miércoles, 24 de septiembre de 2014

Diez de Diciembre

No, en serio. George Saunders juega en otra liga. Este tipo que dice haber llegado tarde a la literatura es una rara avis que subsiste en su propio ecosistema. Me cuesta compararlo con otra gente. Quizás con un Coupland con facilidad para los medicamentos. Quizás con un Foster Wallace con un coeficiente menor pero compensado con un sentido de la escena francamente apoteósico. No sé, todo lo que digo de este señor me sabe poco. Imaginad por un momento a todos esos teóricos definiendo qué es la literatura posmodernista. Pues bien, Saunders es el que se está acostando con sus esposas. 


Diez cuentos con moralija

O con estaño por costuras. Busca cualquier material que levante la primera capa de piel o de pintura y vierte encima tinta fresca diluida con ácido lisérgico. Es así como Saunders se saca sus cuentos de la manga. Hay más aquí de biblioterrorismo que de manual de escritura creativa. En las diez historias que nos presenta, los personajes, las situaciones y las enseñanzas tienen un doble filo que acaba cortando al menor gesto de duda. Aquí tienes que saltar con los dos pies sin saber cuán profunda es la masa de agua. Y disfruta de la zambullida. Porque es probable que para la recta final de cada cuento te quedes sin aire.


Saunders, que no le tiene miedo a nada, te lanza historias distópicas de futuros que dan miedo dentro de una sociedad de bienestar perfecta y previsible. En cuentos como Escapar de La Cabeza de la Araña o  Los diarios de las Chicas Sémplica pone bajo el foco la idea de una evolución coherente con nuestro presente y totalmente descorazonadora. Quizás sean estas las historias más rocambolescas e impredecibles, pero aquí hay mucho más. Un denominador común en todo lo que ofrece Diez de Diciembre es la idea de familia distorsionada. Y, aunque todos sabemos que no existe otro tipo, Saunders ofrece ejemplos dignos de enmarcar en las consultas de Planificación Familiar como advertencia. En Palos y en Cachorro encontramos ejemplos de redención consanguínea que acaban explotando en la cara como una traqueotomía mal ejecutada. O en la maravillosa A casa donde queda patente que el derecho de veto es inaplicable a ese grupo de personas con las que no hemos tenido posibilidad de elección. 

No diré que todos los cuentos me parecieran sobresalientes, pero más de la mitad merecen ser contados alrededor de una hoguera si algún día conseguimos un trabajo de monitor de campamento para niñas de bien. Porque el humor y el miedo es la aportación de Saunders a la historia de la literatura para adultos bien entendida.


Hablemos de tú a tú

La imaginación tiene un buen reconocimiento en la obra de George Saunders. Pero no vamos a recordar a Saunders por su imaginación. El autor norteamericano es ante todo un mimetizador de humanos. Este tipo se gana la vida cazando voces. Las encierra en habitaciones insonorizadas y las domestica para su propio beneficio. No hay que confundir a aquellos escritores taxidermistas que nos presentan recreaciones de algo que una vez estuvo vivo. Las voces de Saunders no están en tu cabeza. Al leer, las ves ahí, brillan en la página, adaptándose a los trucos que el autor les ha enseñado. Voces de madres que han perdido el norte. Voces de adolescentes agorofóbicos que observan el mundo desde una ventana. Voces de jefes que exhortan a ser mejores profesionales a sus incautos empleados. El circo de los ruidos que nos plantea en sus cuentos es tan extraordinario que difícilmente podamos tener el oído tan afinado como para disfrutar al completo del juego.

Y es que si algo me ha sorprendido en estas historias es la importancia del lenguaje. El gran cómo de la lingüística se convierte en el nodo que centraliza las pulsiones narrativas de todos los cuentos. El lenguaje como nexo entre lo que somos y lo que nos rodea. Hay una historia en concreto en el que esto roza lo explícito de un modo casi pornográfico. En Mi fracaso como hidalgo el protagonista asume a través de un medicamento la jerga medieval para una representación teatral. Las palabras empiezan a conquistar su lengua. Luego sus vasos sanguíneos. Y acaba asumiendo, sin poder evitarlo, el código moral de un caballero con resultados desastrosos. Porque no es ésta tierra fértil para gestas.


Tu propia aventura te elige a ti

Eliges A. Eliges la puerta número 3. Eliges a la chica rubia. Eliges salvarte. O no eliges, es decir, eliges no elegir. De algún modo hemos dejado de definir la libertad como la capacidad de tomar nuestras decisiones sin coacción. Porque estudios recientes han demostrado que nunca elegimos de un modo abierto. ¿Quién elige publicar todos estos estudios recientes? Las probabilidades nunca son 50/50. No es determinismo. No quiero caer en la disyunción falaz. Quiero que me entiendas cuando digo que la elección sólo puede valorarse cuando ya no importa cuál es el resultado. Por eso, los personajes de Saunders siempre eligen mal. O se mueren por no ser capaces de elegir. Literalmente.

Es la primera vez que veo a la opción A vengarse por no ser la elegida. Nunca antes hubiera pensado que ser el segundo plato de alguien podría llegar a ser indigesto. Y es que Diez de Diciembre nos plantea todo un número de elecciones cuyas consecuencias nos hacen volver al inicio del cuento, pero no hay plan B. Saunders nos ha otorgado una versión adulta, mejorada y rocambolesca de aquellos Elige tu propia aventura. Esos libros rojos en los que una y otra vez podías remendar tus errores. Tu falta de criterio era de algún modo anecdótica. No es este el caso. Hemos elegido el libro azul. Somos el ingenuo Neo decidiendo sin saber cuáles son nuestras opciones. Y cuando nos morimos, nos morimos de verdad. Porque George Saunders podrá jugar con nuestro visión de conjunto, pero la miopía ya viene de fábrica.

Y es divertido. Y duele. Y no tienes que esperar al último cuento, hace frío desde mucho antes. Y aún así, con esta pésima sensación térmica, volveré a encontrarme con este tipo. Porque puedes elegir no leer a Saunders. Aún eres joven para seguir cometiendo errores estúpidos. ¿No? ¿No?

Losing it - Amy Bennett

Hemos resuelto un misterio eterno. Cómo cambia el juego. Supón que alguien no puede amar. Ahora él o ella podría. Podemos hacer que ame. Imagina que alguien ama demasiado. O ama a una persona que sus tutores o un profesional de la salud considera inapropiada para ellos. Podemos cortarles las alas a esa mierda. ¿Y si una persona está triste por culpa del amor verdadero? Ahí es donde entramos nosotros, o su tutor o su médico: no más triste. Ya no somos, en términos de control emocional, barcos a la deriva. Nadie lo es. Vemos un barco a la deriva, nos subimos a bordo, instalamos un timón, le ponemos a él o a ella rumbo al amor. O lejos del amor. ¿Crees que All you need is love? Pues mira, por ahí viene ED289/290. ¿Podemos acabar con la guerra? ¡Frenarla sí, desde luego! De pronto los soldados de ambos bandos empiezan a follar. O, con una dosis baja, se gustan muchísimo. O, pongamos, dos dictadores rivales que se la tienen jurada. Suponiendo que el ED289/290 puede desarrollarse bien en forma de pastilla, permíteme ofrecerle a cada dictador una aspirina. En un periquete tendrán la lengua en la garganta del otro y habrá palomas de paz cagando sobre su charreteras. O, dependiendo de la dosis, quizás sólo se abracen. ¿Y quién nos ayudó a hacer esto? Fuiste tú.


6 comentarios:

  1. He aquí una de mis mejores lecturas del año pasado. Fabulosa. Demoledora. Como dirían los ingleses: mind-blowing. Y 'Pastoralia' es como mínimo igual de bueno que este. Ah. Lo de jugar en otra liga es un rasgo que Saunders comparte contigo.

    Un abrazo.

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    1. Sí, Pastoralia parece que vuelve a colapsar mis opciones pero no sé si debería volver tan pronto a Saunders. Ahora que ha entrado en mi vida no quiero gastarlo todo así, rápido.

      Lo de las ligas, ya me los explicarás.

      Un abrazo!

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  2. Buenísimo pero a mí Pastoralia me gustó más en conjunto, algunos relatos de Tenth of December ya los había leído en The New Yorker. Un abrazo.

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    1. Ay, ¿Entonces voy a por Pastoralia? Tendré que hacerlo. Os gusta demasiado a muchos. Pero este 'Diez de diciembre' es una inmejorable carta de presentación, aunque no todos sus relatos me parecieron soberbios.

      Gracias por pasarte José.

      Un saludo!

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  3. Buena reseña! el libro es una pasada, uno de mis descubrimientos más afortunados del mes pasado :) lecturas que se entrecruzan!

    un saludo :)

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    1. Hola Su!

      Lo cierto es que Saunders opera a unos niveles diferentes al resto. Nadie sabe por dónde va a salir hasta que Zas, entras en su historia y no hay vuelta atrás.

      No hay nada mejor que lecturas que se cruzan.

      Gracias por pasarte!

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