IMM #10 - Marzo 2014

El 9 de marzo es el día del libro. No es que en dicha efeméride Pessoa descubriese la crueldad del mundo o que a Kelly Link le regalasen los cuentos completos de Lovecraft. Nada de eso. Fue el día en el que mi madre dio a luz entre sangre, sudor, lágrimas y tinta a un niño de 3 kilos y 560 páginas. Una matrona y un bibliotecario hicieron el trabajo sucio. Desencuadernar la placenta y darle la primera cachetada en la nalga con un ejemplar de El Ruido y la Furia (por eso Faulkner siempre me hace llorar). Y desde entonces ¡Mirad cómo camino! Recuerdo a mi madre poniéndome cada noche un punto de libro bajo la axila izquierda para recordar al día siguiente por dónde había dejado yo la conversación. Recuerdo a mi padre doblándome la oreja por una esquina para hacer exactamente lo mismo. Pero lo que más recuerdo son mis cumpleaños, cuando los humanos llegaban a casa con ejemplares vivos de historias escritas. Cada 9 de marzo, la tinta volvía a sus orígenes. Y los libros rugían en manada y doblaban sus rodillas inexistentes ante mí. Este 9 de marzo no ha sido una excepción, ¡mirad cómo acumulo!

1. Los Lanzallamas – Rachel Kushner

La segunda novela de Kushner debe abrir este IMM. Tiene motivos de sobra para hacerlo. Primero porque en 2013 fue uno de los libros que más ruido provocó en los medios. Gracia a ello, su traducción no se ha demorado demasiado. Segundo, porque mezclar motos, el mundo de arte, el Nueva York de los 70 y a una muchacha llamada Reno sería una mala idea según cualquier editor. Y, sin embargo, camina. Fuerte y peligrosa. Editada aquí por Galaxia Gutenberg, no voy a  poder esperar mucho para saber si el olor a gasolina me sigue gustando como cuando era pequeño.

2. La voz de las espadas – Joe Abercrombie

Hay un subgénero del relato fantástico que empieza a ganar adeptos a un ritmo endiablado. El grimdark (ya, suena a aplicación móvil homoerótica-festiva) es una fusión entre la fantasía tradicional y la masacre sin contemplación. Sangre saliendo de su curso, sexo y una tolerancia cero para la misericordia son las claves de esta hornada de libros que lleva un tiempo rondando por las estanterías de todo fan deseoso de algo fresco. No hace falta decir que Juego de Tronos abrió la veda. Pero sí cabría recalcar que quizás, Abercrombie, un joven autor inglés, ha refinado el arte de la secuencia cruel y detallista de un mundo que ya no parece tan lejano. La voz de las espadas abre una trilogía de las que después de ser leídas ya no puedes volver atrás. No, aquí no se bebe hidromiel. Suerte tendrán los personajes si consiguen un mínimo de agua para sus gargantas.

3. La hondonada – Jhumpa Lahiri

Miúltima reseña hablaba bien –muy bien- de esta señora. Y ya dejé claro que quería probarla en distancias largas. No es lo mismo pasar un fin de semana con alguien que irse de trotamundos. Aquí veré cómo controla el pulso Lahiri para contarnos una historia sobre dos hermanos nacidos en Calcuta cuya vida diverge de forma radical. La cultura india vuelve a definir el texto de Lahiri sobre el que, otra vez, la crítica estadounidense ha hablado maravillas.

4. Un viaje a la India – Gonçalo M. Tavares

Sí. Todos los caminos conducen a la India. Esta vez el viaje es sólo de ida, pero con tantas paradas como quiera este escritor. Porque las trompetas suenan allá por donde pasa. Novela en verso. Homenaje al Ulises de Joyce. Reflexiones sobre el mundo actual más certeras que las de cualquier medio. Y una capacidad para asombrar al lector propia de esas estrellas distantes que nacen en cada generación. Desde la tumba, Saramago ya nos avisa de que tengamos cuidado con Tavares. Y es que como ya dijo Lenin de Stalin en el lecho de muerte: Este hombre se está acercando peligrosamente a algo que nos importa demasiado.

5. Cómo ser mujer – Caitlin Moran

No me juzguen. Es el año de las mujeres. Es el siglo de las luces. Es la era de algo más que el parto. Porque siempre he sido un feminista. Pero de esos con sentido del humor, entiéndanme. Por eso no podía dejar pasar la historia de Moran. Un relato personal, ficticio y autobiográfico del mundo entendido por una de las mujeres más divertidas con las que un hombre podría llegar a cruzarse jamás. Sí, se habla de derechos. Se habla de sociedad. Se habla de menstruación. Pero no con la voz de las espadas, sino con el grito de las ventanas abiertas. Y es que aquí, los únicos sujetadores que se queman son los push up.

6. Americanah – Chimamanda Ngozi Adichie

¿Os habéis enamorado alguna vez de un libro sin leerlo? Pues estáis fatal. Y lo peor es que no tenéis salvación. Ni cura. Ni ganas de tratamiento. Lo sé. Hablo desde la experiencia. Porque Americanah es de esos libros que la gente lee y te acaban destrozando. De esos que tienes que leer rápido para poder sumarte a la experiencia comunitaria necesaria y orgiástica de la lectura de una epopeya con buena música de fondo. No estoy hablando de Treme. Aunque bien podría dedicarle la HBO una serie de doce temporadas a estos forasteros en tierras extrañas en su búsqueda del amor, su sed de identidad y su capacidad de insultar con una sola h.

7. El Atlas de Ceniza – Blake Butler

Hay algo maravilloso que me provoca tanto miedo como un abrazo inesperado. Y es la asimilación del género postapocalíptico por la literatura seria fuera del género. Y es que tiene que haber ciertas inquietudes en el aire cuando hasta McCarthy nos plantea escenarios donde el hombre ya no tiene cabida. Butler, ese gestor mesiánico de la llamada Alt Lit nos enseña un visión desoladora pero no distante de lugar al que hemos llamado erróneamente nuestro hogar. Pequeñas piezas de destrucción masiva que nos hacen sentir ridículos cuando cerramos cada noche la cerradura de casa con doble vuelta.

8. Canadá – Richard Ford

Primero contaré lo del atraco que cometieron nuestros padres. Y luego lo de los asesinatos, que vinieron después.

Así se comienza una historia, joder. Dieciocho palabras y ya sabes que estás jodido de mala manera. Luego vendrán los altibajos. Y los llantos. Y los madremía. Pero reconoce que, como en las historias de amor propias de los 90, desde el principio ya no falta ni asfalto ni ganas de descubrir qué viene después. Richard Ford hace su trabajo de tal modo que sólo puedes quedarte callado, sentarte y escuchar lo que tiene que contarte. Hasta el final, claro. Hasta donde duele.

9. En el bosque – Katie Kitamura

Ya. Ya lo tengo. Respirad tranquilos maestros del hype. No sé qué voy a encontrar exactamente en esta novelita mínima de Sexto Piso. Pero casi le otorgo la necesidad primaria de mis antiestamínicos. Sí, así de pesados os habéis puesto con esta maldita novela con la que duermo debajo de la almohada por miedo a que desparezca de mi estantería. Porque todo en torno a ella es un misterio. ¿Os acordáis del primer WTF de la historia? Ese que soltamos tras ver El Bosque de Shyamalan. Pues bien, aquí también hay un bosque pero no se repite la experiencia. Porque según los expertos en la materia, aquí dentro convive todo lo que prometen los carteles que indican el camino hacia un tiempo inexacto donde existen sirvientes y señores.

10. Taipei – Tao Lin

No tengo la culpa. No me hago responsable de mis propios deseos. Dije que no volvería. Y sí, he sido yo el que ha dado el primer paso para volver. No soy fiable en temas de amor/odio. Pero ¿acaso alguien lo es? ¿Stephen Hawking quizás? No sé. Le dije no a la anomia y a las pastillas para dormir. Y vuelvo a la meca de estas dos fuentes de placer inocuo. Tao Lin es el Dromedario Jefe de una manada de camellos disfrazados de reputados lectores. Y vuelvo a las andadas. Y a trasnochar.  Y a beber cualquier líquido derivado de la soja. Y a sentir sólo a través de una red social que ponga a mi disposición un sinfín de emoticones. Yo no quería. Pero ellos insistieron. Vuelvo al empujón metafísico que produce vivir el duelo de algo que nunca estuvo vivo.

11. La muerte del padre – Karl Ove Knausgård

Dejen paso. No toquen. Llega mi obsesión por Knausgård y su saga explícita. Su vida en seis volúmenes. En busca del tiempo infringido. A punto de salir a la venta la traducción del segundo libro Un hombre enamorado me sumerjo en las aguas turbias del comienzo de la saga, como si el Ganges desembocara en el Mar Báltico. Así aseguran que es la experiencia de leer a este noruego con pinta de haber aprendido más de una cosa por el camino difícil. El mapamundi literario tiene puesto sus ojos y sus uñas afiladas en cualquier cosa que produzca este monstruo capaz de convertir sus catarsis destructiva en un monumento de la literatura universal. Recordad: Knausgård. Con un pequeño cometa a punto de destrozar la segunda A. Aquella que cierra la palabra agonía.

12. Lolito – Ben Brooks

Ah. Y llegó el libro más bonito del mundo. El hijoputismo propio de la adolescencia tardía y el sexo mal entendido. La maravillosa vida breve del experto en ruborizar a las masas. El niño que ha aprendido una palabrota y sabe soltarla en el momento adecuado. Se nos está haciendo mayor Brooks. Y sus libros cada vez pintan mejor. Y lo que una vez fue divertido, empieza a ser cierto y divertido. La edición es maravillosa. Ya no sé cómo justificarme, cómo disimular que estoy ante mi Alfa de marzo. El libro que me ha dado más de un dolor de cabeza. El libro que he pedido a todo el mundo. El libro que casi me regalan dos veces. Sí. Será un amor rápido de estos que llegan con el buen tiempo, pero qué bien me va venir sacarme toda la ropa que me sobra y pasar las páginas con los dedos necesarios.

Oui, c'est tout.