos se resuelven con tanta facilidad que uno duda si el autor siquiera lo plantea como una prueba a superar por sus personajes. Las emociones están forzadas, las relaciones acartonadas, las motivaciones injustificadas.

¿Entonces? No, no lances tu ejemplar a la hoguera. Porque si tienes una parte freak dentro de ti vas a encontrar algo muy salvable en este compendio de malas intenciones.

Estamos ante un gran compendio de datos sobre la contracultura lúdica de los 80 y parte de los 90. La historia de Atari, Blade Runner o Pac-Man sale a flote entre la acción que va sucediendo. Es cierto que esta información se nos da un poco forzada, pero no por ello uno pierde el interés. Naves espaciales llamadas Vonnegut, planos del universo que reproducen el Whedonverse o pirámides Tyrell que nos acusan de replicantes, son tres ejemplos de todos esos detalles que acampan a sus anchas entre las páginas de esta novela. Pequeños tesoros que si bien no pueden justificar la calidad de la novela, si que le dan ese toque de serie B que tan bien nos sabe a los geeks de la nueva generación.


Diatriba a un espejismo

Oasis. No, no es azar un nombre como éste. El protagonista vive en un mundo moralmente abrasador. El lector, a su vez se ve rodeado de arena, entre cientos de libros que desconoce, que no le llaman. El protagonista acampa en un verdadero refugio. Menos suerte corre el lector, cuyo oasis resulta ser un mero espejismo en el que ha gastado tiempo innecesario, una ilusión óptica que ha intensificado la sed con la que partía.

¿Es difícil interesar? ¿Son necesarios tantos fuegos de artificios? ¿Dónde están las verdaderas aventuras que reflejan nuestra patológica tecnofilia? No aquí. No en estas páginas que simulan ser pantallas que simulan ser la realidad que disimula no ser nada.

No, no salgas despavorido. Tampoco corras tras este libro. Pasa y mira. Ojea. ¿Quién sabe? La realidad es incontenible y persistente. Y cuando miente, como en este caso, aún puede conquistar a más de uno. Puede que lo verosímil no haya venido a esta fiesta. Pero también es cierto que lo falaz siempre pone buena música.



En la vida real, yo no era más que un ermitaño antisocial. Un recluso. Un geek pálido y obsesionado con la cultura pop. Un agorafóbico sin amigos, sin verdaderos contactos humanos. Era sólo otra alma triste, perdida y solitaria, que malgastaba su vida en un videojuego mitificado. Pero en Oasis, no. Allí era el gran Parzival […] La gente me admiraba y me tenía en cuenta. Me invitaban a las fiestas más exclusivas. Acudía a las discotecas de moda sin tener que hacer cola. Era un icono de la cultura popular, una estrella del rock de la realidad virtual […] Era una leyenda. Un Dios.

3 comentarios:

  1. A pesar de lo que nos cuentas sobre el estilo parece interesante, las referencias al whedonverse y a Vonnegut me gustan. Me lo llevo :)Un saludo

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  2. Pruébalo Yossi, y dime qué te pareció a ti. Quizás yo la leí en un mal momento...

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  3. ¿Naves espaciales llamadas Vonnegut? ¿Un Freak dentro de ti? ¡éste es mi libro! ;) Me lo he pasado genial leyendo esta reseña. Un abrazo

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