Ahora resulta que a comprar libros y mostrárselos al mundo
no se le llama IMM, sino Book Haul.
Ya me costó en su momento adoptar esta extravagancia nominal y ahora, que empiezo a
sentirme cómodo con todo este microuniverso terminológico, me lo cambian. Mal.
Los que crecimos en un aldea carecemos de la prestancia y adaptabilidad de las
buenas gentes de la gran ciudad. Por eso nunca llegué a entender del todo el
alarde de poder de aquellos que, armados con brackets y gafas de pasta, marcan
las tendencias del mundo blogger. Bocachapa y vizcos los llamábamos en mi
aldea. Menuda fama la del falso estrabismo... Y este
intento de alemán para principiantes puede significar lo que quiera que
signifique. Los libros siguen llegando a casa. Las estanterías se esfuerzan un
poco más. Aún me queda algo de tiempo y algo de espacio para relativizar mi
problema. Y miro de reojo, como haría cualquiera estrábico, y veo mi book haul de este mes y pienso que, si
me viesen ahora, en mi aldea estarían orgullosos de mí.
1. El accidente del
teletransporte – Ned Beauman
No recuerdo a quién le otorgué el galardón de la Portada del
Año 2013 pero, sin duda, se me pasó por alto la nueva novela de Beauman.
Dejando de lado el partidismo agudo que sufro, he de decir que este milagroso accidente ha llenado de buena
tinta las reseñas al otro lado del charco. Lo cierto es que, a pesar de la
juventud de su autor, la novela aúna historia y un sentido del humor
envidiable. No puedo obviar esa incursión lenta e imparable que la ciencia
ficción está haciendo dentro de la literatura en general, esa literatura que
carece de etiquetas y que se extiende soberana sobre el resto de géneros. Este
libro es un ejemplo de ello. Y mirad la portada. ¡Qué bonita, joder!
2. Nación – Terry
Pratchett
Sueño con el día en el que mi solvente posición económica me
permita retirarme al campo con una buena conexión a Internet, dos labradores y
todos los libros de Mundodisco. Pero mientras llego a ese sueño dorado, me
conformaré con los libros fuera de este universo que Pratchett nos va regalando
cada cierto tiempo. Uno de los últimos, Nación. Una epopeya postapocalíptica con
toques isleños. En el que los restos de dos culturas antagónicas se enfrentan a
través de dos jóvenes destinados a reconstruir algo parecido a un hogar en el
que ambos tengan cabida. Ah, también hay un loro. Y la crítica corrosiva y
cachonda de ese maestro que es Pratchett.
3. Tenemos que hablar
de Kevin – Lionel Shriver
Hace años de la publicación de la obra maestra de Shriver.
Infinitas ediciones después y una adaptación cinematográfica, voy yo y caigo en
sus redes. Será que algún tipo respetable la ha sacado del olvido y la ha
vuelto a poner en el ojo del huracán. Estamos ante una de esas novelas
imbatibles que ganan adeptos con el paso del tiempo. Y cuya incomodidad genera
recuerdos mucho después de la lectura. Un retrato psicológico de uno
de los traumas menos explotados, aquel en el que el bendito fruto del vientre
materno resulta ser el espinazo del diablo.
4. Viaje al fin de la
noche – Louis Ferdinand Céline
La última vez que una amiga se expuso ante la obra de
Céline, acabó seca, rota y muda. Este tipo tiene sólo una bala en la recámara
de su pistola, pero no necesita más. Apunta a uno e hiere a muchos. Esta
edición de saldo, de una colección desmembrada, de una librería de segunda
mano, no mitigará el miedo. Porque todo el que llega hasta el final del
viaje, nunca vuelve con las palabras adecuadas para explicar los horrores del
viaje. Caminan de vuelta con la mirada entrecerrada, aquella mirada que no necesita
tanta luz para ver. Porque Céline oculta algo. Lo esconde bien. Pero ya me he
dispuesto a aventurarme a su desolador descubrimiento.
5. Jonathan Lethem –
Los Jardines de la disidencia
Lethem es un tipo al
que respeto. Es alguien que se ha ganado mi confianza. No sólo por ser dueño de
un estilo fresco y certero. Sino por el hecho de aunar todas sus pasiones en
las páginas que produce. Sus orígenes se encuentran en un suburbio de Brooklyn y la Gran Manzana no tiene secretos para él. En este caso, vuelve a su ciudad
favorita para hablarnos de una saga de mujeres de izquierda que luchan para
llevar a buen puerto su ideología y sus tribulaciones. Claro que, si conocemos
las artimañas de Lethem, sabemos de antemano que esta no será una guerra
limpia. Comunismo, estupor y risas para la esperada nueva novela de este señor.
6. Submundo – Don
DeLillo
Admito que Barcelona me está acostumbrando a pagar poco por
los libros que adquiero, por lo que, a pesar de la ganas de la novela cumbre de
DeLillo, no me atrevía a pagar tanto oro. Y Austral, zas, publica una edición
de bolsillo mastodóntica y perfecta para llevármela a casa. No me lo pensé. Por
DeLillo dejé de lado unos cuentos de Mishima de los que me costó despegarme.
Así que más vale que este viaje transcontinental que emprenderé este verano,
merezca mucho la pena.
7. Japan - Granta 127
La nota japonesa de este mes lo pone la revista Granta cuyo
número de primavera se lo dedica a ese país que me produce fijación absoluta.
En una edición cuidada al máximo, como viene siendo el distintivo de la marca,
se reúnen 17 relatos de autores japoneses junto con invitados de lujos (David
Mitchell, Tao Lin) que ubican sus historias dentro de un contexto japonés. Y es
que encontrar nuevas voces que procedan de aquella isla lejana es una búsqueda difícil, por lo que tener
este ejemplar de Granta es ahorrarse una gran parte del trabajo.
8. La joven ahogada –
Caitlín R. Kiernan
Y sí, como bien sabréis, lo último es lo que atesoro con más
ganas. Es el último invitado que se va de la fiesta. El que se queda a
ayudarte. El que hace balance contigo y te pide quedarse a dormir en el sofá. Ese último elemento de la lista que te
conoce tan bien como para saber que no tiene que pedir permiso. Es esta
ocasión, el libro de Kiernan se merece toda mi atención, mis recursos, mi
tiempo –de hecho, actualmente lo estoy leyendo- y mi sofá. Toda novela con un narrador
comprometedor y en la que el acto de escribir exorciza demonios dentro y fuera
de nuestra cabeza tiene en mí a un defensor radical. Porque la historia que te
cuentas a ti mismo dista mucho de ser la historia que has vivido. Y justo por eso,
uno puede salvarse. O eso dice Imp.
Sólo conocía el de Lionel Shriver, los demás eran auténticos desconocidos hasta llegar a tu blog. Me apunto más de uno. Gracias, y saludos :)
ResponderEliminarMenudo librazo es "Tenemos que hablar de Kevin", en todos los sentidos. Por el momento, es lo mejor que he leído este año. Además es de esos libros que tras leerlos dejan huella.
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