Nos encontramos ante la ópera prima de Banana Yoshimoto (1964, Tokio). En ella, la autora nos cuenta la historia de Mikage, una chica fascinada con las cocinas que vive felizmente entre fogones con su abuela. Cuando ésta muere, pierde al único familiar que le queda vivo. Esta pérdida le hará sentir por primera vez lo rotunda que es la soledad intrínseca del ser humano y lo fácilmente que una persona puede quedarse sin nadie en el mundo.
Ante esta situación paralizante, una segunda oportunidad llama a la puerta de Mikage. Yuichi, un joven vendedor de flores que conocía a la abuela, le ofrece por un tiempo hospedaje en la casa que comparte el chico con su singular madre. Mikage, Yuichi y Eriko, la madre, formarán un curioso trío feliz y tranquilo, en un décimo piso con una cocina hermosa. Claro que, la felicidad es el momento, porque de nuevo los engranajes de la tragedia se ponen en marcha.
Kitchen está estructurado en tres partes: Kitchen, Luna llena y Moonlight Shadow. Frente a las dos primeras que guardan relación con la historia de Mikage, la tercera parte es un cuento independiente en el que la temática de la pérdida sigue vigente. Y es que este libro nos habla precisamente de eso, de cómo reacciona uno cuando un ser querido se marcha para siempre. Disecciona con sumo cuidado el espacio que ocupa la ausencia y las formas posibles que tiene uno de enfrentarse a esa pérdida.
La autora a veces nos otorga diálogos maravillosos sobre la permanencia, sobre quedarse y aguantar cuando lo único que sentías seguro se ha marchado. Éste, también es, el punto flaco de este libro, son tan abundantes las reflexiones que a veces la trama parece una simple excusa para justificar ciertos pensamientos y discursos. Con todo, como primera obra se deja leer, no va más allá de las 200 páginas y al final, cuando uno cierra el libro, el sentimiento positivo es el que sobresale. Como Mikage, el lector entiende que por muy solo que acabe estando, siempre podrá contar consigo mismo. Parece de Perogrullo, pero quizás sea la única verdad que merezca la pena recordar.
Silenciosa y oscura, no hay vida. ¿No es como si evitaran mirarme todas aquellas cosas que estaba acostumbrada a ver? En vez de decir: “Hola, ya estoy aquí”, debo entrar de puntillas diciendo: “¿Molesto?”. Mi abuela murió y con ella murió también el tiempo en aquella casa. Realmente sentí eso. No puedo hacer nada ya. Sólo irme…
Aunque es cierto que a veces sus propios pensamientos parecen superponerse a la trama, e incluso eclipsarla a veces, sigue siendo un relato ligero que te deja un poquito más alegre cuando terminas. Gran mención a Moonlight Shadow, que es breve, sencillo, y llega al corazón.
ResponderEliminarEmpecé mi romance con Banana por "Amrita", Kitchen llegó en segunda posición. Parece una digresión escrita al margen de otra novela, una alusión, una memoria. Pero por otro lado nunca antes había leído algo tan ligero, tan efímero que al mismo tiempo tratase de temas tan serios. Me acarició este libro... Lo leí dos veces y cada vez que habló de él me apetece repetir una más...
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