viernes, 17 de mayo de 2013

El Gran Gatsby


¿Hasta dónde puede inventarse uno? Según cierto precepto nazi, una mentira repetida mil veces gana el autoconvencimiento de ser cierta. No es menos válido que algunas ficciones son devoradas por la realidad que las acoge, y como ya decía Baudrillard, las gracietas de lo fingido siempre son pisoteadas por la seriedad de lo auténtico.

Gatsby se estrena hoy, 17 de mayo de 2013. Una patina de neones, vestidos y excentricidades –creo haber visto a una cebra en una piscina- han otorgado a la obra de Fitzgerald la maldición de lo contemporáneo. Deseos que no han sido formulados, pero sí concedidos. Y ahí estamos todos, poniéndole la cara de DiCaprio a Jay Gatsby como otrora hicieran con la cara de Robert Redford.

Confieso que la película de Lurhmann me ha empujado a la lectura precipitada de El Gran Gatsby. Yo, tan de mi tiempo, soy bastante impresionable con esos fuegos de artificios. Y ahora, tras haberme sumergido en la obra de Fitzgerald, no estoy muy seguro de que quiera ver su adaptación en la gran pantalla. Me da miedo que la historia de amor –te quieros que salen a flote cada pocos pasos- eclipse la gran proeza de Gatsby. Ese truco de prestidigitación que lleva a cabo para convertirse en algo que brille lo suficiente como para ocultar lo demoledor. Lo fastuoso es la excusa. El miedo al rechazo, la posibilidad del destierro ante el yo más elemental es lo que titaniza y vuelve eterna la obra de Fitzgerald. Una verdad intransferible que sólo puede ser asimilada con mucha menos luz de la expuesta hasta ahora.


Y no será menor sorpresa cómo esa crítica a la bonanza de ciertos tiempos alegres queda también mermada. Quizás no interese hablar de eso ahora. Quizás sería mejor subrayar la malicia de Tom Buchanan. O la aparente superioridad moral de Nick Carraway. Pero lo cierto es que Gatsby es ese arquetipo cíclico del oportunista triunfador que se alza con un impulso inesperado sobre las circunstancias ajenas. Catadores de viento que saben ver las oportunidades que se acercan, que no aprenden más de lo necesario y que cuando todo acaba, ni sufren, ni se sorprenden, ni entienden el proceso.

Y ahora vuelve con su moralina necesaria. Pero su aviso llega diez años tardes. En estos tiempos que corren, somos más el epílogo tardío de esta obra que el comienzo prometedor. Gatsby es el fantasma de las Navidades pasadas llegando tarde e imposibilitando así la lección intrínseca a su existencia. Pero deja claro, al menos eso sí, la naturaleza ingenua del hombre que cree romper con el pasado. La nula victoria como individuo y como especie de una desvinculación que nos hace torpes, miopes y exquisitamente maravillosos. Y al final es eso ¿no? Llegar a convertirnos en cadáveres exquisitos. Y despedir a Jay Gatsby con un “hasta la próxima”.

 
Scott Fitzgerald (Minnesota, 1896 - California, 1940)

Era una de esas sonrisas capaz de tranquilizarnos para toda la eternidad, que sólo encontramos cuatro o cinco veces en la vida. Aquella sonrisa se ofrecía –o parecía ofrecerse- al mundo entero y eterno, para luego concentrarse en ti, exclusivamente en ti, con una irresistible predisposición a tu favor. Te entendía hasta donde querías ser entendido, creía en ti como tu quisieras creer en ti mismo, y te garantizaba que la imagen que tenía de ti era la que, en tus mejores momentos, esperabas producir. Y entonces la sonrisa se desvaneció, y yo miraba a un matón joven y elegante, uno o dos años por encima de los treinta, con un modo de hablar tan ceremonioso y afectado que rozaba el absurdo.  

6 comentarios:

  1. Hola Sergio,
    No puedo estar más de acuerdo. Desde que vi el tráiler me negué en rotundo a verla. Tampoco me convecen del todo dos adaptaciones que he visto aunque al menos no presentan todo este artificio, todas estas cucharadas de azúcar para que pase la amarga medicina que supone hacer tragar un clásico a quien de otra forma no lo ingeriría. Lo mismo me pasó con Los miserables aunque creo que lo encajé mejor porque es la adaptación del musical, no esperaba mucho.
    Por otra parte, siempre he preferido Suave es la noche a El gran Gatsby, ¿lo has leído? Un abrazo y buen fin de semana.

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  2. La verdad es que tienes toda la razón, para bien o para mal la fuerza del pasado acaba venciendo la balanza del tiempo.
    Sin embargo ese Gatsby de los años 20 con su ensimismamiento y su inseguridad me pareció un ser "entrañable", alejado del prototipo de Gatsby actual.
    Me quedo con todo lo que dices y sobre todo con como lo dices.
    Ya pequé, soy pecador de ver la versión de Robert Reford y Mia Farrow, últimamente he decidido no perder el tiempo con el cine contemporáneo; no porque no se hagan grandes películas sino porque para dar con una gran obra tienes que tragar mucho limo.
    Al cine clásico que el tiempo ya se encargó de quitar la ganga del buen mineral :)

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  3. Está entre mis compras del mes!!
    Que con eso de la peli, estoy a ver si lo leo prontito =)

    Besotes

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  4. - Hola José! Siempre vienen bien estas revisitaciones porque las editoriales no andan dormidas y aprovechan el tirón para desempolvar las novelas en las que se inspiran. Pero sí, este remake-adaptación huele a poco. Gracias por pasarte!

    - Alejandro! Lo cierto es que uno nunca odia a Gatsby, incluso a través de su juego de mentiras, lo único que pretende es recuperar a la chica. Y ahí estamos todos, haciendo excentricidades por conseguir el botín. Nunca llegué a ver la versión de Robert Redford, pero en esta vorágine tampoco es que esté yo muy por la labor. Como siempre, gracias por pasarte!

    - Hola Shorby! Justo es lo que me pasó a mí. La película a la vuelta de la esquina y me sentía incapaz de valorarla en oposición. Te animo a leerla. Ha sido una experiencia muy grata. Gracias por pasarte!

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  5. totalmente de acuerdo, a mí la nueva película me da urticaria, la veré pero sé q no me va a gustar nada, esta es una de mis novelas favoritas y tanto exceso se queda solo en la forma y olvida el gran fondo de la novela.

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    1. Hola Carol! Qué de tiempo sin saber de ti! Pues sí, a veces los clásicos siempre entran en terreno peliagudo con el tema de las adaptaciones. Y creo que, como bien dices, por mucha piscina que se muestre en la película, no consiguen llegar a lo profundo de la novela de Fitzgerald.

      De cualquier modo, siempre viene bien que sucedan cosas así porque se disparan las ventas de la novela. Admito que la película me hizo buscar el libro.

      Gracias por pasarte! Un abrazo para ti y otro para Emma!

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