Jamás
hubiese leído algo como Jungla de
Saltamontes. No sabía quién era Andrew Smith hasta hace un par de meses. Y
esa portada horrible de tres adolescentes huyendo por un maizal, perseguidos
por un ejército de mantis cicladas no tenía nada que ver conmigo. Claro que la historia tiene una forma
retorcida y truculenta de hacerte ver lo que necesitas ver de un modo u otro. Y
no hay instrumento del destino más afilado que este señor y sus reseñas sobre toda esa literatura de serie B por la que me siento fascinado. No tardé mucho
en encontrar el libro en la última balda de una estantería cualquiera de una
librería cualquier de Barcelona. Detrás de un montón de romances paranormales y
chicas anémicas, aparecieron miles de patitas de insecto curvadas, de antenitas
diabólicas capaces de detectar al lector que las buscaba. Jamás hubiese entrado
en esto por mí mismo. Pero la historia ha demostrado que todas las veces que
tomamos un camino que no aparece en nuestros mapas, llegamos a lugares que
nunca habíamos visto. Los mapas no sirven para nada. Check. Los adolescentes y
los bichos sólo quieren follar. Check. La lectura más bizarra de la década.
Check.
Encuentros con bichos en la tercera fase
Austin
Zserba es un chico de ascendencia polaca y con una fascinación natural por la
historia y el sexo. Y no en ese orden precisamente. Su cabeza acumula datos y
su entrepierna, picores. Pero este despertar sexual propio de todo adolescente
se complica cuando no le importaría llegar a la tercera fase con su novia y/o
con su mejor amigo. Sí, Austin Zserba quiere donar su semen amor a las
dos personas que más le importan. Y
teniendo en cuenta que el mundo está llegando a su fin, la prisa hace que todo
sea más bizarro y humillante de lo necesario.
Ah,
¿lo del fin del mundo? Una cepa que muta con la sangre ha sido liberada en un pequeño pueblo de Iowa
y ha convertido a aquellos que entran en contacto con ella en crisálidas
andantes que cobijan en su interior mantis asesinas. Insectos de metro ochenta
que sólo quieren comer humanos y procrear como adolescentes en plena
ebullición.
Y
así queda la situación. Dos especies enfrentadas por su propia supervivencia
luchan en el poco rato que le deja los intentos infinitos de copular. Olvídate de las mariposas en el estómago. Hablemos de ladillas. De cosas
viscosas. De eyaculaciones precoces. Y de pésimas decisiones a la hora de
elegir con quién follar. Es como una sábado por la noche, pero mil veces peor.
Me provocas cosas muy fuertes
Dejemos
claro una cosa. Esto del Young Adult
ya no es lo que era. Ha mutado a bichos como éste, cuya categorización
difícilmente puede recoger todo lo que este libro es. O quizás es Andrew Smith,
que ha reescrito todas las reglas para volverlas en su propio beneficio. No
tengo ni idea del cómo se hizo, pero
aquí hay algo que funciona.
El
lenguaje es repetitivo y las referencias sexuales acampan a sus anchas a lo largo
y ancho de todo el texto. Este libro es como un paciente con Tourette que está
siendo tratado con Viagra. La multitud de personajes y las interconexiones
entre todos ellos, hace que lo menos raro de la historia sea el asunto de las
mantis. Ni siquiera te cuestionas la verosimilitud y la coherencia de la historia,
estás demasiado ocupado con quién está en la cama de quién y cómo va a
repercutir en los demás personajes de este pequeño pueblo dejado de la mano de
Dios.
Además la voz de Austin funciona a la perfección. Su capacidad para recrearse en las infinitas historias que componen el mundo que le rodea es un juego de malabares que saca adelante con éxito. Es inteligente y malhablado. Empiezas poniéndote en sus zapatos y acabas dejándole entrar en tus pantalones. Y es que en Jungla de Saltamontes hay algo diferente. Algo que puede que
nunca se ha haya hecho, o no a estos niveles descabellados.
Ritual de cortejo para especies en peligro
¿Quién
no se ha sentido alguna vez como un bicho raro? La adolescencia es esa putada donde todos mutamos a insecto confuso y emocionalmente
inestable que busca la perpetuación de la especie con todo aquello que se agite con la suficiente velocidad. Todo se vuelve raro y la mayor parte del tiempo
estamos siendo traicionados por nuestro propio cuerpo. Pero ahí vamos, nos
lanzamos sin miedo sobre el objetivo y rezamos para que la caída no sea muy
dolorosa. La biología nos empuja. Miles de años de evolución nos susurran al
oído ¡procrea, maldito, procrea! Hemos desligado del propio acto las
consecuencias terribles del mismo –nadie quiere ser papá hasta que sepamos bien
cómo funciona todo el mecanismo, y ya se sabe que somos de aprendizaje lento-.
Pero la vergüenza sigue presente. La vergüenza es necesaria, es nuestra propia
crisálida. Despedazarla o asfixiarnos dentro de ella, hará que nuestra carga
genética se perpetúe o no. Hay una responsabilidad ancestral en el
calentón. Las amenazas abundan, todo está lleno de mantis asesinas y de
capitanes de waterpolo que buscan acabar con nosotros y quedarse con la hembra (o el macho) (o lo que sea). Así que toda ayuda es bien recibida.
Andrew
Smith se ha inventado un manual no autorizado para dejar claro que tarde o temprano cualquier
chico tiene que enfrentarse a amenazas descabelladas y a
confusiones genitales que podrían poner en jaque a cualquiera. Y sin ningún tipo de
ortodoxia moral nos explica que el cortejo y la cópula no sólo sirven para crear
nuevos individuos. También es útil para hacerles ver a los antiguos cuánto nos
importan, para entender cómo hemos llegado a este punto como especie y para legitimar nuestra pertenencia a la raza. Sí, follar es como una clase de historia en la que no tienes que coger los apuntes a mano.
Ilustración de Patricia Donovan |
En efecto, el Young Adult ya no es lo que era. En medio de todas esas distopías post apocalípticas y lacrimógenos dramas de tres al cuarto, de vez en cuando se cuelan historias tan sórdidas y gamberras como esta. Algo sobre insectos gigantes, picores genitales y follar en un maizal. Así que no te preocupes. Ya me encargo yo de suministrarte toda esa literatura de serie B que tanto estimula tus centros de placer. ¡Genial la reseña! ;)
ResponderEliminarSiempre te estaré agradecido por haberme llevado a este maizal literario, lleno de cosas absurdas que de algún modo tienen sentido.
Eliminar¿Qué más puedo decir?
¡Qué Grande!
A mí, sin embargo, me atrajo desde el momento que lo vi, llegó en un paquete en el que solo destacaba del resto por tener una portada monocrómica, un verde casi fluorescente que solo dejaba resaltar el título y el nombre del autor. Tuve que buscar información y lo que encontré me convenció al momento. Supe también que sería un libro para el que tendría que buscar el momento, omparto tu fascinación por el Young Adult de serie (añadiremos la letra que queramos, no dejaremos que nadie lo haga por nosotros) e insisto.... somos producto de lo que fuimos y la adolescencia, las hormonas, los cambios, el papel que nos tocó representar, ese no man's land temporal en el que estamos aún por perfilar nos retrotraen a ese momento y nos hacce comprender quienes somos hoy. La verdad es que tu lectura del libro dista un poco de las sinopsis comerciales y es eso lo que vengo buscando siempre que vengo a verte, la compro, como siempre y con recargo de urgencia, eso sí, dame una tregua, no doy abasto. Un abrazo!
ResponderEliminarEs posible que la portada americana, con sus dos antenitas, sea un objeto digno de observar. Pero el contenido es lo que no tiene precio. Es una de esas novelas a las que le daré cinco estrellas cuando pase el tiempo y el recuerdo llegue. Su estructura es radical, los giros y el sexo, todo queda sobre la mesa. Y las mantis y la confusión. Todo es digno de llevar a la gran pantalla. Y su final es una auténtica joya.
EliminarNo sé. Sólo me salen buenas palabras.
Léetelo. Tú que no le tienes miedo a nada.
Ya me dirás.