domingo, 31 de mayo de 2015

La Nostalgia Feliz

Nothomb y Japón es un binomio cuya eficacia ha quedado demostrada en más de una ocasión. El histrionismo orgánico de la belga casa a la perfección con la excentricidad zen de la cultura nipona. Han nacido el uno para el otro, nacimiento que hemos presenciado en primera persona en Metafísica de los tubos. Amén de su ruptura dolorosa acaecida en El sabotaje amoroso y su regreso laboral y sentimental en los años 90 a través de Estupor y temblores y Ni de Adán ni de Eva. Sí, la relación de estos dos elementos es prolífica y poliédrica. Pero lo que acabó cerrado, vuelve a abrirse. Y es que tras este título antitético, La nostalgia feliz, se esconde una concepto raro y necesario del japonés, así como una vuelta de tuerca no tan satisfactoria como lo esperado de Nothomb y su fascinación por la tierra de los samuráis. No en vano alguien dijo que uno nunca debería regresar tiempo después a aquellos lugares en los que fue feliz. Ni siquiera por nostalgia.



Flashbacks en primera persona

¿Es lícito usar ya el adjetivo nothombiano para designar aquellas aventuras que empiezan un día cualquiera ante la llegada inesperada de ese elemento bizarro que lo cambia todo de sitio? Yo digo sí. Al menos dentro de las novelas de Amélie. Si en algo no ha perdido fuelle la protagonista y autora de este tinglado es que sus comienzos son siempre carnaza de primera. Uno pica. Ojea un poco una página, quizás dos y, de pronto, se ve sumergido en el relato sin posibilidad de frenado.

En este caso, el pistoletazo de salida lo da un documental sobre la vida japonesa que Nothomb narra en sus libros. Con el planteamiento de visitar lugares y personas que poblaron su mitológica infancia, todo un equipo de producción y la autora  aterrizan en Narita con el fin de otorgarle plasticidad a aquellas memorias desenfadadas de sus comienzos. Aunque como siempre lo más extremo nace, crece, se reproduce y manifiesta desde la inigualable Amélie, ya que el objetivo secreto de la autora es comprobar que todo aquello que ha escrito no ha sido producto de una imaginación desbordada que roza la esquizofrenia. ¿Y si todo aquello que enarbolamos como nuestra única e inigualable historia personal no existiese?


Déjà Vu es un término francés

Si no te gusta Amélie Nothomb es probable que hayas olisqueado uno o dos de sus libros y te hayas puesto a otra cosa. Pero si has caído en la red de su gramática autorreferencial, entonces habrás leído mucho, muchísimo de ella. No es que sea una epopeya irrealizable, ya que muchas ¿todas? de sus novelas no superan  las doscientas páginas. Ante esta panorama, uno no puede evitar el sentimiento de ya visto, ya leído, que le embarga a la hora de leer lo publicado por ella recientemente. En cualquier caso no es un conflicto digno de mención, ya que si te gusta su registro, puedes sentirte cómodo, dentro de una zona de confort literario fácilmente confundible con cierto escapismo anestésico. Sin embargo, nuestro sistema inmunológico no busca hacernos sentir cómodos, sino fuertes. Así que la dosis de lo necesario es cada vez mayor. Esto sirve tanto para las defensas como para las drogas. Lo suficiente no tiene nada que ver con lo humano. Y justo es aquí donde Nothomb se cae esta vez.

Si como yo llevas leyendo a Amélie durante bastante tiempo, este libro te sabrá a poco. Sentirás que la correlación entre pasajes y obras anteriores no aportan mucho más que la mera asociación. No suman, sólo subrayan lo que ya sabíamos sin aportar más que una mera actualización cronológica de los contextos. Y es una pena, porque hubiese sido algo digno de mención ver qué es hoy Japón a través de los ojos de una autora que conoce bien la naturaleza intrínseca de esta nación. Pero termina siendo poco más que un recuerdo vago de algo que ya sabías. En eso se acaba convirtiendo La nostalgia feliz y previsible.


Boku wa wasurenaide kudasai

Cada vez que uno hace un ejercicio sobre y desde la memoria no puede evitar enfrentarse al miedo a la hoja en blanco. ¿Dónde estuve en 1997? ¿Qué hice mal en 2001? ¿Qué esperaba de 1986? La memoria es una zorra altanera cuyas gracias no siempre nos son entregadas con facilidad. Debido a ello los diarios, la reconstrucción de los hechos y las biografías autorizadas no fueron y nunca serán dignos de confianza. Uno mira hacia atrás e incluso viéndose a sí mismo difícilmente pueda llegar a reconocerse. Sabes que eres tú pero con la certeza de que una fuerza demoniaca estaba dominando tus actos. O simplemente la estupidez. Justo por eso nadie patenta los viajes en el tiempo. Nadie sobreviviría al desencuentro consigo mismo.

Y Nothomb tampoco lo consigue.


La galería de personajes que pueblan La nostalgia feliz le recuerdan quién fue, pero no quién es. Ni siquiera el idioma la sustenta, vemos cómo se aleja de ella, cómo dificulta la ya de por sí complicada comunicación con el japonés medio. Olvidarse de uno mismo es clave para enfrentarse a quienes una vez fuimos. Por eso ni ella ni el lector son capaces de verse en esta novela. Porque aquí nadie ni nada reniega de su nombre, ni las nuevas versiones ni las viejas, creando así la peor paradoja temporal posible, aquella en la que nos vemos sacrificando una de las partes para que la otra pueda sobrevivir. Justo cuando  acabé esta novela, me vi releyendo Metafísica de los tubos, eligiendo sin ser consciente a qué Nothomb estaba salvando.

10 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo en que la novela en sí no aporta nada nuevo al idilio Nothomb-Japón, pero a mí me hizo mucha ilusión el retorno a Rinri y Nishio-san, un poco como (la analogía es pésima, pero es lo que más se acerca al sentimiento) cuando tu serie favorita se ha estirado demasiado y los mejores personajes se han ido, pero de repente hay un capítulo especial en el que regresan solo por un par de escenas. Lo dicho, la analogía es rara, pero más o menos eso me hizo sentir el regreso a Japón. Desde luego, es un libro solo apto para fans de Nothomb, porque cualquier lector ajeno se quedaría completamente frío con el asunto.

    Aparte de esto, sí que me ha parecido interesante en el sentido de que creo que es la primera vez que Nothomb reflexiona sobre su propia escritura y se hace las preguntas que todos los lectores nos hemos hecho alguna vez: ¿por qué Japón? ¿Fue real, siquiera? Me parece muy tierno el hecho de que, después de una carrera como escritora basada prácticamente en su relación con Japón, tenga esa pequeña distorsión en la mente que le haga plantearse que quizá esté loca y se lo haya inventado todo, y el alivio que siento al ver que por lo menos la base de sus recuerdos es real y hay pruebas de ello. En este aspecto me ha parecido un libro interesantísimo, más sobre la figura y la escritura de la propia Nothomb que como novela en sí; desde luego, lo más intimista que ha escrito, y con mucha diferencia.

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    1. Hola Jorge!

      La analogía es excelente y realmente transmite ese sentimiento de reencuentro que empapa toda la novela.Pero lo cierto es que este mismo sentimiento, este tipo de capítulos siempre ha sido, es y será para aquellos que tenemos conciencia del conjunto y la trayectoria. Difícilmente pueda sostenerse por sí solos como una unidad absoluta.

      En cuanto al ejercicio de memoria que subrayas, sin duda es lo que me hizo quedarme. Es esto y no otra cosa, lo que me parece pertinente y loable. Porque si algo me gusta de Nothomb es su visión de las cosas. Su paranoia persecutoria en torno a temas que damos por sentado. Y este ejercicio de viabilidad memorística es digno de mención.

      Gracias por pasarte Jorge!

      Un abrazo.

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  2. Sin aprotar nadan nuevo confieso que sigo y seguiré enganchado a la escritora. No sé, quizás sea lo fácil que lo hace, lo corto, lo intenso.
    Está claro que echamos de menos una nuevo Cosmético del Enemigo o Higiene del asesino o Estupor y temblores, pero sigue gustándome leerla.
    Gran reseña.

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    1. Hola David,

      Lo cierto es que lleva una racha un poco floja, pero igualmente yo sigo volviendo a su cauce. A su estilo y sus locuras. Da igual que no sea la Amélie de la que me enamoré, sigue siendo Amélie al fin y al cabo. Y eso me vale.

      Gracias por pasarte!

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  3. Hola Sergio,

    La verdad es que leyendo la reseña entran ganas de lanzarse pero luego me acuerdo de que mis experiencias con Nothomb no han sido buenas. Culpa mía, quise leer los típicos libros que ofrecen una toma de contacto y nos salimos bien parados. Muchos de mis blogueros favoritos entre los que os encontráis Krust o tú sois casi incondicionales de ella, solo puedo hacer una cosa y es pedirte que me digas cuál o cuáles son tus títulos favoritos a ver si hacemos las paces. Un abrazo.

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    1. Hola José,

      Nothomb no es para todo el mundo. Y no todo Nothomb es válido. Pero admito que tiene ciertas perlas que merecen la pena rescatar. Algunos de sus libros son realmente significativos en mi proceso como lector, así que sigo en deuda con ella.

      Ya me dirás qué tal tú.

      Un abrazo!

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  4. ¡Hola!
    Solamente he leído dos libros de la autora, y tengo que reconocer que el primero que leí no me convenció mucho.
    El primero que leí fue Ni de Eva ni de Adán, un libro que en su momento no me convenció. Pero tengo que reconocer que es una historia que cada vez recuerdo más y me acuerdo muchas veces de ella. Luego leí Estupor y temblores que me gustó más y lo disfruté mucho.
    Ahora llevo unos meses con ganas de leer algo más suyo, de momento no sé por cual me decantaré. Pero este no es de los que más me atrae en un principio.
    Un beso

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    1. Hola Isa,

      Lo cierto es que estos dos libros que comentas están muy unidos entre sí. Se solapan en el tiempo interno de la autora, aunque tardara lo suyo en publicar uno y otro.

      Si puedo recomendarte algún otro, te diría que fueras a por 'Metafísica de los tubos'. A mí me encantó y creo que sigue siendo mi favorito de ella.

      Ya me dirás!

      Gracias por pasarte!

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  5. "Ni de Eva..." fue mi primer contacto con la autora y me sorprendió mucho. Disfruté con su forma tan peculiar de escribir, con esa ironía y humor que la caracteriza. Me encanta todo lo ambientado en Japón y ésta novela te enseña muchas cosas de su cultura, su forma de vida, sus hobbys, su gastronomía, etc.

    Me puse inmediatamente con "Nostalgia feliz", por eso de que es continuación y me apetecía saber más acerca de la relación Rimri-Amélie y la verdad es que, en contra de lo esperado, no me convenció. Me pareció mucho más insípida y casi me arrepentí de haberla leído, de no haberme quedado con el buen sabor de boca que la anterior me había dejado. Pero bueno, es una opinión subjetiva
    Besos

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    1. Hola Marian!

      Sí, a veces es cierto que uno debería ponerle un punto y final a ciertas cosas y hacer un trabajo de memoria más que de reconquista. Zanjar las cosas y quedarse con lo bueno. Esto es tan válido para libros como para relaciones y ciudades.

      Si quieres volver a este contexto japonés, 'Estupor y Temblores' o 'Metafísica de los tubos' deberían ser tus siguientes incursiones en el mundo de la autora.

      Gracias por pasarte!

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