Lethem,
Chabon y Gaiman hablan maravillas de ella. Cuando se buscan referentes en su
obra, surgen nombres como Munro, Borges, Philip K. Dick y Kafka. Ante este
desfile de personas y personalidades, uno sólo puede preguntarse ¿quién es esta
Kelly Link y dónde estaba escondida hasta ahora? Seix Barral publicó en 2011
una recopilación de sus cuentos más significativos. Recopilación que bajo el
nombre Magia para lectores sirve de
carta de presentación para ella, la Reina de lo Extraño.
Érase una vez en la que todo era nuevo (y
raro)
Cuando
vas acumulando lecturas, el sentimiento de ya visto, ya leído suele aparecer con
frecuencia. Cada vez es más difícil que llegue algo y cambie los esquemas de lo
narrativo. La sorpresa de lo nunca visto. Y aunque la autora de la que hablo
hoy está lejos de esos renovadores estilísticos de los que todo el mundo habla,
Link trae sangre fresca, tinta nueva a la concepción del relato. Somos pequeños
de nuevo. Y necesariamente adultos. Sí, Link pone tal precio de entrada. Derrocar
las conciencias de las etapas vitales para entender que lo extraño se acerca a
nosotros en cualquier momento.
En
estos cuentos -Link sólo escribe cuentos- uno puede encontrar prácticamente de
todo. Series televisivas de emisiones sospechosas, bolsos que ocultan
civilizaciones, bailarinas-ladronas de bancos, un grupo de violonchelistas que
compiten por embrujar sus instrumentos con un fantasma dormido, amas de casa que
pintan tan a menudo las habitaciones que reducen las dimensiones de las mismas…
La lista es interminable. Lo real subyace tras toda esta parafernalia. Y lo que
da miedo y produce estupor es que la barrera entre todas las realidades posibles
se disuelve con facilidad, sin que nos demos cuenta. Le arrebata al mundo
conocido todo lo identificable. Y nos deja solos, buscando fascinados algo que pueda ser designado como nuestro, como propio, como hogar.
"Es difícil sorprender a algo que siempre parece estar intentando sorprenderte a ti."
Kelly Link
— Sergio (@Sergsab) November 13, 2013
Recetas imprevistas para festines incongruentes
Una
de las cosas que más me ha fascinado del estilo de Kelly Link es todo ese aire
de improvisación que se respira en sus relatos. Como si no hubiese rumbo
definido. El cuento parece estar construyéndose sobre la marcha, a la vez que
tus ojos van avanzando, las líneas del texto se van entretejiendo. Esa
sensación casi mágica cobra un valor extra al tener en cuenta que casa a la
perfección con lo que se está narrando.
Link
es una maestra del ritmo y cada uno de sus cuentos es una clase magistral sobre
cómo gestionar la información, la sorpresa y esos datos irrelevantes que en
manos de la escritora norteamericana se convierten en una guarnición rocambolescamente
hermosa.
Nada
sobra o todo es innecesario. Sigo sin tenerlo claro. Pero la forma en la que
todo nos llega, la magia silábica en la que Link ha sido entrenada es tal,
que por momentos estamos ante un auténtico caso de hipnosis textual. De gula perceptiva. La relectura aquí es necesaria. La necesidad de
repetir plato es una exigencia del guión. Todo lo que podría caer en el olvido
queda expulsado de las páginas de esta recopilación. Y no hay truco. No existe
más que la capacidad de Link para
dejar claro que un adulto medio sigue teniendo en su haber la capacidad de
asombro. Y ésta podría volver a respirar y henchir el pecho si dejásemos de
sentarnos encima.
"¿Alguna vez te has hecho una idea de cómo tenía que ser tu vida, y de pronto te das cuenta de que te has equivocado en todo? "
Kelly Link
— Sergio (@Sergsab) November 24, 2013
Un ruego. Una petición. Un favor. Una
orden.
El
origen del cuento como método de explicación del mundo. Ahí acampan todas estas
palabras. La hoguera como ambiente narrativo. El cuentacuentos como hilo único
de voz que interactúa con sus oyentes, que les increpa, que conoce el final y
desconoce ciertos pasajes. La reinvención del principio. La explosión de
elementos perceptibles. El contacto y los silencios. Kelly Link nos lleva de
acampada. Nos refugia en una cueva. Nos invita a su casa cuando la lluvia se vuelve
torrencial. Y una vez ahí, en sus manos, empieza la historia que necesitábamos
oír desde tiempo inmemoriales.
Y
esta experiencia es algo irrepetible. Por ello, no gastes estos cuentos. Úsalos
con sabiduría. Tenlos en lo más alto de la estantería. En una vitrina de
cristal a prueba de balas. En el horno que ya nadie usa. O bajo la baldosa que
se mueve. No permitas que tu gula los despiece en una tarde que se antoja
larga, en un fin de semana sin llamadas perdidas. Estos cuentos vienen en
manada, pero se sueltan de a poco.
Kelly Link (Miami, 1969) |
Cuando
el viento sople fuerte te recomiendo que lo intentes con Monstruos Preciosos. Si
se atreven a dejarte con el corazón roto, yo te contaría Matrimonio con zapatos. Si
quieres hacer reformas, dedícale un tiempo a Animales de Piedra. Cuando la noche
sea demasiado larga, léete La Chica Detective. Y si estás a
punto de reñir a tu felino por alguna de sus trastadas, Piel de Gato debería
servirte de advertencia.
Cada uno tienen su momento. Y puede que tengas que leerlos todos por primera
vez como hice yo para entender el instante adecuado en el que la vida y un
cuento de Link se solapan. Pero una vez que sepas cómo usarlos, por favor, no
abuses de ellos. No utilices estas historias para
vengarte de un enemigo. Ni para conseguir algo que sabes que no te mereces.
Esta fuerza narrativa antigua debe permanecer entre las páginas. Debe servir
para encender y no para apagar. Sólo quería que quedase claro.
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Cuando Carleton tenía tres meses, Henry se dio cuenta de que algo había entendido mal. Los bebés no eran bebés: eran minas antipersonas, trampas para osos, nidos de avispas. Era un ruido que en ocasiones no era ni siquiera un ruido, sino un mero escuchar en espera de ese ruido. Era un olor húmedo y terroso. La manifestación pegajosa, entrecortada y convulsa de lo contrario del sueño. En una ocasión, Henry se quedó mirando cómo Carleton dormía plácidamente en la cuna. No obedeció a su impulso. No se inclinó sobre el bebé ni le gritó al oído.
Wow, esto sí que es una sorpresa. No he leído este libro pero sí Stranger Things Happen y me gustó mucho, tanto como para seguirle la pista y encontrar algún relato perdido por la web, algo así como con Justin Torres aunque los relatos de él que he encontrado me han parecido más flojos, con los de Link he acabado más saciado. En definitia, que la reseña me empuja a salir corriendo a por él. Un abrazo :)
ResponderEliminarLo cierto, Jose, es que este es un recopilatorio de sus mejores cuentos y no la traducción de "Magic for beginners". Por lo que es posible que se hayan traducido aquí cuentos que ya te has leído. Sin embargo, hazte con el ejemplar porque es una maravilla y tiene un precio de saldo a 5'95.
EliminarSí, con Link quedarse saciado es obligatorio. Pero quiero más!
Gracias por pasarte!
Genial reseña! No conocía a la autora, pero me has dejado con ganas de investigar un poco y sobre todo, de apuntarme esta joyita que nos traes.
ResponderEliminar1beso:)
Hola Elena!
EliminarSí, si puedes hacerte con un ejemplar te invito a ello. Sus cuentos son una maravilla. No te arrepentirás. Son únicos.
No ha tenido mucho ruido su publicación, pero no por ello, no merece la pena.
Gracias por pasarte!
Te doy la razón en todo lo que dices, menuda reseña. Menuda Link, ahora estoy con Monstruos Preciosos. Has descrito a la perfección lo que el lector siente ante estos geniales relatos. A mí también me parece que va improvisando sobre la marcha y lo que más me gusta es el descaro, que aquí no hay tapujo alguno, escribe lo que le sale del vientre. Como lector me siento afortunado, como amigo y seguidor tuyo de nuevo te estoy agradecido.
ResponderEliminarBesos
Hola Jordi, me gusta cuando discrepamos. Pero mucho más cuando llegamos a un lugar común. Y es que Link se merecía que alguien hablase de ella. Y que gastásemos en ella el tiempo que se merece. Dijeron en Seix Barral que publicarían más de ella. Y para 2015 ella trae nueva colección de relatos y su primera novela. Espero que estés por aquí para hacer el viaje juntos.
EliminarGracias por tus palabras!
Besos!
Me ha encantado tu crítica. Bien hecho!
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