lunes, 22 de noviembre de 2010

Antichrista


La adolescencia es ese momento clave en el que cada uno intenta descubrir cuál es su papel en el mundo. Una etapa rocosa en la se acumulan más fallos que aciertos y en la que la importancia del otro es tan decisiva como la de uno mismo. En este paisaje emocional sitúa Amélie Nothomb (1967, Japón) su novela. Un descenso a los infiernos con primeros novios y clases de fondo.


La novela se construye con dos personajes totalmente contrapuestos. Por un lado tenemos a Christa, una joven magnética, extrovertida y con una fuerza absoluta para estar en el mundo. Y por otro lado tenemos a Blanche, una chica tímida que busca por todos los medios pasar desapercibida. El encuentro de ambos mundos se da gracias a un primer paso dado por Christa al que Blanche no puede decir que no.

La relación dominante-dominado se establece desde un principio ya que la impronta de Christa empieza a invadir el microuniverso de la otra chica. Los ejércitos de Christa pisotean el cuerpo de Blanche, para luego arrollar su hogar, su familia, sus aficiones y su sexualidad. Poco a poco, Christa se va mostrando como un parásito que se alimenta de la humillación de su portador, en este caso Blanche.

Uno de los recursos más interesante que usa la autora para transmitir esa confusión de Blanche es el debate interior. Esas dos voces contrapuestas que dan dos lecturas totalmente distintas de un mismo hecho y nos hace dudar sobre cuál es la realidad que está teniendo lugar realmente. Esos dos puntos de vista intentan siempre tirar cada uno a su lado a la pobre Blanche que no sabe si está siendo víctima de un acoso inadmisible o simplemente se ha convertido en una misántropa de tamaño industrial.

A pesar del planteamiento prometedor, no estamos ante una de las mejores novelas de la autora. Muchos pasajes están cogidos con pinzas y a veces las letras huelen a relleno de pavo y no a ideas puras y duras. Además, aquellos que se hayan enamorado de Amélie Nothomb por sus reflexiones será mejor que se mantengan un poco alejados de este Antichrista que, sin ser malo, no llega a la brillantez a la que nos tiene acostumbrado Nothomb.


Lo ves: no sabes nada de ellos y ya has decidido que no quieres conocerlos. ¡Qué despreciativa y altiva llegas a ser! Christa, en cambio, es generosa: se acerca a los demás, como se acercó a ti, o a tus padres. Tiene algo que ofrecer a cada uno. Tú no tienes nada que ofrecer a nadie, ni siquiera a ti misma. Eres una nulidad. Christa quizás sea un poco brusca, pero ella, por lo menos, existe. Cualquier cosa antes que ser tú.

1 comentario:

  1. Aunque no destaque como la mejor novela de Nothomb, no deja se ser un acercamiento a su obra más merecedora

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