Morirse con efecto boomerang
La muerte es comúnmente entendida como un punto y final. Zas. C’est fini. ¿Pero y si sólo fuera un punto y seguido? ¿Y si ni siquiera fuera un punto, sino una breve pausa dramática en esa inmensa oración subordinada que es la vida? Así lo vive Ben Gould, cuando un día, en plena calle, tropieza de una forma tan violenta que el impacto contra el suelo lo mata. Al menos durante cinco segundos. Porque, contra todo pronóstico, vuelve a la vida. Eso sí, el camino de regreso no lo hace solo. Un fantasma, un mendigo asesino, el Ángel de la Muerte, una jauría de criaturas caninas y ciertas e incomprensibles habilidades lo acompañan.