domingo, 4 de diciembre de 2011

Recuerdos de un callejón sin salida


Cartografía de todo el tiempo que fue ayer

No siempre el punto de inflexión que define nuestras vidas entra por la puerta principal. De hecho, normalmente ni si quiera utiliza una ventana o una rendija. A veces esa carretera de no retorno es recorrida sin darnos cuenta cuando vamos a por un recado, cuando cruzamos con el semáforo en verde, cuando investigamos un camino alternativo para llegar a una casa que no sabemos ubicar. Así lo ejemplifican las mujeres que protagonizan estos cuentos de la autora japonesa.



Un matrimonio fantasma que nos enseña qué es el amor. Una intoxicación alimenticia que saca a la luz unos maltratos infantiles. Una ruptura invisible que nos obliga a encontrar una escapatoria en un callejón sin salida. Estas protagonistas frágiles que saben ser fuertes en el momento oportuno no esperan nunca el cambio que las llama, pero cuando éste llega no tendrán un comportamiento cobarde. Entre cientos de platos japoneses y conversaciones sobre la extraña sabiduría de los años de juventud, estas chicas van entendiendo cuán necesario es dar un paso adelante cuando retroceder sólo nos llevaría a una pared al borde del derrumbe.


Hundir los pies en arena mojada


Banana Yoshimoto escribe a unos niveles tan superficiales que muchos pueden sentirse aburridos por la falta de artificio. Su lectura no es un reto. Los giros inesperados no son ciertamente sorprendentes. Sus personajes lloran mucho, no se alteran por casi nada y en la atmósfera siempre se respira un aire de tristeza perenne. Sin embargo, la lectura de sus cuentos no pasa desapercibida. En lo vaporoso de estos textos uno puede respirar tranquilo. Estos cuentos son como tomar té contigo mismo a cientos de kilómetros de la civilización. No sucede más que tu propia existencia. No hay grandes estímulos. Quizá aromas a platos poco conocidos. Poco más. Pero así funciona la lectura de Yoshimoto, perfecta para hacer un paréntesis a lecturas vertiginosas, a ritmos frenéticos, a actividad cerebral hiperventilada.



Desaparecer a orillas de lo que fuimos


Ya me sucedió con Kitchen. Y ahora vuelve a pasar. Lo invisible en Yoshimoto me agrada. Me gusta ver cómo se desdibuja conceptos como tramas, conflictos, narradores, para llegar a lo que realmente importa en este libro, que no es otra cosa que la atmósfera. Las historias y sus protagonistas se parecen entre sí. No estamos ante una elucubración portentosa. Pero la atmósfera está tan bien definida que compensa el resto de carencias.


Cierras los ojos. Respiras. Lees una, dos líneas. Miras por la ventana. Hace frío. Las luces de la ciudad parpadean ajenas a todo. Vuelves a la lectura. Como si tú fueras el personaje y la ficción te estuviera leyendo. Ese trozo de mercurio es el que nos regala Yoshimoto. Uno nunca sabe quién está leyendo a quién. Y para ello no necesita juegos de metaficción ni hundirse en otros géneros. Tan sólo le basta con sincronizar el silencio del lector con el silencio del personaje. Hacerles que se miren. Sin importar que no tengan nada que decirse. Porque lo cierto es que no queda ya nada que decir.

Y contra todo pronóstico, cuando te empapas de esta lectura, consigues llegar a algo más profundo en tu propio silencio. Algo que ya sabías, pero que podrías haber olvidado.


Banana Yoshimoto (1964, Tokio)

Acaricié sus finos cabellos mientras repetía que se tranquilizara, pero me di cuenta de que la atmósfera se volvía cada vez más densa. Como si algo funesto estuviera observándonos desde la ventana. Tuve la sensación de que, esa noche, nunca amanecería, de que a Makoto y a mí nos privarían de la luz del mundo, de la transparencia de las alas de las libélulas, de la belleza de las cuatro estaciones representadas en los dulces tradicionales japoneses, del rosa pálido de los cerezos que bordeaban el río, de nuestro disfrute cuando comíamos cosas ricas, de la emoción previa a un viaje…

5 comentarios:

  1. Muy buena reseña. Yo reconozco que llevo poco tiempo adentrándome en la literatura japonesa. Empecé con Murakami, después de recorrer su obra veré que más hay por ahí.

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  2. Excelente tu reseña y tu blog en general.
    Gracias por compartirla

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  3. Luigi Castelli, Silvia, gracias por pasaros. Soy bastante aficionado a la literatura japonesa, por estilos como el de Yoshimoto.

    Nos leemos!

    Little bye!

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  4. Acabo de terminar este libro y, la verdad, me ha sorprendido. Cono sin que, aparentemente, suceda nada o casi nada, consigue dejar tanto poso.
    Gracias por tus descripciones. Es la primera vez que entro en este blog, pero ya he abierto otra pestaña con una de las etiquetas...

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  5. Muchas gracias por pasarte Marta! Espero verte más por aquí.

    Little bye.

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