miércoles, 31 de agosto de 2011

La noche de los tiempos


Eva al desnudo

Unos investigadores franceses descubren bajo el suelo de la Antártida una cúpula de 900.000 años de antigüedad y en cuyo interior un hombre y una mujer reposan desnudos desde el principio de los tiempos. La noticia da la vuelta al mundo y gracias a una poderosa colaboración internacional preparan los métodos necesarios para despertarlos. Será la mujer la primera en volver a la vida y cautivar a Simon, médico jefe de la expedición, que se debate entre lo que siente y su labor profesional.

Tras el shock inicial, Eléa, esta Eva antiquísima, narra su periplo, explicando quién es, de dónde viene, qué ha tenido que dejar en el camino, quién es el hombre que reposaba junto a ella, y cómo éste podría acabar con muchas de las desgracias que asolan este nuevo mundo al que ella se expone.


En pie de guerra 


Mientras Eléa explica la guerra que asoló su mundo, vamos presenciando cómo las distintas nacionalidades que cohabitan en el Antártico van perdiendo la compostura al ir descubriendo las dimensiones del hallazgo. La lucha por el poder y las ganas de monopolizar este descubrimiento harán que toda diplomacia se resquebraje, mostrando la verdadera naturaleza del hombre. Como tema principal el autor se explaya con la auténtica ignorancia en retrospectiva propia de nuestra especie, la absoluta incapacidad de entender la moraleja de cientos de civilizaciones destruidas por el mismo patrón.



Y decir adiós otra vez 


Contra todo pronóstico, en esta novela, el amor no hace más llevadera la pérdida, no salva a ningún personaje. A pesar de que muchos atesoran fuertes sentimientos, no son capaces de hacer algo con ellos. Reviven lo pasado como si en el recuerdo existiese la posibilidad de una segunda oportunidad. Y ésa es la otra cara de la guerra del hombre, otro de los motivos por los que el autor nos señala con cierta vergüenza. Miramos hacia atrás sin aprender nada. Miramos hacia dentro sin escuchar con atención. Sólo existimos como ciegos que se tropiezan con todo lo que se cruzan y siguen sin entender de dónde procede el dolor de cada impacto. De nuestra ceguera. De nuestra ceguera. Otro tropiezo. De nuestra ceguera.



Con su civilización desaparecida, se han encontrado como caracoles a los cuales un pillete hubiera roto y arrancando el caparazón para ver cómo están hechos por dentro […] Han vuelto a empezar desde el peldaño más bajo de la escalera, y han vuelto a hacer toda la subida, se han caído a mitad del camino y han empezado otra vez, y vuelto a caer, y obstinados y testarudos, la cabeza erguida, volvían a comenzar a subir, y yo iré hacia arriba, ¡y más alto aún! ¡Hasta las estrellas! ¡Y así están! ¡Helos aquí! ¡Somos nosotros! Han repoblado el mundo, y son tan idiotas como antes, aprestándose para hacer volar de nuevo el mundo. ¿No es bonito eso? ¡Ese es el hombre!

domingo, 21 de agosto de 2011

Otros placeres



A tu puerta he llegado 


Camina con paso decidido, cargada de libros, hacia un lugar mejor definido con un quién que con un dónde. Como única respuesta: Kohoutek. Un veterinario que vive en su gran casa con una fauna familiar muy peculiar y que ve cómo su mundo se vuelve patas arriba cuando su actual amante se presenta en su hogar.

Entre los intentos de ocultación, los interrogatorios llevados a cabo para descubrir por qué y las revelaciones familiares, Kohoutek irá diseccionando su vida hasta ese hecho clave, ese punto omega que zanjará para siempre su vida tal y cómo la conocía. Como si la amante encarnase a la vez el fantasma del pasado, del presente y del futuro, forzará a este protagonista libertino a entender esos tres tiempos, esas tres vidas que colisionan ante él, que se rompen como un castillo de naipes que ejemplificara con soltura la arquitectura del derrumbe.



Meter el dedo en la llaga 


El protagonista de esta novela nos habla del magnetismo táctil. De cómo sus manos jamás han podido distanciarse mucho de la piel femenina. Esos placeres que resaltan en el título son una oda al cuerpo femenino, al opio amatorio de descubrir cuerpos, conquistarlos y recibir la recompensa física. Las escapadas secretas. El control que se ejerce sobre el descontrol. En su idiosincrasia esto no choca con el hecho de estar casado, de tener una mujer hermosa e inteligente, ni de vivir en un ambiente profundamente religioso.

Cuando su actual amante pasa de ser su lugar de huída a convertirse en la evidencia del delito, todo gana densidad. Esta amante, que se ha creído todas las promesas de Kohoutek, exige no sólo ser entendida a través del tacto. Quiere los otros cuatro sentidos. Quiere que se la observe desde el entendimiento. Quiere ser real en el sentido más estricto de la palabra. Ella, que tanto lee, entiende mejor que nadie la diferencia entre un amor entre líneas y un amor que te obliga a cerrar los libros.



Breves entrevistas con hombres libertinos 


Estamos ante un libro muy escueto. Una historia condensada en un puñado de detalles y unas cuantas conversaciones muy oportunas. Los personajes secundarios no están ampliamente perfilados, pero cumplen con creces su función. El conflicto acampa a sus anchas. La resolución del mismo es, cuanto menos, evocadora. Todo pasa rápido. Mucho de lo que sucede, tiene lugar entre bambalinas, en copa de árboles, en buhardillas, en baños cerrados a cal y canto. Y es que es tal la brevedad y la intriga carnal de esta novela corta que el autor extrapola al lector el acto libertino. Somos nosotros al acabarla quienes miramos a un lado y a otro para ver si alguien nos ha visto cometer el delito. Y seguir haciéndolo, claro, hasta que algo que mantenemos escondido y que sabe demasiado de nosotros llame a nuestra puerta.


Tú, Kohoutek, desde hacía cierto tiempo habías empezado a huir desesperadamente, a buscar un amor que no te fuese, si no totalmente, al menos en muchos aspectos prohibido. Y descubriste que el único amor permitido verdaderamente es aquél totalmente y por todos prohibido. Porque la condición de un verdadero amor prohibido es su momentánea pero total seguridad.

martes, 26 de julio de 2011

Escribir



Al principio fue el Verbo


Hay cosas de las que uno no se puede desligar: del tiempo que le queda, del hambre, de las ganas de llegar al otro, de la palabra escrita, de la necesidad imperiosa de comunicarse. Este compendio de textos en el que destaca principalmente Escribir, habla de todo eso que se solapa en nuestras manos. Desde el punto de vista del escritor, vamos recorriendo el sentimiento gigante de soledad, amiga y enemiga, del que dedica su vida a las palabras. Marguerite Duras (1914 - 1996) se sumerge en su experiencia vital como narradora para hacernos llegar la inmensidad del que escribe, la forma sincera, delatora de cómo ve el mundo alguien que tiene la necesidad imperiosa de agarrarlo y sacarle todo el aire que alberga.

martes, 19 de julio de 2011

Intimidad


Últimas horas contigo

Él se va a marchar de casa. Va abandonar a sus dos hijos, a los que adora. A su mujer, que no lo entiende. Va a dejar atrás la estabilidad construida en pos de no sabe muy bien qué. ¿Por qué se marcha? ¿Habría algo por lo que mereciese la pena quedarse? ¿Está cometiendo un acto de egoísmo en mayúsculas? ¿Un acto de absoluta sinceridad consigo mismo? ¿Ambos a la vez? El guionista protagonista de esta novela, ha decidido marcharse de casa y con él vamos a realizar un repaso de su vida, de los hechos esenciales, de esos momentos que han configurado a la persona que es. 

sábado, 16 de julio de 2011

Reencuentro


De repente, un igual

Hans es un chico alemán que vive con sus padres en un pequeño pueblo. Su rutina se trastoca cuando un día llega a su clase un nuevo alumno, Konradin von Hohenfels, un conde al que todo mundo quiere acercarse. A pesar de la actitud esquiva que Konradin aplica en todos los intentos de acercamientos, Hans decide que quiere convertirse en su amigo. Tras una serie de estratagemas consigue que Konradin se fije en él y comiencen una amistad fuerte y sincera, fundamentada en sus múltiples semejanzas. Una amistad en un contexto que no le da importancia alguna al hecho de que Hans sea judío y Konradin no.

sábado, 9 de julio de 2011

El hombre que se enamoró de la luna


Hogar Exterior

Cobertizo es un chico mestizo que vive con su madre en el prostíbulo de Ida Richelieu. Este local será el escenario donde el chico se ocultará del Diablo cuando éste lo llame por su verdadero nombre, memorizará el significado de cientos de palabras, seducirá a hombres que prefieren estar “afuera en el cobertizo” antes que con las chicas de Ida. En definitiva aprenderá quién es a través de la historia de él mismo que otros le cuentan, a través de su versión de las historias que él puede contar de los demás.

martes, 7 de junio de 2011

Un grito de amor desde el centro del mundo


Tan sutil como lo nuestro

Se encuentran siendo unos niños, no se perciben entonces como una posibilidad sino como mera existencia con la que compartir responsabilidades escolares. Sakutarô y Aki, son dos alumnos que van creciendo en un ambiente protegido. En el camino hacia la adolescencia su curiosa y simple amistad va derivando en sentimientos mucho más profundos, pero igual de tranquilos. Lo apacible de esta historia se ve sacudido por una sombra funesta que los separará para siempre y que le otorgará a cada uno una nueva visión madura y compleja sobre lo que es la vida y la existencia del ser amado.


Una piedra se hunde en el agua

El sentimiento de algo frágil que puede romperse y que, de hecho, se rompe, empapa toda la novela. La pérdida del ser querido se asoma por las páginas. Se reflexiona sobre la muerte y la distancia. Gracias a las conversaciones que Sakutarô mantiene con su abuelo, vamos hundiéndonos más en la idea de la eterna permanencia a pesar de que lo físico no comparta el mismo espacio. No tiene nada que ver con cielos, ni infiernos. Aquí no hay fantasmas. Sólo las reverberaciones de un amor que se ha detenido en el plano menos importante, pero que sigue latiendo en campos en los que un humano puede trascender más allá de su propio concepto.


Una cápsula del tiempo y una postal de aquel verano

Estamos ante un libro pequeño, tan pequeño que sin darte cuenta se te habrá encajado en una costilla y ya nunca saldrá de ahí. Tenía miedo de que fuera una historia ñoña, edulcorada en grado sumo, pero estaba equivocado. El autor no abusa del sentimentalismo y nos invita a entrar en el mundo privado de dos enamorados que saben de antemano que van a perderse. Junto a ellos recorremos islas deshabitadas, cerezos en flor, primeros besos, secretos enterrados y puntos de vistas dispares que le otorgan al relato un aspecto bastante sólido dentro de su naturaleza efímera.

He de admitir que he llorado un poco. Y aunque no me gusta racionalizar las emociones que un libro me despierta –los trucos mejor no explicarlos-, sé cuál ha sido el motivo. La autenticidad. Un grito de amor desde el centro del mundo carece de ambición. No te promete nada. Y justo por eso se queda contigo. Porque en su silencio es sincero. Porque no explica nada que no conozcas. Porque el dolor implícito de sus personajes acaba tocándote en los dedos al pasar la página. Pero pasará el malestar, como las estaciones, como el otoño.



¿Cuál crees que es el verdadero carácter de la belleza? […] En la vida hay cosas que pueden realizarse y otras que no. Las que se materializan las olvidamos enseguida. Sin embargo, las que no podemos realizar, las guardamos eternamente dentro de nuestro corazón como algo muy preciado. Éste es el caso de los sueños o los anhelos. Me pregunto si la belleza de la vida no residirá en nuestros sentimientos respecto a aquello que no se ha cumplido. Que no se haya realizado no quiere decir que se haya malogrado inútilmente. Porque lo cierto es que ya se ha materializado como belleza.

miércoles, 1 de junio de 2011

1Q84


La Dama de la Aguja

Aomame. Entrenadora personal y masajista, de día. Asesina a sueldo, de noche. Sus víctimas son hombres que han abusado de personas mucho más débiles que ellos, hombres que merecen ser castigados clavándoles un aguijón. Esta doble vida que se abre ante Aomame es una dicotomía violenta más de las muchas que acampan en su vida. La pertenencia durante los años de infancia a la secta Asociación de Testigos y su consecuente exclusión social por ello, dista mucho de la mujer en la que se ha convertido ahora, atractiva, fría, exitosa. O la búsqueda de hombres que la sacien, para no ensuciar el sentimiento puro que atesora hacia la única persona a la que ama. Pero si hubiese que destacar una dualidad en la vida de esta asesina es aquella que se produce con la mayor de las sutilezas, esa que no se percibe a simple vista que pero que esconde un vórtice arrollador. Ese cambio en el que no hay vuelta atrás cuando, sin saber cómo, cruza a otro mundo.



El escritor fantasma

Tengo. Profesor de matemáticas y escritor con talento que aún no ha publicado nada, se ve envuelto en un escándalo editorial en potencia cuando se le encarga la reescritura de La crisálida del aire opera prima de Fukaeri, una chica de 17 años aparentemente autista. La historia narra las vivencias de una niña dentro de una secta en la que aparecen unas pequeñas criaturas llamadas Little People empeñadas en cambiar el curso de los acontecimientos en función de sus propios intereses. La vida de Tengo empieza a cambiar cuando se empieza a dar cuenta que quizás lo relatado en el libro que ha reescrito sea menos ficticio de lo que supone.


Dos lunas en la misma órbita

Aomame y Tengo. Sus vidas están conectadas por muchísimos puntos. La historia de cada uno gira en torno al mismo eje de gravedad. Se rozan sin tocarse, se sujetan el uno al otro desde la distancia. El enemigo común no tiene cara, pero la presión amenazante rodea a estos dos personajes que entienden que ya nada será igual. Como el mundo en el que viven, cuyas dos lunas sólo percibidas por algunos marcan el ritmo de los acontecimientos, ellos dos ejercerán una fuerte influencia sobre el desfile de personajes que aparecerán para darle complejidad y fuerza a una historia ya de por sí gigante. El profesor Ebisuno, tutor de Fukaeri. La señora de la Casa de los Sauces, que le ofrece los objetivos a Aomame. O Ushikawa, un hombre extraño y repugnante que chantajea de forma sutil a Tengo.


El mundo del espejo

Lo ha vuelto a hacer. Y cada vez lo hace mejor. Haruki Murakami (Kioto, 1949) mira hacia un hipotético 1984 para hablar del mundo de hoy. ¡Y qué viaje! Su estilo más maduro que nunca nos sumerge en una trama poliédrica, reflectante, metalingüística sin parangón en el que todo queda cuestionado, en el que nada es lo que parece. Una historia de amor con gran carga política. Una historia sobre el adoctrinamiento cimentando sobre lazos afectivos. La influencia de Orwell acampa sobre los acontecimientos, y es que la distopía del autor inglés reverbera de una forma temible aquí pero con un maquillaje mucho más sútil. Lejos de ese monstruo identificable que era el Gran Hermano, tenemos a esas sombras chinescas que son la Little People, cuyo cometido parece similar: ocultar la transición que sufrimos de nuestro mundo a otro, en el que el control se escapa de nuestras manos y nuestra voluntad carece de peso. Espejos a los que hay que darles permiso para que reflejen aquello que se ha postrado ante ellos.


Continuará

Esta historia queda inconclusa. Murakami ha diseñado 1Q84 como una obra en tres partes. Este volumen publicado por Tusquets en febrero de este año contiene los libros 1 y 2. El libro 3 tiene establecida su fecha de publicación en otoño. Hasta entonces quedan suspendidas esas decisiones finales de Aomame y Tengo, como si se tratase del cliffhanger de una serie de éxito. ¿Qué sucederá con ellos dos y con el universo al que han sido lanzados? Octubre será el mes en el que volvamos otra vez a 1984, o a su gemelo extraño, hipnótico y alienante.

Actualización: Reseña Volumen 3 

La mayor parte del mundo nuevo se sirve del mundo que yo conozco tal y como es. Por eso no noto en mi vida diaria casi ninguna merma. Pero probablemente, a medida que vayan avanzando las “partes transformadas”, a mi alrededor irán surgiendo diferencias más grandes. El margen de error se irá hinchando de forma progresiva. Y, en función de la situación, ese margen podría dañar la lógica de mis actos y hacerme incurrir en un error fatal. Si eso sucediera, me costaría literalmente la vida.


domingo, 8 de mayo de 2011

Turismo financiero


Una vez escribí un poema sobre ti en un billete de un dólar con la esperanza de que un día acabe en tu cartera.

domingo, 17 de abril de 2011

El curioso caso del perro a medianoche


Un mundo demasiado grande

Christopher es un chico de 15 años que descubre que alguien ha matado al perro de su vecina y decide encontrar al culpable. Sólo hay un "pero": Christopher tiene el síndrome de Asperger y le da miedo el mundo. El desorden lo bloquea, el contacto humano le pone a la defensiva y las sutilezas y dobles lecturas del mundo adulto son completamente invisibles para él. Por todo esto, descubrir al asesino no va a ser tarea fácil. 

jueves, 7 de abril de 2011

La vida después de Dios


¿Cuál crees que es tu naturaleza? ¿Qué significa para ti el sol? ¿Has soñado alguna vez con volar? ¿Cómo vive uno la vida cuando Dios ha perdido toda la relevancia posible? Estas preguntas y otras muy parecidas son las que intentan responder los personajes de los ocho relatos que forman La vida después de Dios, de Douglas Coupland (Alemania, 1961). Un conjunto de historias que forman un collage perfecto sobre la falta de creencias, los cajones emocionales vacíos y las excusas que usamos para no devolver llamadas que hace mucho estábamos esperando.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Tres dólares


Hacerse adulto es toda una aventura cuando uno vive en un mundo abiertamente hostil. Las canciones de Joy Division que alimentaron nuestra adolescencia y los amores que una vez nos quitaron el sueño pierden importancia cuando las letras de la hipoteca, la insatisfacción laboral y la enfermad llaman a tu puerta para quedarse por un tiempo en tu vida. De todo esto y de un modo mucho más profundo de lo que pudiera parecer a priori trata Tres dólares, el debut literario de Elliot Pearlman (Melbourne, 1964).