jueves, 4 de octubre de 2012

Tierra de Caimanes



¡Lagarto, lagarto!

El clan de los Bigtree, originario de Florida, sufre una gran pérdida. Hilola Bigtree, madre y estrella de la doma de caimanes, ha muerto. Ha dejado viudo a un cabeza de familia desconcertado que no sabe cómo sacar a los suyos adelante. La marcha al más allá de la matriarca también ha dado lugar a la aparición de tres huérfanos, que vivirán algunos de los duelos más extraños nunca vistos hasta la fecha. Con caimanes, enjambres de mosquitos y parques temáticos de fondo.

En primer lugar tenemos al primogénito, Kiwi Bigtree, un chico inteligente y sobreprotegido que aprenderá cómo es la vida fuera de su mundo conocido. Para ello, cruzará un universo oscuro con el fin de salir de las sombras de un tiempo en el que la realidad se antojaba asible y amable.


En segundo lugar, Osceola Bigtree, una chica que confundirá a sabiendas las fronteras de este Mundo y el Otro. Su objetivo es encontrar el amor en un fantasma que le haga comprender dónde han ido a parar todo ese afecto residual que una vez sintió por su madre.

Finalmente llega Ava Bigtree, la pequeña heredera de las habilidades de su madre. La gran narradora que nos guiará en el descenso a los infiernos más físico nunca antes llevado a cabo por un Bigtree. Una búsqueda intangible, una fascinación oscura y una voz interna disfrazada de ese algo que siempre cuida de nosotros.


Sobrevivir a un nido de víboras

Karen Russell ha vivido toda una confrontación de opiniones en torno a su ópera prima. Este Tierra de Caimanes ha sido elogiado por gran parte de la crítica estadounidense. El reverso oscuro de esto es que la novela también fue nominada al Pulitzer que finalmente no se llevó por falta de la calidad digna del galardón.

Tras la lectura de la novela, puedo entender ambas posturas. El estilo de Russell es fresco. Tiene ciertos aguijonazos, fogonazos de lucidez que te obligan a parar, levantar la mirada y sonreír. Frases lapidarias en la voz de una niña de trece años que no tiene una escala para medir el miedo debido a que ha crecido rodeada de caimanes. Sin embargo, y para hacer justicia a las críticas menos favorables, no estamos ante una gran novela. Un conjunto de buenos extractos no forman una novela. El todo es mayor que la suma de sus partes. Y esta máxima es algo que Russell debería tatuarse a la hora de hacer frente a su segunda novela.

 Vigilar el tono, el ritmo y la tensión. No olvidar nunca los engranajes internos de su historia. No alargar de forma innecesaria. Incluir motores que agilicen lo que sucede. Y nunca, nunca, nunca tener miedo a podar. Aunque el resultado final sea una novelita divertida y resultona. Éstas han sido las grandes asignaturas pendientes de Russell de ese eterno salto mortal que es una primera novela.

Como ya he dicho no estamos antes una gran historia, pero estamos ante una escritora con potencial. Le queda un largo camino por delante, pero ya cuenta entre sus logros con haber salido airosa del nido de víboras en el que ella sola se ha metido.


Luto reptiliano

La muerte es una dentellada irrevocable. Nos endurece la piel, nos empuja hacia fuera las escamas. La muerte usa el arrastrarse como método de desplazamiento. Nos asoma al foso. Nos va narrando centímetro a centímetro nuestro descenso. Nos hunde en aguas pantanosas. Saca de nosotros a la criatura primigenia que habita dentro y que reconoce la pérdida. Y si esto es aplicable para cualquier adulto, habría que añadir aquí un extra de complejidad inasible para las pequeñas criaturas del clan Bigtree.

Niños que creen en fantasmas justo cuando su madre muere. Niños que se revelan contra el padre por la incapacidad de éste para suplir las grandes carencias. Niños que juegan con caimanes y que les tienen miedo a los turistas. Niños que harán cualquier cosa para batallar a la muerte cuando ésta se presente en su casa. Sin saber, o sabiendo sólo en parte, que el precio a pagar por esa terrible victoria es dejar de lado sus vidas en escala reducida. Sin saber, o sabiendo como sabemos que cambiará el tiempo, que la mayor victoria que uno puede conseguir con la muerte es un triste y reptiliano aplazamiento.


No sé cómo me las ingenié, pero había conseguido que en mi mente encajara la idea de creer en el espíritu de mi madre sin creer en los fantasmas. De hecho, estaba descubriendo toda suerte de creencias y escepticismos que giraban en mi interior igual que las ruedas contrapuestas de un engranaje, así como pequeños cajones de esperanzas y temores que había olvidado limpiar. A veces, mientras vagaba por el parque aún me descubría rezando de manera automática, como si estornudara, y pidiendo que los análisis de mi madre muerta salieran bien. 


Otras reseñas de Tierra de Caimanes

Offuscatio

Librogénica

Leer sin Prisas 

La Hierba Roja

10.15 Saturday Night


8 comentarios:

  1. Efectivamente Sergio, una escritora con potencial, pero que no consigue convencer con esta primera novela. A mí me pareció que el relato se le va de las manos en numerosas ocasiones y que no ha conseguido encontrar ese "algo" que podría convertirlo en un texto unitario y armonioso. ¡Muy buena reseña! Un abrazo.

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  2. Magnífica reseña, Sergio. Dejas claros cuáles son los puntos fuertes y débiles de la novela.
    No me ha resultado fácil de leer, es cierto, pero como dices tiene fragmentos con los que disfrutas y desde mi punto de vista el planteamiento no es malo. Pero flojea.
    Como siempre, brillante reseña, me quito el sombrero!

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  3. Buenísima reseña, has puesto palabras a lo que he sentido con esta lectura, un sentimiento contradictorio entre los aciertos puntuales de la misma, y un conjunto que hace aguas. De todos modos, y a pesar de que no ha acabado de entusiasmar, ha sido un placer compartir lectura. Un abrazo

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  4. Estaba esperando leer alguna reseña de este libro ahora que lo acaban de traducir... le tenía ganas pero he de reconocer que no me fiaba demasiado, así que, después de leeros a todos los que la reseñáis, no me tomaré el libro tan en serio.

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  5. Deseando leerlo, me llama muchisimo la atención. Muy buena reseña. Un abrazao

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  6. Las reseñas que estoy leyendo no están siendo muy buenas, eso sumado a que el argumento no me llamaba especialmente... la dejaré pasar.

    Un beso, nos leemos

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  7. Niños sabiondos no se suben a los pony's, esos no eramos nosotros;)¿? Ojalá Karen entendiera español y se paseara por Galletas Chinas que le has dado la formula mágica:) ¡Si aplica la "purificadora", su segundo libro será un gran libro!

    Un placer leerte y un placer leer contigo.

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  8. Preciosa reseña. Comentas cada uno de los puntos fuertes y débiles de la autora, que lo mismo nos regala un párrafo como el que has incluido en tu reseña, que nos estanca al continuar con la trama.

    Como le comentaba a Carol, me da rabia porque empezó bien, porque se le veía con intención de contar una bonita historia con un buen estilo, y sin embargo se lía, se complica... seguro que, como dices, si pierde el miedo a podar le saldrían preciosas historias cortas. No sé por qué hay autores que valoran en menos a las historias más cortas.

    NO y No. Lo peor que le puede pasar a un lector es aburrirse, considerar que le sobran páginas, que con menos podría haber conseguido más.

    Como dice la patrona del barco, un placer leerte y un placer leer contigo. Espero que esta sea una de muchas otras veces. :)

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