Los libros se esparcen por el suelo en el último mes del
año. Y esta vez vuelvo a reincidir. Aquí están todas las fechorías
bibliográficas que asumo como propias. ¿Y sabéis eso que dicen que los libros
te impiden ver la biblioteca? Pues estoy muy cerca de rozar dicho límite. Y
cada vez sonrío más. Hay una consecuencia lógica entre la felicidad y el
oxígeno que compartes con la página escrita. Estoy seguro. Segurísimo. Toda esa
genética participativa que me compone elige ejemplares bonitos de temáticas
dispares. ¿Alguien ha acuñado ya lo de verbena verbal? Porque lo llevo
solapado en los ángulos menos muertos de mi cuerpo. Esto empieza, pero como
bien sabrás, también se acaba.
Hoy por hoy, hasta Tusquets sabe que estudio japonés. Y que
mi amor por la literatura contemporánea de aquel país me tiene bien agarrado.
Esta última joya que nos ha llegado hará
las delicias de los más exigentes. No en vano, Yoshimoto ha sabido mantener el
pulso durante toda una historia emocionalmente potente –sabemos que ella es más
de distancias cortas- y Lourdes Porta Sensei ha aplicado su toque a la hora de
traducir. Tuve la constancia de preparar una reseña que podéis encontrar aquí.
Deseo – Elfriede Jelinek
Mujeres Nobel hay pocas, la verdad. Y con la crudeza de
Jelinek sólo recuerdo a Müller. Sin embargo, una y otra comulgan con crudezas
diferentes. No diré que Jelinek es la Houellebecq de Centroeuropa, sino que
Houellebecq debería ser considerado el Jelinek francés. Da igual, ya basta de
juegos de palabras. Sabéis a qué me refiero. Nunca antes el sexo se había
utilizado para explicar tantas cosas porque como alguien dijo Todo tiene que ver con el sexo. Menos el
sexo, que tiene que ver con el poder .
Divorcio en el aire – Gonzalo Torné
Este
regalo llegó desde Almería para quedarse en casa. Una de las novedades de
Mondadori en la recta final del año y una apuesta segura sobre la producción
patria. Crisis emocional, generacional, económica, estilística. No sólo ese
divorcio augurado en el título pende de un hilo. Torné pone patas arribas más
de un precepto que creíamos válido hasta que llegó él. Ya veremos qué se cuece
tras sus páginas.
Pastoralia – George Saunders
Sí,
ahora queremos recuperar el tiempo perdido. Ahora, sin importar que dejásemos
escapar a su autor hace años. Ahora, que todo el mundo sabe quién es Saunders y
porque arden de pasión sus fieles. Ahora es cuando cazar libros como éste que
se publicó en 2001 se ha convertido en una de las más peregrinas odiseas
literarias que recuerdo. Dignos de protagonizar nuestro propio cuento del
inclasificable autor.
2013
se acaba hoy. Y no sé qué tipos de lecturas he llevado a cabo. Alguna
demoledora. Alguna ingenua y vacua. Algo japonés. Algo de ciencia ficción. Soy
el último cajón de una mesa que se usa mucho. A veces pienso que sería
maravilloso ser experto en algo muy concreto, en un tipo de libros y no en
ninguno más, y ser la referencia exacta para aquellos que quieran saber sobre
esa porción de literatura. Pero no se da el caso. Son demasiadas las cosas que
me gustan. Tantos los autores a los que no quiero renunciar que este muro
digital acabó convertido en un diario de mis hazañas, y de mi bonita y lenta
comprensión lectora. Sigo…
Delirio – David Grossman
Quería
empezar con La vida entera, pero reconozco que este Delirio se me antoja más
accesible. Uno de los escritores israelíes más difíciles e interesantes del
momento. El tema de los celos, la infidelidad y la visión distorsionada de cómo
suceden los hechos y cómo se los cuenta uno a sí mismo. Y una maquetación
cuidadísima como viene siendo habitual en Lumen.
La niña Ícaro – Helen Oyeyemi
La
descubrí gracias a El señor Fox, lo que ignoraba es que su primera novela, ésta
que traigo, ya había sido publicada por El Aleph en 2005. Realismo mágico con
África de fondo, Oyeyemi es de madre nigeriana. Un debut que augura todo lo
bueno que iba a llegar después. Así que cuando encontré el libro en un
rastrillo no pude dejarlo de lado. Sigo empeñado en empezar con su última
novela, pero está genial tener este La niña Ícaro en la retaguardia por
si su prosa me conquista.
Desgracia – Coetzee
Hay
dos tipos duros –en el sentido árido del término- con los que quiero saldar
cuentas en 2014. Uno es Cormac McCarthy. Y el otro, el Nobel sudafricano. Verano
estaba en el punto de mira, pero Desgracia fue el que llegó a mi
puerta. Uno propone y los libros disponen. Y oye, ni tan mal. Ya veremos qué me
depara la prosa de un tipo de esta calaña.
Lulu – Mircea Cărtărescu
Si en 2013
hubiese que darle un premio a un autor fetiche, a ese autor que nunca falta en
ninguna conversación, a ese autor por el que las familias de buena reputación
alejan a sus hijas de las bibliotecas, ése sería Cărtărescu. Desde El Ruletista, su fama se ha
disparado y las traducciones de su obra se esperan con el corazón en vilo. ¿Y
de verdad me creíais tan resistente como para ignorar una moda tan deleznable
como la de los autores fetiches? Espero que con este Lulu que traigo hoy aquí, no exista la menor duda al respecto.
Diarios – Alejandra Pizarnik
Este año he
leído sus poemas. Sobrecogedores. Endiablados. Rotos al final. Rotos entre
líneas. Desposeídos y enfermos. Me encantaron. Así que alguien que me oyó
recitar demasiados versos de la argentina decidió que quizás debería tener
esto. Y creo que pasaré los fríos de enero conectado con una mujer que existió
para ofrecernos una revisitación de la noche más oscura del alma. Y estos
pasajes volverán a ser leídos. Y volverán a ser escuchados.
Y será 2014 o no
será. El año en el que todo cambie (ahí, anticipando soberbia). Porque ya no sé
muy bien qué hacer con este blog. Cómo invertir e inventar nuevas formas de
utilizarlo. Lo llamaré la crisis de la cuarta temporada. Ese punto álgido en el
que las tramas pueden volverse repetitivas y los cambios exigidos por la
evolución de los personajes podrían decepcionar a los telespectadores. ¿Pintar
las paredes? ¿Mover los muebles? ¿Cerrar puertas y ventanas? ¿Mudarme a las
afueras de lo tecnológico? No paro de acumular diarios apócrifos de lo que
escribo, de lo que leo, de las cosas que van sucediendo entre el paso de un
párrafo a otro. ¿Dónde va a parar todo ese ruido hecho de tinta fingida?
Un Lun Dun – China Miéville
Otro de mis
autores fetiches. He leído bastante de él. Y aún me quedan balas en la
recámara. Esta pequeña obra de arte –tenéis que ver las ilustraciones con las
que el propio Miéville ha regado el texto- es una de las novelas que aún faltan
por traducir al castellano. De corte más juvenil que sus hermanas mayores, Un Lun Dun nos promete ese juego de
realidades invertidas que ya nos propuso Gaiman en Neverwhere. Un Londres gemelo y oscuro en el que nuestra
protagonista se pierde y se encuentra. No hay conejos blancos que perseguir
aquí. Pero sí la mala tinta propia del autor. Me muero por saber qué se cuece
al otro lado.
El Camino de la Magia – Antología de John Joseph Adams
Hay tres
palabras que pueden despertar del letargo a cualquier lector de género cansado
de lo mismo: John · Joseph · Adams. El antólogo estrella en cuanto a fantasía y ciencia ficción
se refieren. Cuando su dedo te elige, tu historia llega a un infinito número de
lectores, te colocas en primera línea narrativa y compartes páginas con autores
consagrados como Martin o Silverberg. Esta es la cuarta antología traducida al
castellano. La temática en común de estos 32 relatos es la magia en todos sus
matices y colores. Más de 600 páginas a precio de saldo. ¿Quién da más?
Pequeño, Grande – John Crowley
Los llamo hilos
de oro. Alguien dice algo sobre un autor. Leo una breve reseña. Y un libro que
siempre estuvo ahí se muestra infinito y demoledor. Y lo necesito. Justo eso me pasó con Pequeño, Grande de Crowley. Lo había
visto de saldo en la librería Gigamesh de Barcelona infinidad de veces, pero
nunca se vino conmigo. Y cuando supe que existía, cuando mi ojo lo sacó del
fondo y le dio forma no pude volver a dejarlo atrás. Diversos premios y Harold
Bloom avalan mi decisión. La edición de La Factoria es una maravilla.
Los libros de Terramar – Ursula K. Le Guin
Si llevas tiempo
por aquí, sabrás que las ediciones más extravagantes pueden hacerme perder los
papeles. Es lo que me pasó cuando me encontré esta recopilación de las tres
primeras novelas de Terramar, publicada por el Círculo de Lectores en 1991.
Aunque la edición actual de la editorial Minotauro, consta de dos novelas más,
no cambio mi edición antiquísima por nada. Se encuentra en un estado perfecto y
al pasar las páginas sufro fuertes flashbacks de mi primera lectura de La Historia Interminable. No me
preguntéis por qué. Ya veré si encuentro el momento de sumergirme en este universo.
Esta noche arderá el cielo – Emilio Bueso
Ay, Bueso. Todo
el mundo habla de ti. Y son pocos los que lo hacen en malos términos. Has convencido
a mucha gente con tus novelas teniendo en cuenta lo difícil que es triunfar en
este país dentro de la literatura de género. Al final, no he podido resistir y
ha caído lo último publicado por Salto de Página. Ya era hora de que me pusiera un
poco al día sobre lo que se está haciendo dentro del territorio nacional.
Cuidado Cotrina, el siguiente eres tú…
Rara vez el
tiempo cede. No estoy preparado para que 2013 se acabe. No sé si he aprovechado
al máximo los márgenes de maniobra disponible. ¿Qué libro ignoré? ¿Qué dinero
fácil malgasté en una lectura estúpida? Puede que haya obviado textos y
momentos. Y no habrá un receso. Mañana cruzaremos la línea hacia una nueva
franja temporal. Un nuevo estrato con el que afianzar el suelo sobre el que construimos
nuestra historia. Y lo único que importa es en qué lado de ese maldito suelo
estamos. Arriba. ¿Debajo? Lo que sé hace tiempo que duerme intranquilo. Lo que
ignoro se expande hacia terrenos desconocidos. Hablo de libros. De vinilos. De
las ganas de bailar sobre el sofá. De la gente que se queda. Y de la gente que
se va. Estos son los libros que llegan…
El cuello de la jirafa – Judith Schalansky
Llámalo
instinto. Y no es que quiera hacer alguna broma fácil porque en este libro la
biología sea algo primordial. Lo cogí y supe que, de alguna forma inexacta,
esta historia podría alegrarle la tarde a cualquiera. El texto, salpicado de
ilustraciones propias de un manual de ciencias naturales de los de antes, es
una auténtica delicia. Será una lectura por impulso. De esas que empiezas
leyendo un párrafo y cuando vuelves a la realidad han pasado tres horas y un
libro más en tu expediente. No, esto no es un instinto. Es una certeza.
El azul es un color cálido – Julie Maroh
La
vida de Adèle ha provocado un terremoto mediático. La película de la
que todo el mundo habla nace de un cómic que no se conoce tanto. Gracias a mi bookpartner Karostra, esta historia de
identidad sexual y dependencia emocional ha caído en mis manos. Justo ahora,
cuando tenía intención de volver a la novela gráfica, al cómic canalla, a la
historia ilustrada.
Perdida – Gillian Flynn
Nunca
sucumbo al marketing explícito del mundo literario. Lo juro. Por eso hasta yo
estoy sorprendido de cuánto me apetece embarcarme en la búsqueda de la chica
que desaparece en Perdida. Dicen que es una sorpresa tras otra. Dicen que lo
psicológico anega con sus aguas las páginas de este libro. Todo el mundo tiene
algo que decir al respecto. Y no puedo más que echarle un ojo. Sentir un poco
de resquemor en el ego por caer en algo tan rudimentario como ese NO HAS LEÍDO
NADA IGUAL. Porque en el fondo siempre pienso ¿y si fuera cierto? ¿y si me
agarrase a este libro y no pudiera soltarlo en mucho tiempo? ¿Y si el que se
pierde también soy yo?
Beloved – Toni Morrison
Tengo
una extraña fijación por los Pulitzer. Frente a otros premios literarios que me
tomo a risa, estos sí que los considero. Busco nominados, escarbo en ediciones
anteriores y acabo cazándolos. Tenía muchas ganas de este Beloved en concreto. Esta
edición de 1993 la obtuve gracias a mi sana adicción de visitar ReRead cada vez
que surge la oportunidad. El libro parece que ha viajado en el tiempo hasta
este 2013 porque está prácticamente nuevo. Y así lo leeré yo, como si el millón
de críticas buenas que lo avalan no existieran en absoluto.
Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay – Michael Chabon
Cierro
el bloque con otro Pulitzer sobre el que podría hablar durante horas. Me gusta
el estilo de Chabon y aquí se luce. Me gustan los comics y aquí todo gira en
torno a ellos. Me gusta la edición que se curró en su día Círculo de Lectores.
Y me gustan las historias que te obligan a perderte por una antigua versión de
Nueva York. Seiscientas páginas de puro deleite. Chabon es un caballo ganador.
Y
finalizo esta entrada, este día, este año, con los cuatro Jinetes del
Apocalipsis. Cuatro maravillas inenarrables que traerán caos y convergencia de
buenas lecturas a mis manos y a mis ojos. Soy de los que leen con las manos y
con los ojos. Y de estos cuatro no se salvará nadie. Los llevaré en el metro.
Los llevaré a las citas. Soltaré párrafos enteros en los momentos más
inesperados. Y cuando Farenheit 451 no sea un libro
-porque si no podemos decidir sobre nuestro cuerpo difícilmente nos dejen en un
futuro decidir sobre nuestras lecturas- memorizaré uno de estos. Será yo. O
seré ellos. Ya no sé quién vence a quién, si el libro o la persona, cuando uno
finaliza una lectura.
Correspondencia (1945-1970) – Yasunari Kawabata – Yukio Mishima
¿Qué
tiene que decirle el aprendiz al maestro? ¿Qué opinaba Mishima de País
de Nieve? ¿Algún consejo fundamental de Kawabata a Mishima? ¿Acusó
Mishima a Kawabata de venderse a occidente cuando recibió el Premio Nobel en
1968? ¿Y las últimas palabras de cada uno que pusieron fin a un intercambio de
misivas que duró más de 20 años? La historia de dos titanes y de las sombras
que proyectaban sobre el mundo contada por ellos mismos. He deseado este libro
desde el día 1 que tuve conciencia de él. Sí, ya sé que he deseado muchos
libros. Nadie se cree los te quiero
del promiscuo. Pero en este caso no puedo más que rezar para que alguien me
crea. Porque traducir estas cartas ha sido todo un acierto. Y al llegar a mí he
sentido que he estado esperando este libro durante mucho tiempo.
Diez de diciembre – George Saunders
George
Saunders, ¿qué nos has hecho? Sin saber aún qué tipo de magia ha utilizado,
aquí estamos todos recomendando y comprando y leyendo y sufriendo en silencio
su macabra colección de relatos. Y algo inexplicable sucede tanto en sus
cuentos como fuera. Saunders ha venido para quedarse. De ahí que Diez
de diciembre sea su segundo libro en esta lista. De ahí que Diez
de diciembre esté en todas las listas. En las literarias. En las de los deseos. En las de la compra. Saunders y sus extraños cuentos para contarle a
esos niños que no se quieren ir a dormir y que, por supuesto, no son nuestros.
Su pasatiempo favorito – William Gaddis
Antes
de que Pynchon quisiera refugiarse en el hermoso anonimato, antes de que Foster
Wallace supiera leer, antes de que nadie renovase estilo y forma, Gaddis ya
estaba dándolo todo desde una máquina de escribir que hacía más ruido del
necesario y menos del que él esperaba. Estamos recuperando su obra, yo no,
Sexto Piso. Poco a poco, aún no hemos llegado a Los Reconocimientos, ni a
este Su
pasatiempo favorito. Por eso, cuando encontré esta edición de Círculo
de Lectores, completamente nueva en un mercadillo por 2 euros a bajo
precio no pude más que pensar ¿estaré dentro de un relato de Saunders? ¿Cuál es
el truco? Lo cogí, pagué, caminé forzadamente normal mientras me alejaba y
al llegar a la esquina salí corriendo para que nadie pudiera darse cuenta de
que me estaba llevando una auténtica joya perdida. Ya, casi casi como Gollum…
Stoner – John Williams
Publicada
en 1965. Escrita por un tal John Williams. Traducida al castellano en 2010 por
Baile del Sol (?). Ninguno de estos datos me es familiar. Nada de esto me dice
algo. Y sin embargo, ahora cuando acaba 2013, ahora cuando ya no vendrán más
libros después de éste, ahora es cuando uno empieza a ser consciente de quién y de qué es Stoner. No hay entrevistas en La Vanguardia. Nadie lo ha puesto en lo
más alto de lo recomendado –hay que buscar para dar con él en las librerías-.
La historia es simple y sin mucho giro dramático, o eso aseguran. Y, sin
embargo, todo el mundo te lo entrega en silencio. Todo el mundo entra en una
habitación sin hacer ruido y lo lee y sale llorando y dando las gracias. Y es
raro porque nadie da las gracias por un libro una vez leído. No es lo usual. Y
de pronto, las cinco estrellas le caen encima como manzanas. Y todo el mundo da
las gracias y es raro porque no temos ya constumbre de dar las gracias… Stoner,
señores. Es Stoner.
Feliz
2014 y que sea lo que Saunders quiera.
Un
abrazo y gracias por llegar hasta aquí.
Sergio.
*
Yo he optado por olvidarme del marketing de los libros, si quiero leer algo, como Perdida, no dejaré de hacerlo solo porque tiene mucha publicidad. Es más, no entiendo a la gente que no lee esos libros, precisamente, por la publicidad. Hay gente de todas las tendencias en el mundo. A mí el libro me gustó, me pareció muy original y me encantó la forma en que la autora narra y perfila a los personajes secundarios. Quiero leer a George Saunders, primero, porque viene con una banda promocional con un comentario positivo de Pynchon. Partimos bien. Y, segundo, porque me llama muchísimo la atención.
ResponderEliminarMe gustó cómo quedó montada la entrada, seguiré más de cerca tu blog. Feliz año!
Hola Pablo!
EliminarSí, es cierto que no es justo juzgar un libro ni por la portada ni por el marketing que lo avala. Aunque a veces intenten venderte cada libro que da miedo... Pero como bien dices, hay algo en Perdida, en su psicología que me atrae mucho. No sé qué se esconde, pero huelo a algo retorcido y oscuro.
En cuanto a Saunders, sí, sin duda pinta maravilloso. Esos cuentos agazapados y terribles. Y con un humor lacerante...
Gracias por pasarte, Pablo.
Un saludo!
Voy a buscar mi libreta y a apuntar propuestas, especialmente las cuatro últimas. Hay alguna coincidencia de lecturas pero no muchas. Bueno, me gusta que así sea para poder incrementar esa lista que nunca abarcaré.
ResponderEliminarSaludos!!
Pdt: Leí Perdida y coincido contigo en que tiene algo especial.
Hola Luna!
EliminarYo también creo que es genial cuando no se coinciden en las lecturas porque es ahí cuando uno empieza a divertirse. Pero sin duda, has tenido buen ojo, ya que esas cuatro últimas también son para mí, las más especiales de la lista. Espero darle una oportunidad a 'Perdida'. Si tiene, como dices, algo diferente dentro de ella…
Gracias por pasarte!
Esta entrada la leí pero temiendo la parrafada a través del móvil casi que mejor la dejé para más tarde :) Acuñas el término verbena verbal y yo lo adopto, muy útil.
ResponderEliminarEl libro de Chabon es uno de mis favoritos ever, lo releí por un relato que se publicó en The New Yorker que parece un poco un final alternativo, una especie de conclusión con nombres cambiados y detrás de los nombres irreconocibles una cara familiar.
Stoner me gustó bastante, cuatro estrellitas le di pero imagina, todo lo demás que aparece en la entrada me llama más la atención, exceptuando quizás Perdida.
Saunders es grande y leí Pastoralia, lo único decepcionante es que varios, muchos, relatos hansido publicados ya en revistas, había alguno nuevo para mí. Lo mismo ocurre con Diez de diciembre.
La correspondencia de Kawabata y Mishima.... irresistible.
El de Toni Morrison lo leí el año pasado y... está bien sin más, no me convenció demasiado.
De lo nuevo de Mieville no tenía ni idea, de las ilustraciones tampoco, habrá que ir haciéndose con él. Tengo Kraken pendiente, lo leeré en verano.
Lulu es fascinante pero es difícil recuperarse de la sacudida, un poeta agonizante al mirarse al espejo como si fuera una puerta hacia el pasado, es lo que más me gusta de lo que he leído de Cartarescu.
Pizarnik, despues de devorar compulsivamente la poesía completa me dispongo a leer los Diarios, me pongo la semana que viene, estaré leyéndolo todo el año junto a Proust y a lo nuevo de Tavares, de lo más denso que he leído en mi vida.
De Coetzee lo quiero leer todo, Desgracia es el primero que leí, cinco estrellas, pero Esperando a los bárbaros es mi favorito, es de lo mejor que he leído jamás.
De Grossman sí leí La vida entera y es magnífico, este que traes no lo he leído. Grossman me gusta más que Oz o Kaniyuk. Ahora todo el país está pendiente de la nueva estrella emergente, Nir Baram, su novela nueva, Las buenas personas ha suscitado polémicas y críticas muy extremas. A ver qué me encuentro. Y de Elfriede Jelinek lo tengo todo... por empezar. No sé muy bien por donde, la verdad. Bueno, el comentario se ha extendido un poco jajajaja. Ya hablaremos cuando leamos. Un abrazo.
Ah, casi no me acordaba de que diciembre se me fue de las manos. Sin duda, esta es una de mis recopilaciones más desorbitadas de las que puedo recordar. Allá vamos…
ResponderEliminarTengo que ponerme con Chabon sí o sí. Sé que me va a gustar. Lo presiento. Y sin embargo, nunca encuentro el momento adecuado para dedicárselo. Y es un error. Éste y Telegraph Avenue tienen que ser leídos!
Ya te he escuchado un par de veces que quizás 'Stoner' no te ha marcado tanto como al resto. Esa lluvia de comentarios que siempre aparecen en torno al libro… Tengo curiosidad por ver qué me despierta a mí. ¿Y si al final me deja más bien frío? Qué miedo…
Aunque 'Lulú' está en mi propiedad, será 'Nostalgia' el primero que reseñe de Cărtărescu. Ahora estoy con esta recopilación de cuentos (?) y lo cierto es que esto que comentas sobre el tiempo, la vejez y las puertas al pasado, ya sale reflejado un poco en 'El Ruletista'. A ver qué siento cuando llegue a REM, dicen, la pieza clave del libro.
Y sin duda, cuando no podamos más con todo lo que tenemos encima, ahí estará 'Kraken' para reírnos un rato y ver cómo Miéville indaga un poco en el género humorístico y la multitrama irremediable.
Gracias por pasarte por aquí José y por ponerte al día en el blog!
Un abrazo fuerte!