El
rojo no es un color. Ni dentro ni fuera de este libro. Pero la idea de un color
asociado a otra cosa es algo fácil de entender. Algo que puede llegar a mover a
las masas porque no se necesitan intermediarios ni complicadas elucubraciones. Y es
que cada vez se perfilan en mayor detalle todas esas distopías adolescentes que
acampan a sus anchas en la literatura en la que acabo cayendo últimamente. Lo más
reciente que ha ido a parar a mis manos es el principio de una trilogía que no
se anda por las ramas a la hora de hablar de opresores y proletariado. Y aunque
nada de lo que cuente sea nuevo o rompedor, lo cierto es que la primera novela
de Pierce Brown es fácil de leer y lleva adelante a un ejército de personajes
con soltura. No es un libro perfecto, pero ha puesto un pie fuera del
género a la hora de retratar cierta sordidez y funestas decisiones. Y eso
siempre es algo digno de agradecer.
Las Guerras
Cromáticas
Como
si estuviera en una clase de Historia Retrofuturista, voy a hablaros de las
Guerras Cromáticas. Del conflicto que enfrentó a Rojos y Dorados en una batalla
encarnizada por el bien de todo el espectro de colores que existía entre ambos
opuestos. El origen de la mecha encendida no tiene mucho misterio. Los Dorados,
que ostentan el poder, deciden con manipulaciones y mentiras aprovecharse del
esfuerzo de la clase más baja de la Sociedad: los Rojos. Un pueblo minero que
se sustenta de las migajas que le ofrecen sus superiores por hacer un trabajo
exhaustivo y peligroso. En un intento de mantener a cada uno en su lugar, una
chica es ejecutada para adoctrinar al populacho. Y las revueltas empiezan en el
interior de una sola persona. Cosa que, como ya sabéis, es suficiente para que
un imperio caiga en desgracia.
Lo
que sucede a partir de este punto es lo nuevo. Lo que nadie hubiese sospechado.
Esa única persona decide sacrificarse a sí mismo, cambiar todo lo que es, para
acercarse lo suficiente al dorado opresor y ensuciarlo, denostarlo. Su ascenso
en el bando enemigo es lento y reprobable. Así, esa única persona que lucha
por derrocar el sistema va entendiendo poco a poco que, cuando quieres cambiar
algo, ese algo también acaba cambiándote a ti. Porque las ideas podrán ser
inmortales, pero las intenciones no. Y la fuerza de la ira puede transformarse
en otra cosa. Y es que, como todos hemos aprendido de pequeños, hay colores que cuando se mezclan entre
sí, lo único que uno consigue obtener es una mancha grisácea de matices irreconocibles
que no sirve absolutamente para nada.
Daltonismo explicado a las masas
La
novela de Brown no puede huir de sí misma. Tiene los defectos de su género, así
como los de la primera novela. A saber, historias sentimentales innecesarias,
personajes planos caracterizados por un rasgo que explotan hasta la saciedad y
una voz narrativa en primera persona francamente hostiable. Todo lo malo que
podría tener lugar ha sucedido. Pero también hay algo salvable en la idea que
nos plantea. La revolución social que se intuye pero que no llega a manifestarse
en esta primera novela (aún nos quedan segundo y tercer libro) podría llegar a ser
digna de mención. A pesar de que todo el mundo hablaba de ese mix entre Los Juegos del Hambre y Canción de Hielo y Fuego, yo me quedé
hasta el final por la promesa de la caída del imperio romano a manos de la
revolución bolchevique. Y quizás es ahí donde todo el tiempo invertido en esta
novela no queda malgastado. Cierto es que hay sorpresas que no son necesarias.
Y algunas otras que no ves venir ni de lejos. Pero Amanecer Rojo es una buena historia cuando deja de lado todos esos
trucos y va a lo que interesa, a ese enfrentamiento de clases cuyas consecuencias
morales me han dejado cierto regusto amargo digno de hacer que pique
de nuevo y lea Hijo Dorado, que sale
a la venta esta misma semana.
Sin
duda, simplificar las luchas proletarias hasta llevarlas a un estadio simple y
asimilable es algo digno de Pierce Brown. Claro que aquí se promete más de lo que se da, llevándonos a un terreno conocido de enfrentamiento entre adolescentes
dispuestos a todo por el puro reconocimiento. Y deja el plato fuerte listo para
servir.
Pigmentación y Debacle
La
guerra de los colores, la lucha de clases, el conflicto de las identidades. No
sé qué acabará haciendo ¡boom! pero lo cierto es que la nueva literatura está
buscando hacer volar por los aires cualquier sistema opresor. ¿Es una esperanza
vacía? ¿Estamos alimentando el escapismo con triángulos amorosos irresolubles o
alimentando las llamas de aquellos que están en un callejón sin salida? No sé
dónde irán a parar todas estas ideas. Las de Brown, las de Collins, las de
Roth. Pero hay una tendencia explícita a la revuelta, a la rebelión, al
disturbio en todas esas historias que la gente lee en el metro, en las paradas
de autobuses, antes de irse a dormir. Puede que estas historias hayan existido siempre y soy yo el
ingenuo que ve más que nunca los conectores entre sistemas globalizados y
líderes populistas. Pero lo cierto es que hasta ahora el marketing no había
sustituido a la propaganda en la transmisión de un mensaje político o
apolítico, según el caso. Hasta ahora la presencia del producto patrocinado en
la revuelta no había estado tan presente. Y me da miedo y me da risa y me da
grima. No sé qué estará pasando en la cabeza de los adolescentes que se meten
entre estas páginas. No sé quiénes o qué será para ellos la autoridad opresora.
Pero estoy impaciente por descubrirlo. Porque da igual la pigmentación de
aquello que se enfrenta a nosotros, cuando algo arde, el negro es único color
reconocible
Marlon Campbell |
Waaaa, me dan absolutamente igual los defectos que tiene, siempre los señalas que para eso es una reseña pero si llego a leerla como tú, a destilar todo el rojo para que quede solo la linfa de la sangre, transparente, amarillenta de lo que se perfila como una más que interesante alegoría distópica, me daré más que por satisfecho. Descubro aquí que es trilogía, me había llamado la atención el libro, creo que puedo conectar, centrarme en los tonos rojos y dorados y moverme entre ellos sin caer en las tonalidades imposibles que puedan intentar buscar entre ambos, me da la impresión de que este libro será un " digan lo que digan a mí me gusta". Un abrazo
ResponderEliminarHola José!
EliminarNo sé, últimamente, sólo voy a por Young Adult. Será que tenía bastantes títulos pendientes. Éste, como comento, tiene potencial. Este primer volumen bien podría transitar en lugares comunes que aportan un aspecto un poco más maduro a tramas y situaciones ya conocidas. Pero lo bueno está por llegar. Creo...
Échale un ojo. Ya me dirás.
Ay! no me quito de la cabeza el libro de Yanihagara. A ver…
Gracias por pasarte!