miércoles, 18 de noviembre de 2015

Justicia Auxiliar

La culpa de todo la tiene Radiohead. La culpa de que me haya gustado tanto esta novela. Son muchos los premios que hablaban de las bondades de Justicia Auxiliar, sobre la dificultad de su entramado y sobre los matices del mundo que Ann Leckie crea para gusto y refinamiento de mentes intrépidas. Pero todo esto no valdría de nada, si antes no me hubiese enamorado como un estúpido de Paranoid Android y las posibilidades de que una inteligencia artificial saque los pies del tiesto. Y es que esa distancia entre la obediencia y el reseteo tiene en mi fuero interno banda sonora propia. Ok Computer es una declaración de amor a la rebeldía pasiva. Justicia Auxiliar es una declaración de amor a todo lo contrario. Y como si fuesen elementos interconectados, no puedo explicar una cosa sin la otra. Claro que yo he venido aquí a hablar de libros. Por lo que intentaré centrarme en por qué deberías estar leyendo la novela de ciencia ficción más potente del año. ¡Amantes de la fantasía épica y de Blur, absteneros de seguir leyendo!



Siento que he conectado contigo

Explicar quién es Breq, quién es Justicia de Toren y quién es Esk Una es una tarea difícil. Comenzaré diciendo que son el mismo ser pensante y, hasta cierto punto, sintiente. Estas tres manifestaciones de una misma entidad artificial son las protagonistas de Justicia Auxiliar. Una inteligencia volcada en una nave encargada de albergar en su interior a toda una ingesta de militares y marionetas zombis llamadas auxiliares que ella misma controla con el fin de expandir el Imperio Radchaai. Claro que, cuando algo se tuerce en su software de obediencia al entrar en conflicto ante una situación sin precedentes, el sistema se fragmenta y la voluntad propia nace.


Porque, ¿qué son nuestras toma de decisiones sino la utilización de unos algoritmos que refutan o validan la conducta que asumimos en situaciones anteriores? ¿Qué sucede cuando actualizamos nuestra versión de lo correcto y nuestro sistema operativo tiene que eliminar toda la información residual que creíamos válida hasta ese momento? Sucede lo que aquí se cuenta. Que el mundo conocido cambia y nuevos conceptos como venganza o sacrificio cobran una vitalidad antes desconocida. Porque si has oído hablar antes de esta novela, ya sabrás que ésta es una historia de venganzas. Una revisión del mito de David contra Goliat en el que la fuerza dominante intenta unificar todas sus identidades y la fuerza inferior intenta hacer frente con una triste y solitaria corporalidad la pérdida de su absoluta omnisciencia. 


El mundo que no reconoces te da la bienvenida

Pertenezco a esa vertiente entusiasta del poderoso contexto en el que nos es narrada esta historia. Cada una de las victorias y triunfos que se le pueden otorgar a la novela de Leckie se deben principalmente a su poderosa puesta en escena. Estamos ante un libro difícil en el que la mayor parte del tiempo no sabes qué está pasando ni quién o desde dónde se nos habla. Pero lo poco que puedes entrever del dónde ya merece la pena. Decir que el Imperio Radchaai tiene una envergadura sociocultural potente es quedarse corto. Etiquetas de cortesía, reglas en la indumentaria y organigramas burocráticos dan para un libro paralelo que mataría por leer. Y es que mientras la autora va contando los pormenores de ese ajuste de cuentas que comento más arriba, va dejando ver matices de la cultura y el saber hacer de un imperio que sigue vivo después de más de mil años. Y no es que se detenga a explicarte nada.

Aquí las bombas informativas de primero de escritura no existen. Uno sabe que no llevar guantes en este libro es una auténtica falta de respeto cuando uno de sus personajes decide no aceptar una taza de té para no mostrar sus manos desnudas. Uno sabe que el género de las personas no importa en absoluto en esta sociedad cuando la protagonista ¿el protagonista? no para de cometer errores a la hora de identificar el género de las personas con las que trata. Es un suma y sigue. No da tregua. Y uno bebe las cuatro gotas de información y conecta los puntos en su cabeza. Tengo claro que si sigo leyendo los otros dos libros que componen la trilogía, Espada Auxiliar y Misericordia Auxiliar, será por seguir añadiendo capas y capas al estudio sociológico que quiero llevar a cabo sobre un mundo con unas reglas fáciles de romper pero imposible de localizar el punto donde se produce dicha fractura.


Las bondades de un matriarcado lingüístico

La ciencia ficción de la buena es aquella que consigue cambiar de lugar los muebles dentro de mi cabeza. La capacidad de poner en duda todo aquello que doy por sentado. Desde cualquier perspectiva, en cualquier ámbito o parcela de realidad, si un libro consigue hacerme pensar en algo que hago por inercia cultural y no por decisión propia, ya tiene ganada toda mi atención. Justo por eso, sufro un trastorno obsesivo con la novela de Ann Leckie. Porque estos cambios los lleva a mi nivel favorito, el lenguaje. No quiero crear malos entendidos. Ésta no es una novela que verse sobre el lenguaje, no estamos ante el relevo de aquel milagro llamado Embassytown. Pero el lenguaje en conflicto, las marcas en el texto están por todas partes. Y es que en toda la novela, el género que marca la pauta, lo normativo, es el uso del femenino. Y siendo ésta una pequeña alteración, un recurso fácil de asimilar, ha cambiado por completo las reglas del juego.

Al principio pensamos que Breq pertenece al género femenino. Al igual que todas sus comandantes y generales, todas las sacerdotisas, taberneras, niñas, hijas, guerreras, doctoras que pueblan la historia. Algo que te hace sospechar. ¿Dónde están los hombres en esta novela? ¿Dónde los tienen escondidos? Justo delante. Porque nuestra protagonista es incapaz de detectar el género de la persona que tiene ante sí, ya que del lugar del que procede, el género no importa una mierda. Y que nos importe tanto a nosotros, los lectores, es un atraso. Estamos ante un feminismo no combativo que te obliga a pensar en el término persona sin importar qué esconde cada pantalón con el que te cruzas. No importa que haya afectos o encuentros sexuales. Intentar gastar tu atención y energía en investigar qué es cada uno de los personajes, te desviará de las cuestiones importantes del argumento. Que son muchas y complejas. Hay misterios mucho más necesarios para llegar al final de esta historia. Y llegar a su conclusión exige muchas cosas de ti, pero no que detectes con atino los cromosomas XX y XY de cada página.


No somos quienes crees que soy

El trastorno de personalidad es algo serio. Tanto dentro como fuera de la ciencia ficción. No importa si todas tus versiones se reducen a una sola o que un yo único pase a convertirse en un nosotros. Las brechas en la identidad no residen en el número de ocupantes que habitan en tu cabeza, sino en el gasto de recursos que nos exige mantener vivas a aquellas voces que identificamos como propias. Multitudes o minorías, tanto el exceso de ruido como el exceso de silencio complica nuestra forma de relacionarnos. No existe una palabra que contenga más información que un simple yo. Y se escondan quienes se escondan tras esa unidad mínima de identificación, Justicia Auxiliar recoge dicho conflicto.

Ann Leckie nos pone en la pie de una nueva ceguera que jamás habíamos vivido como tal hasta ahora. Y es que la pérdida de la ubicuidad múltiple que vive nuestra protagonista es el día a día de cualquier humano medio que puebla este planeta. Pero la tergiversación de esa realidad hasta convertirla en el conflicto interno del personaje principal hace que uno se plantee las limitaciones que vivimos como especie y las fortalezas de estar conectados en todo momento con un ente mayor del que formamos parte. Al menos en principio…

La pérdida de un sentido agiliza y potencia los otros. Esto lo aprende uno en el primer episodio de Daredevil.  Aquello que perdemos es canjeable por algo que ganamos. Y esta transacción, cuando la identidad es la moneda de cambio, se vuelve peligrosa e interesante a partes iguales. Ann Leckie sabe quién es y qué quiere contar. Y su primera novela es un conjunto de virtudes que circulan por los vasos comunicantes de una criatura que está viva pero en un cuerpo muerto, que es orgánica pero de origen artificial, capaz de calcular el escenario óptimo pero que se resetea cuando empieza a sentir. Un ser con una sola historia, pero con muchas versiones de la misma.  




6 comentarios:

  1. ¿¡Qué te digo!? Reseña extensa, apasionante de un libro sobre el que tenía dudas, vienes tú o llego yo y le pones banda sonora a mi primera sensación de tacto con las tapas "No surprises" pierde el "no", casi estoy seguro de que no va a ser un "Let Down", menos aún cuando te recuerda a Miéville, dos bocas, una produce el tono, la otra el mensaje, una sola forma de pensar, ojalá sea la misma que la tuya cuando lea esta novela, quiero leerla igual, y habla de música, de libros, de lenguaje y de lo que quieras, reseña apasionante, va derechita al libro!! Un abrazo.

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    1. Hola Jose!

      Sí, Leckie también tiene la capacidad de lo maravillosamente difícil que puedes identificar en la obra de Miéville. Es retorcida a la hora de diseñar su venganza, pero una vez que entras, estás en otro estado. Juega con las identidades de una manera magistral y el resultado final convence. Y mucho.

      Ojalá no te decepcione.

      Un abrazo!

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  2. ¡¡Uakala! ¡¡Qué buena reseña!! Debo confesar que no conocía de la existencia de este libro, que se género no está entre mis lecturas habituales, pero... tu reseña es realmente tentadora!
    Me lo llevo apuntado. No sé si "será para mi", pero estoy convencida de que mi hermano lo va a disfrutar como enano. ;))
    Gracias por tu reseña.

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    1. Hola Cristina!

      Mi consejo es que si no eres lectora habitual del género, tengas paciencia con este ejemplar porque hila muy fino a nivel conceptual y puede llegar a marear a cualquiera.

      Pero si le das una oportunidad, no dudes en pasarte por aquí y comentarme qué tal te ha ido.

      Un abrazo.

      PD:Espero que le guste a tu hermano :D

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  3. Joder contigo! Has hecho lo imposible y además con un estilo y clase tan propio de tu persona: superando la excelencia de la obra que despellejas.

    Justicia Auxiliar es una experiencia multinivel, llega en capas tan distintas y es algo tan complejo y tan bello a la vez que resumirlo se antoja pretencioso. Y vienes tú y lo haces. Y cómo.
    Tienes un don, puedes vislumbrar el alma del libro, lo tocas, lo acariciar y lo compartes con nosotros.
    Lee más y escribe a menudo. Por favor.

    Me di cuenta que hace meses que no me paso por aquí. Me avergüenzo. Me he perdido tantas cosas de ti, tantas caras/bocas tuyas. Pero es como esperar a que acabe una temporada de serie para verla entera y seguida, sin interupciones. Cuidado que me dispongo a leer Temporada 2015 de Escala Reducida.

    Un abrazo, compañero de lecturas y amigo fiel:*

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    1. Hola K!

      Me sonrojo ante tus comentarios. Siempre. Gracias a ti por poner en el libro en mi mano y tener la paciencia suficiente como para que lo pudiese leer despacio y con el ritmo que requería.

      Ojalá contrastar mi reseña con la tuya y engrosar más si cabe la fama del libro.

      Un abrazo digital - y otro analógico-.

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