First Life
Wade
Watts es un chico criado en un mundo roto y desmembrado. Un mundo que lo ha
empujado a refugiarse en una realidad paralela donde aún puede encontrarse
seguro, como en casa. Ese hogar es un videojuego online masivo llamado Oasis
que ha trascendido el concepto de puro divertimento. Oasis se ha convertido en
el primer mundo para millones de usuarios, que son capaces de ver en él mucho
más que un simple juego.
Esta
visión distorsionada, virtual, no hace más que intensificarse cuando en el
2044, Halliday, programador y fundador de Oasis muere dejando toda su herencia
al vencedor de unas pruebas que él mismo ha establecido basándose en su vida
personal y en torno a la icónica cultura de los 80, época en la que se crío.
El
pistoletazo de salida ha sido disparado. Wade gastará todos sus recursos y
energías en desentrañar el puzle planteado, pero no lo tendrá fácil por qué ¿quién
no participaría si el premio que está en juego es convertirse en dueño y señor
del opio más consumido y adictivo de la historia de la humanidad?
Ahora que Harold
Bloom no mira…
No, no es una gran novela. Sus errores no pueden
justificarse si quiera por ser la primera obra del autor. Es lineal. Sus personajes
no crecen, ni disimulan bien su falta de crecimiento. Los diálogos están
forzados. Los giros inesperados no son tan inesperados. Y los conflictos se
resuelven con tanta facilidad que uno duda si el autor siquiera lo plantea
como una prueba a superar por sus personajes. Las emociones están forzadas, las
relaciones acartonadas, las motivaciones injustificadas.
¿Entonces? No, no lances tu ejemplar a la hoguera. Porque si
tienes una parte freak dentro de ti
vas a encontrar algo muy salvable en este compendio de malas intenciones.
Estamos ante un gran compendio de datos sobre la
contracultura lúdica de los 80 y parte de los 90. La historia de Atari, Blade
Runner o Pac-Man sale a flote entre la acción que va sucediendo. Es cierto que
esta información se nos da un poco forzada, pero no por ello uno pierde el
interés. Naves espaciales llamadas Vonnegut, planos del universo que reproducen
el Whedonverse o pirámides Tyrell que nos acusan de replicantes, son tres
ejemplos de todos esos detalles que acampan a sus anchas entre las páginas de
esta novela. Pequeños tesoros que si bien no pueden justificar la calidad de la
novela, si que le dan ese toque de serie B que tan bien nos sabe a los geeks de la nueva generación.
Diatriba a un
espejismo
Oasis. No, no es azar un nombre como éste. El protagonista
vive en un mundo moralmente abrasador. El lector, a su vez se ve rodeado de
arena, entre cientos de libros que desconoce, que no le llaman. El protagonista
acampa en un verdadero refugio. Menos suerte corre el lector, cuyo oasis
resulta ser un mero espejismo en el que ha gastado tiempo innecesario, una
ilusión óptica que ha intensificado la sed con la que partía.
¿Es difícil interesar? ¿Son necesarios tantos fuegos de
artificios? ¿Dónde están las verdaderas aventuras que reflejan nuestra
patológica tecnofilia? No aquí. No en estas páginas que simulan ser pantallas
que simulan ser la realidad que disimula no ser nada.
No, no salgas despavorido. Tampoco corras tras este libro.
Pasa y mira. Ojea. ¿Quién sabe? La realidad es incontenible y persistente. Y
cuando miente, como en este caso, aún puede conquistar a más de uno. Puede que
lo verosímil no haya venido a esta fiesta. Pero también es cierto que lo falaz
siempre pone buena música.
En la vida real, yo no era más que un ermitaño antisocial. Un recluso. Un geek pálido y obsesionado con la cultura pop. Un agorafóbico sin amigos, sin verdaderos contactos humanos. Era sólo otra alma triste, perdida y solitaria, que malgastaba su vida en un videojuego mitificado. Pero en Oasis, no. Allí era el gran Parzival […] La gente me admiraba y me tenía en cuenta. Me invitaban a las fiestas más exclusivas. Acudía a las discotecas de moda sin tener que hacer cola. Era un icono de la cultura popular, una estrella del rock de la realidad virtual […] Era una leyenda. Un Dios.
A pesar de lo que nos cuentas sobre el estilo parece interesante, las referencias al whedonverse y a Vonnegut me gustan. Me lo llevo :)Un saludo
ResponderEliminarPruébalo Yossi, y dime qué te pareció a ti. Quizás yo la leí en un mal momento...
ResponderEliminar¿Naves espaciales llamadas Vonnegut? ¿Un Freak dentro de ti? ¡éste es mi libro! ;) Me lo he pasado genial leyendo esta reseña. Un abrazo
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