La
culpa de todo la tiene Radiohead. La culpa de que me haya gustado tanto esta
novela. Son muchos los premios que hablaban de las bondades de Justicia Auxiliar, sobre la dificultad
de su entramado y sobre los matices del mundo que Ann Leckie crea para gusto y
refinamiento de mentes intrépidas. Pero todo esto no valdría de nada, si antes
no me hubiese enamorado como un estúpido de Paranoid
Android y las posibilidades de que una inteligencia artificial saque los
pies del tiesto. Y es que esa distancia entre la obediencia y el reseteo tiene
en mi fuero interno banda sonora propia. Ok
Computer es una declaración de amor a la rebeldía pasiva. Justicia Auxiliar es una declaración de
amor a todo lo contrario. Y como si fuesen elementos interconectados, no puedo
explicar una cosa sin la otra. Claro que yo he venido aquí a hablar de libros.
Por lo que intentaré centrarme en por qué deberías estar leyendo la novela de
ciencia ficción más potente del año. ¡Amantes de la fantasía épica y de Blur,
absteneros de seguir leyendo!
Siento que he conectado contigo
Explicar
quién es Breq, quién es Justicia de Toren y quién es Esk Una es una tarea
difícil. Comenzaré diciendo que son el mismo ser pensante y, hasta cierto
punto, sintiente. Estas tres manifestaciones de una misma entidad artificial
son las protagonistas de Justicia
Auxiliar. Una inteligencia volcada en una nave encargada de albergar en su
interior a toda una ingesta de militares y marionetas zombis llamadas
auxiliares que ella misma controla con el fin de expandir el Imperio Radchaai.
Claro que, cuando algo se tuerce en su software de obediencia al entrar en
conflicto ante una situación sin precedentes, el sistema se fragmenta y la
voluntad propia nace.
Porque,
¿qué son nuestras toma de decisiones sino la utilización de unos algoritmos que
refutan o validan la conducta que asumimos en situaciones anteriores? ¿Qué
sucede cuando actualizamos nuestra versión de lo correcto y nuestro sistema operativo tiene que eliminar toda la
información residual que creíamos válida hasta ese momento? Sucede lo que aquí
se cuenta. Que el mundo conocido cambia y nuevos conceptos como venganza o
sacrificio cobran una vitalidad antes desconocida. Porque si has oído hablar
antes de esta novela, ya sabrás que ésta es una historia de venganzas. Una
revisión del mito de David contra Goliat en el que la fuerza dominante intenta
unificar todas sus identidades y la fuerza inferior intenta hacer frente con una
triste y solitaria corporalidad la pérdida de su absoluta omnisciencia.
El mundo que no reconoces te da la
bienvenida
Pertenezco
a esa vertiente entusiasta del poderoso contexto en el que nos es narrada esta
historia. Cada una de las victorias y triunfos que se le pueden otorgar a la
novela de Leckie se deben principalmente a su poderosa puesta en escena.
Estamos ante un libro difícil en el que la mayor parte del tiempo no sabes qué
está pasando ni quién o desde dónde se nos habla. Pero lo poco que puedes
entrever del dónde ya merece la pena.
Decir que el Imperio Radchaai tiene una envergadura sociocultural potente es
quedarse corto. Etiquetas de cortesía, reglas en la indumentaria y organigramas
burocráticos dan para un libro paralelo que mataría por leer. Y es que mientras
la autora va contando los pormenores de ese ajuste de cuentas que comento más
arriba, va dejando ver matices de la cultura y el saber hacer de un imperio que
sigue vivo después de más de mil años. Y no es que se detenga a explicarte
nada.
Aquí
las bombas informativas de primero de escritura no existen. Uno sabe que no
llevar guantes en este libro es una auténtica falta de respeto cuando uno de
sus personajes decide no aceptar una taza de té para no mostrar sus manos
desnudas. Uno sabe que el género de las personas no importa en absoluto en esta
sociedad cuando la protagonista ¿el protagonista? no para de cometer errores a
la hora de identificar el género de las personas con las que trata. Es un suma
y sigue. No da tregua. Y uno bebe las cuatro gotas de información y conecta los
puntos en su cabeza. Tengo claro que si sigo leyendo los otros dos libros que
componen la trilogía, Espada Auxiliar
y Misericordia Auxiliar, será por
seguir añadiendo capas y capas al estudio sociológico que quiero llevar a cabo
sobre un mundo con unas reglas fáciles de romper pero imposible de localizar el
punto donde se produce dicha fractura.
Las bondades de un matriarcado lingüístico
La
ciencia ficción de la buena es aquella que consigue cambiar de lugar los
muebles dentro de mi cabeza. La capacidad de poner en duda todo aquello que doy
por sentado. Desde cualquier perspectiva, en cualquier ámbito o parcela de
realidad, si un libro consigue hacerme pensar en algo que hago por inercia
cultural y no por decisión propia, ya tiene ganada toda mi atención. Justo por
eso, sufro un trastorno obsesivo con la novela de Ann Leckie. Porque estos
cambios los lleva a mi nivel favorito, el lenguaje. No quiero crear malos
entendidos. Ésta no es una novela que verse sobre el lenguaje, no estamos ante
el relevo de aquel milagro llamado Embassytown.
Pero el lenguaje en conflicto, las marcas en el texto están por todas partes. Y
es que en toda la novela, el género que marca la pauta, lo normativo, es el uso
del femenino. Y siendo ésta una pequeña alteración, un recurso fácil de
asimilar, ha cambiado por completo las reglas del juego.
Al
principio pensamos que Breq pertenece al género femenino. Al igual que todas
sus comandantes y generales, todas las sacerdotisas, taberneras, niñas, hijas,
guerreras, doctoras que pueblan la historia. Algo que te hace sospechar. ¿Dónde
están los hombres en esta novela? ¿Dónde los tienen escondidos? Justo delante.
Porque nuestra protagonista es incapaz de detectar el género de la persona que
tiene ante sí, ya que del lugar del que procede, el género no importa una mierda.
Y que nos importe tanto a nosotros, los lectores, es un atraso. Estamos ante un
feminismo no combativo que te obliga a pensar en el término persona sin importar qué esconde cada
pantalón con el que te cruzas. No importa que haya afectos o encuentros sexuales.
Intentar gastar tu atención y energía en investigar qué es cada uno de los
personajes, te desviará de las cuestiones importantes del argumento. Que son
muchas y complejas. Hay misterios mucho más necesarios para llegar al final de
esta historia. Y llegar a su conclusión exige muchas cosas de ti, pero no que
detectes con atino los cromosomas XX y XY de cada página.
No somos quienes crees que soy
El
trastorno de personalidad es algo serio. Tanto dentro como fuera de la ciencia
ficción. No importa si todas tus versiones se reducen a una sola o que un yo
único pase a convertirse en un nosotros. Las brechas en la identidad no residen
en el número de ocupantes que habitan en tu cabeza, sino en el gasto de
recursos que nos exige mantener vivas a aquellas voces que identificamos como
propias. Multitudes o minorías, tanto el exceso de ruido como el exceso de
silencio complica nuestra forma de relacionarnos. No existe una palabra que
contenga más información que un simple yo. Y se escondan quienes se escondan
tras esa unidad mínima de identificación, Justicia
Auxiliar recoge dicho conflicto.
Ann
Leckie nos pone en la pie de una nueva ceguera que jamás habíamos vivido como
tal hasta ahora. Y es que la pérdida de la ubicuidad múltiple que vive
nuestra protagonista es el día a día de cualquier humano medio que puebla este
planeta. Pero la tergiversación de esa realidad hasta convertirla en el
conflicto interno del personaje principal hace que uno se plantee las
limitaciones que vivimos como especie y las fortalezas de estar conectados en
todo momento con un ente mayor del que formamos parte. Al menos en principio…
La
pérdida de un sentido agiliza y potencia los otros. Esto lo aprende uno en el
primer episodio de Daredevil. Aquello que perdemos es canjeable
por algo que ganamos. Y esta transacción, cuando la identidad es la moneda de
cambio, se vuelve peligrosa e interesante a partes iguales. Ann Leckie sabe
quién es y qué quiere contar. Y su primera novela es un conjunto de virtudes
que circulan por los vasos comunicantes de una criatura que está viva pero en un
cuerpo muerto, que es orgánica pero de origen artificial, capaz de calcular el
escenario óptimo pero que se resetea cuando empieza a sentir. Un ser con una
sola historia, pero con muchas versiones de la misma.
¿¡Qué te digo!? Reseña extensa, apasionante de un libro sobre el que tenía dudas, vienes tú o llego yo y le pones banda sonora a mi primera sensación de tacto con las tapas "No surprises" pierde el "no", casi estoy seguro de que no va a ser un "Let Down", menos aún cuando te recuerda a Miéville, dos bocas, una produce el tono, la otra el mensaje, una sola forma de pensar, ojalá sea la misma que la tuya cuando lea esta novela, quiero leerla igual, y habla de música, de libros, de lenguaje y de lo que quieras, reseña apasionante, va derechita al libro!! Un abrazo.
ResponderEliminarHola Jose!
EliminarSí, Leckie también tiene la capacidad de lo maravillosamente difícil que puedes identificar en la obra de Miéville. Es retorcida a la hora de diseñar su venganza, pero una vez que entras, estás en otro estado. Juega con las identidades de una manera magistral y el resultado final convence. Y mucho.
Ojalá no te decepcione.
Un abrazo!
¡¡Uakala! ¡¡Qué buena reseña!! Debo confesar que no conocía de la existencia de este libro, que se género no está entre mis lecturas habituales, pero... tu reseña es realmente tentadora!
ResponderEliminarMe lo llevo apuntado. No sé si "será para mi", pero estoy convencida de que mi hermano lo va a disfrutar como enano. ;))
Gracias por tu reseña.
Hola Cristina!
EliminarMi consejo es que si no eres lectora habitual del género, tengas paciencia con este ejemplar porque hila muy fino a nivel conceptual y puede llegar a marear a cualquiera.
Pero si le das una oportunidad, no dudes en pasarte por aquí y comentarme qué tal te ha ido.
Un abrazo.
PD:Espero que le guste a tu hermano :D
Joder contigo! Has hecho lo imposible y además con un estilo y clase tan propio de tu persona: superando la excelencia de la obra que despellejas.
ResponderEliminarJusticia Auxiliar es una experiencia multinivel, llega en capas tan distintas y es algo tan complejo y tan bello a la vez que resumirlo se antoja pretencioso. Y vienes tú y lo haces. Y cómo.
Tienes un don, puedes vislumbrar el alma del libro, lo tocas, lo acariciar y lo compartes con nosotros.
Lee más y escribe a menudo. Por favor.
Me di cuenta que hace meses que no me paso por aquí. Me avergüenzo. Me he perdido tantas cosas de ti, tantas caras/bocas tuyas. Pero es como esperar a que acabe una temporada de serie para verla entera y seguida, sin interupciones. Cuidado que me dispongo a leer Temporada 2015 de Escala Reducida.
Un abrazo, compañero de lecturas y amigo fiel:*
Hola K!
EliminarMe sonrojo ante tus comentarios. Siempre. Gracias a ti por poner en el libro en mi mano y tener la paciencia suficiente como para que lo pudiese leer despacio y con el ritmo que requería.
Ojalá contrastar mi reseña con la tuya y engrosar más si cabe la fama del libro.
Un abrazo digital - y otro analógico-.