El hype, mezquino marketing, me ha hecho
desear el libro de Sheila Heti desde la primera vez que tuve conciencia de él. Más aún cuando oí que Alpha Decay lo incluía en su catálogo ¿Un manual sobre cómo crear una obra de arte si no te consideras un artista?
¿Una biografía novelada sobre lo ridículo que resulta intentar ser alguien,
quien sea? Firmo. En este terreno pantanoso de tribus urbanas, redes sociales,
grupos de referencia y público objetivo, pocos yoes sobreviven a la manada
homicida del nosotros. Así que, ¿por qué no hablar de esto? La identidad vive
un auge que ni vampiros, ni sadomasoquistas, ni constructores de catedrales
jamás podrán soñar. Y es que querer explicarle a alguien quién es uno y cuáles
son sus circunstancias es lo más divertido que le ha pasado a la literatura en
mucho tiempo.
Hay
quien lo llama empatizar. Otros, voyeurismo. El acto de exhibirse, de cualquier
modo, se vuelve explícito. Y puedes apartar la mirada o empaparte hasta decir
basta. Y ya que llevo tanto tiempo esperándolo, ¿por qué no echar un ojo?
Soy un collage, ¡mirad cómo camino!
Toda
persona es una proceso inacabado. Un eterno “Estamos trabajando. Disculpen las
molestias”. En la mayoría de ocasiones se están llevando a cabo estas reformas
sin permiso de obras, molestando a aquellos que nos rodean. Por el ruido que
estamos haciendo entre palada y palada –no conozco nada que no emita sonido
alguno al quebrarse-. Por nuestro constante mendigar de material para llegar a
tiempo a la fecha de entrega. Por nuestras manos sucias. Por nuestros cansancio
extremo. Todo molesta en aquel que está construyéndose.
Y la
señora Heti sabe bien lo que es eso. Dramaturga. Divorciada. Insegura.
Individualista. Judía. Mujer. Persona. Nada de esto le sirve. No llega a
contemplarla por completo. Y cuando mira y compara, siempre acaba perdiendo.
Siempre ve un hueco vacío que podría rellenarse con algo que no le pertenece. En
esta pseudobiografía entendemos que el arte de inventarse a uno mismo roza
la cleptomanía antropológica. Y provoca controversias. Sus mejores amigos se
sienten expuestos. Sus creaciones se vuelven meros reflejos de todas esas vidas
que no son la suya. Y no sabe cómo ponerle freno. Invasiva como amiga.
Inutilizada como amante. Sheila desconoce hasta qué punto pisa suelo quebradizo
cuando empieza a utilizar el sexo como instrumento de torsión de su propia experiencia; cuando la huida
se vuelve mucho más asequible que enfrentarse a todo aquello que, como Pandora,
ha destapado sin ser consciente.
Claro
que todo esto es justo lo que va a descubrir. Ése es el viaje que nos promete el libro, la disección certera del adulto medio en su infinita incongruencia.
Usted también puede hacerlo desde casa
Las
cosas que a priori parecen fáciles, nunca lo son. En el ensayo y error está la
maestría. Todo ese aire de improvisación que flota en ¿Cómo debería ser una
persona? es fruto de un plan muy concienzudo. La obra que estamos leyendo nos
va narrando como esa misma obra está teniendo lugar. La autora es la propia
protagonista y las revelaciones que vive como personaje la van cambiando como
autora. Toda esta metaficción, lejos de caer en el bizarrismo cinematográfico de
Charlie Kaufman, nos muestra el “cómo se hizo” más entretenido que haya leído
en mucho tiempo. Tal es así que, en el momento en el que escribo esto, no
recuerdo referentes literarios con el que compararlo. El proceso de creación del
que aquí se habla, se va mostrando desde el punto de partida. Somos testigos de ese alumbramiento. Heti interpreta a
la matrona, a la embarazada y al recién nacido. Y la realidad pone el resto: el
aire y el llanto y el Bienvenido implícito en esa primera cachetada en la
nalga.
¿Y
cómo restarle densidad a la receta? Tanta egología ortodoxa sólo puede
compensarse con un sentido del humor envidiable. El ridículo no hay que
buscarlo concienzudamente porque queda subrayado en cada página. No pretende.
No fuerza la maquina. Heti se ríe de sí misma, invitando al lector a que
participe de la burla. Eso sí, pasándonos la factura al final. Ya que no
sabremos en qué punto la carcajada dejó de girar en torno a ella y empezó a
orbitar alrededor de nuestra propia y deliciosa mediocridad.
¿Quién es Quién? De MB
Es
terrible. Como momento, es terrible. Ése en el que alguien o algo te presenta a
la persona que realmente eres cuando creías ser un tipo a todas luces
diferente. Cuando no puedes fingir ser otra cosa que lo que te ha tocado ser.
Cuando no quedan cortinas ni chistes fáciles que desvíen la atención. Cuando
has de señalizar con rojo los vacíos que se perciben en tu mapa vital. ¿Cómo debería ser una persona? Habla de este
momento crucial, pero no soluciona nada. Sheila no te ayuda, ni se autoayuda,
ni este libro tiene indicaciones para cuando llegue ese momento.
Recordarás,
sin embargo, esas partidas de a dos. En el que el otro te iba lanzando
preguntas a discreción, acorralando tu identidad, echando a bajo todas esas
pequeñas murallas que os separaban. Y al final, ese final apoteósico, sólo te
quedaba ser tú mismo. O Susan, la del pelo cano. O Charles, el bigotudo afrancesado.
En cualquier caso indefectiblemente tú. Y el otro sonreía porque, en cierto
modo, había descubierto el misterio. Había ganado al desnudarte. Te tenía en sus
manos.
Sheila
Heti juega con nosotros por última vez a este retorcido juego. Cruzamos las
líneas enemigas y descubrimos quién es. No puede fingir ser otra. En teoría,
deberíamos haber ganado. Pero es ella la que sale victoriosa. Ella, que ha conquistado su propio nombre.
Ella, que se ha vuelto ingobernable.
Sheila Heti (1976, Canadá) |
Mucha gente vive durante toda su vida con la ropa puesta, y no se la pueden quitar aunque así lo quieran. Y luego están los que no se la pueden poner. Ellos son los únicos que viven su vida no sólo como personas, sino como personas ejemplares. Están predestinados a exponer hasta la más mínima parte de ellos mismos para que los demás podamos entender lo que significa ser humano.
Es la pregunta que más temo cuando relleno un formulario: "háblanos de ti", como si fuera tan fácil. Incluso lo que uno cree de si mismo queda a veces desmentido por los que te rodean y conocen. ¿Somos cómo creemos que somos o cómo nos ven los otros?¿Nos engañamos nosotros mismos? Ya de por sí el tema tiene tela, así que escribir un libro sobre ello y sobre ti mismo...Habrá que leerlo. Un abrazo.
ResponderEliminarToda la razón Manel, supongo que por eso nos encanta simplificar el proceso de quién es uno con cientos de objetos que creemos que nos definen. El otro día, sin ir más lejos, te definiste a través de una sucesión de editoriales, ¿no? Es que es tan complicado saber con certeza esa pregunta tan clave...
ResponderEliminarSheila hace lo que puede con ese proceso. Y el resultado es bastante divertido.
Gracias por pasarte!
Un abrazo!