domingo, 14 de diciembre de 2014

Nada es real, pero todo es posible




Nunca lo he hablado con nadie. Muchos no me creerían. Y otros tantos pensarían que necesito otro tipo de atenciones. Pero juro que es cierto. Tengo una tenia en el ojo derecho. En las fotos, el izquierdo siempre sale un poco cerrado. Pero el derecho nunca. Ahí anda, altivo y atento. Sé que cobija a un huésped que devora imágenes. Que dilata la pupila cuando abre la boca, que pestañea rápido cuando está tragando. Las imágenes pueden ser de cualquier tipo. Esta tenia omnívora ha vuelto a mi ojo, su casa, un órgano ecléctico. Pero tiene predilección por las cosas bonitas. Es, hasta cierto punto, una tenia ingenua. Recuerdo el momento que vio ante si El Nao de Brown. La novela gráfica hizo que se me hinchara tanto el globo ocular que tuve miedo de salir de la librería tuerto. Hace casi un año de esto. Ahora sé que podría ser todo mucho peor. Porque hay huéspedes invasores que devoran aquello que entra de fuera. Y otros que, como el que vive dentro de la protagonista de esta historia, devoran aquello que nace de dentro y lo vomitan, impidiendo exponerse al mundo.

Sí, el mundo de las imágenes es complicado, bidireccional e ilusorio. Y es que no hay mejor mentira que aquella que no necesita palabra alguna para sustentarse. Aquellas mentiras que nos igualan sin importar raza, sexo, edad o disfraz.

Nao, una mestiza mitad japonesa, mitad inglesa, tiene en su cabeza un conjunto de proyecciones sobre sí misma que difícilmente le ayudan a relacionarse con otros humanos. O consigo misma. Todo un conjunto de amenazas firmadas por ella misma que la hacen convivir con toda esa violencia potencial que cada uno de nosotros es capaz de generar. Una radiografía escabrosa que impide el movimiento y que pone sobre la mesa la pregunta clave para evolucionar: ¿Soy buena persona? Junto con estas disquisiciones visualmente impactantes, Glyn Dillon nos arroja haces de luz a través del budismo. Su protagonista ha optado por este camino para encontrar esa paz interior que se le antoja mitológica. Cualquier cosa con tal de callar a la voz de la conciencia cuando ha quedado claro que ésta es una zorra sin corazón.

El budismo no es la única religión imperante en la historia de Nao. Ya que gracias a un reparador de lavadoras con historia personal a desvelar, veremos cómo estas máquinas irán cobrando importancia dentro de la columna emocional de Nao. Lavadoras por doquier. Lavadora que se estropean. Lavadoras instaladas en nuestras cabezas. Porque el centrifugado es una analogía perfecta de cómo circulan a veces los pensamientos, pero asumiendo el margen de error que supone carecer de una toma de agua. Aceptamos así que la suciedad no tiene escapatoria, que queda dentro de nosotros y se acumula. Llegando a tomar conciencia de sí misma y aprendiendo a hablar con nuestra voz.


Es difícil igualar el hambre de aquello que desde dentro nos devora. Esta es la historia de alguien siendo masticado hasta verse reducido. La rebelión de aquellos que quieren volverse intragables. Entré en la novela gráfico de Dillon por aquello que tiene dientes en mi ojo. Y al final me quedé por la voz que no se calla nunca, el ruidito de fondo que no para cuando todo el mundo se ha ido ya a casa. El Nao de Brown es el manual de la afonía necesaria. Un cuento visualmente perfecto sobre cómo cambiar en incómodos pasos espejos por ventanas.


EL NAO DE BROWN.  Glyn Dillon.  Norma Editorial, 208 pags.

4 comentarios:

  1. Genial entrada :) me lo anoto a la lista de deseados

    Besos (:

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola! No creo que Nao de Brown sea un cómic que decepcione a pesar de la dureza del tema que trata.

      Espero que alguien se fije en esa lista de deseos!

      Un abrazo!

      Eliminar
  2. Pffff, si te pasas por mi blog, mira mi lista de feeds, tu última entrada es un IMM de junio. Yo sé que no pero no se actualiza y no te veo!

    En fin, uno de las mejores novelas gráficas de todos los tiempos, ya desde la portada, ese símil de centrifugado es el entrante ideal al menú de delicias que ofrece el libro tanto a nivel gráfico como de texto. Lo descubrimos a la vez, supongo que de manera similar, se nos colocaron los ojos encima y pensamos... no se puede quedar aquí.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si sueles leer bastantes novelas gráficas, sabrás que no vale cualquier cosa. Cualquier truco barato. Pero esta novela en la que se profundiza y se mezcla de forma fantástica espiritualidad y locura me acabó trayendo tan buenos momentos que no puedo más que recomendarla.

      Me quedaba sin voluntad ante ciertos dibujos de Dillon. Una pasada.

      Me alegra que tú coincidas conmigo en algo tan diferente como El Nao de Brown.


      Un saludo.

      Eliminar