Daniel Pearse es un chico que desde pequeño ha visto como el concepto de “hogar” era algo que cambiaba radicalmente cada dos o tres años. La causante de esta transformación constante es la Alianza de Magos y Forajidos, una especie de organización bienintencionada con cientos de contactos y cuyas acciones rozan siempre los límites de la legalidad. A este grupo pertenece Annalee, madre y único miembro familiar conocido por Daniel. En el camino de ellos dos irán apareciendo cientos de personajes que educarán a Daniel, le darán cobijo a esta pequeña familia nómada o enamorarán a Annalee con consecuencias fatales e irrevocables.
La epopeya de Daniel lo enfrentará a múltiples pruebas y aventuras iniciáticas que lo convertirán en un miembro de hecho de la Alianza, pero entenderá por el camino que nada nos es dado sin pagar una retribución. Y es que el precio por conocer las grandes verdades del Universo podría forzarnos a desaparecer, de forma limpia, sin dejar rastro. El precio por conocer las grandes verdades de uno mismo podría exigir quitarnos del ojo ajeno para siempre.
Pocos ases, muchas manos
El señor Dodge tiene talento. Es americano hasta la médula en su forma de escribir. Va al grano, no invade su texto con digresiones que poco tienen que ver con lo que sucede. Hay mucho desierto, mucha carretera comarcal, mucho póquer de fondo. Algo de sexo explícito. Algo de ese sentimiento de aventuras propio del país. La vida es solo una apuesta más, sobre todo cuando tenemos Las Vegas de fondo. El autor nos presenta en este envoltorio un sinfín de personajes que no siempre aportan algo significativo a la trama, pero que empujan a Daniel hacia una nueva dirección.
Dos tercios de la novela transcurren en este aprendizaje constante, como toda novela iniciática. En la tercera parte nos encontramos con un doble misterio por resolver. Pero no se nota un cambio significativo en el tono, tampoco en la utilización de secundarios que siguen lloviendo cada dos páginas. Es una locura, es un festival. Una fiesta cuyo punto flaco es la memorización de todos los roles, que acaban mezclándose: agentes, aliados, enemigos, forajidos y dobles identidades se traspapelan en la mente del lector haciendo difícil en ocasiones identificar quién habla y cuáles son sus intenciones.
Oda al autostop
Hay algo de alquimia de carretera en este Stone Junction. Uno siente que la única piedra filosofal que podemos usar es aquella que convierte, como por arte de magia, el asfalto en conocimiento. Pero como conocedores de la trampa, sabemos que no es magia. Al menos no ese tipo de magia con la que se consigue algo sin el más mínimo esfuerzo. Uno tiene que estirarse, uno tiene que llorar a la muerte, uno tiene que amar aquello que sabemos que no nos pertenece. Y desplazarse. Porque si algo sabe Daniel, y nosotros al final, es que la muerte es lo estático. Mover lo dentro moviendo lo de fuera. Cambiar de nombre cien veces. Cambiar la longitud de la zancada. Aprender a dar los pasos necesarios que nos alejen del tipo que pensábamos que éramos, para convertirnos en el hombre que necesitamos ser. Y es que no hay peor truco de invisibilidad que permanecer con los ojos cerrados mientras el mundo sigue su curso.
Pensamos en la identidad como en algo singular, único, pero es sólo la expresión de una posibilidad. Piensa en la identidad como en un trenzado de muchas posibilidades a través del cual fluye la fuerza de la vida, como un cable eléctrico compuesto de otros muchos más pequeños, hilos entrelazados con un recubrimiento de goma que los mantiene intactos, coherentes […] Todas las personas vivas, muertas y por nacer están en tu interior. Cierra ese almacén de individualidades y recurre a tu propio cuerpo de metáfora.
La verdad es que yo lo abandoné. Empezó con mucha fuerza pero luego se me hizo hasta un poco repetitivo en el aspecto de todos los personajes que entran y salen. Quizá deba darle otra oportunidad...
ResponderEliminarConincido totalmente. Está muy bien escrito pero me recuerda a una serie de televisión en la que no dejan de aparecer personajes nuevos que rellenan los capítulos que se han pactado con la productora.
ResponderEliminarNo lo he leído, he oído mil veces hablar de él pero no se ha cruzado aún en mi camino. Lo tendré en cuenta.
ResponderEliminar- Marta, lo cierto es que yo tuve que esforzarme en acabarlo, porque no me salia de forma natural zambullirme en sus paginas. Es una mala decisión dejarlo aparcado por un tiempo. Sobre todo si tienes lecturas mas interesantes en el punto de mira.
ResponderEliminar- Fidel, estoy de acuerdo contigo. Había momentos surrealista de personajes que estaban cogidos con pinzas. Ya estoy en otras lecturas, y queda este Stone en el recuerdo.
- Mientrasleo, lo cierto es que es un libro de culto en algunos ámbitos y había muchas ganas de leerlo. Es una prueba durilla, eso si´. Ya nos dirás.
Lo vi ayer en la feria del libro y estuve tentada, estuve a punto, de hecho, de comprármelo, pero tengo miedo de que me resulte demasiado freak o artificioso. Hum...
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